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La guerra por el control del PP andaluz entre Casado y Moreno Bonilla se recrudece y resucita el fantasma de las primarias

Juan Manuel Moreno Bonilla, Alberto Núñez Feijóo y Pablo Casado, en una imagen de archivo.

Iñigo Aduriz / Daniel Cela

9 de marzo de 2021 19:45 h

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La dirección del Partido Popular de Andalucía que encabeza el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, se siente víctima de una “inexplicable lucha de poder orgánico” por parte del equipo del líder nacional, Pablo Casado, ante las maniobras que atribuye al secretario general, Teodoro García Egea, para tratar de hacerse con el control de los populares andaluces. Su argumento es que el 'número dos' de Casado está intentando colocar a dirigentes afines al frente o en puestos de responsabilidad de las principales delegaciones provinciales del partido en Andalucía, como Málaga y Sevilla. Génova 13 niega en cambio que esté tratando de controlar el PP andaluz y se limita a reconocer diferencias puntuales con el equipo de Moreno Bonilla en esos territorios.

Los movimientos de unos y otros han resucitado en todo caso las viejas rencillas entre el PP nacional y el andaluz heredadas de las primarias de 2018 en las que Casado acabó imponiéndose a su rival en el proceso interno, la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, que fue la candidata por la que apostó Moreno Bonilla.

Ambos dirigentes siempre han sostenido públicamente que son “amigos” y que esas discrepancias de las primarias se superaron después de que los populares consiguieran en diciembre de 2018 desbancar al PSOE de la Junta de Andalucía –que siguió siendo la primera fuerza aunque sin opciones de gobernar–, tras tres décadas de hegemonía socialista. Moreno logró la presidencia con el peor resultado electoral del PP andaluz, pero gracias al acuerdo de coalición con Ciudadanos y apoyado por Vox, y que fue negociado desde la dirección nacional por el propio García Egea. El líder andaluz no ha ocultado sin embargo sus diferencias ideológicas con Casado, que desde su triunfo en las primarias emprendió un giro a la derecha con el que Moreno Bonilla, de un perfil más moderado, nunca estuvo del todo cómodo, a pesar de que él mismo logró gobernar Andalucía gracias al acuerdo con la extrema derecha.

En el PP andaluz perciben las maniobras orgánicas de Génova en su territorio como una “agresión” al partido, pero sobre todo al Gobierno de Moreno, al que toda esta pugna interna puede “desestabilizar”. Al equipo de Moreno Bonilla no le gustó que la dirección nacional decidiera cambiar el orden habitual de los congresos del PP, que tras los ciclos electorales como el que acaba de finalizar solían comenzar con el cónclave nacional, continuaban con los autonómicos y concluían con los provinciales. García Egea impuso dar la vuelta al formato alterando el orden, de forma que los primeros cónclaves que se están celebrando son los provinciales.

En el PP andaluz consideran que es una maniobra clara para tratar de asegurarse la colocación de dirigentes afines en el escalón más bajo de la estructura orgánica para poder después controlar las delegaciones autonómicas, evitando así cualquier oposición interna a Casado a nivel estatal, en previsión de un mal resultado electoral. Los populares andaluces acataron la decisión, pero pidieron (sin éxito) que los congresos provinciales se convocasen cuando la pandemia hubiera remitido, para que pudieran ser presenciales y, sobre todo, para negociar candidatos de unidad que evitaran una imagen de cisma interno, como la que está viviéndose ahora.

Génova aduce problemas de incompatibilidades

Con todo, el primer choque oficial entre los populares andaluces y la dirección nacional del PP se escenificó el pasado fin de semana durante el congreso del partido en Málaga, aunque las desconfianzas quedaron en evidencia una semana antes, cuando la vicesecretaria de Organización de Casado, Ana Beltrán, envió una circular a las direcciones autonómicas recordando que los estatutos no permiten compatibilizar puestos “de representación institucional” en gobiernos locales, provinciales o autonómicos con cargos de presidente o secretario general del partido.

Esta consigna afectaba directamente al actual consejero de Presidencia y portavoz de la Junta, Elías Bendodo, que era el candidato de Moreno Bonilla para liderar el PP de Málaga. No obstante, desde el equipo de Casado aseguran haber hecho una “excepción” para permitirle presidir la potente delegación malagueña –una de las más importantes del país por número de afiliados–, por lo que Bendodo fue el pasado sábado nombrado presidente del PP de Málaga de forma oficial, ya que no se presentó ningún otro candidato.

El conflicto con Génova 13 lo generó el propio Bendodo cuando, durante su discurso, anunció que entre sus planes estaba nombrar como secretaria general de los populares malagueños a Patricia Navarro, actual delegada del Gobierno de Andalucía en Málaga. Entre el público que le escuchaba estaban la propia Ana Beltrán y el vicesecretario de Comunicación a nivel nacional, el también malagueño Pablo Montesinos, a quienes no gustó nada el anuncio del recién elegido líder del PP en Málaga por incumplir lo referido a la incompatibilidad de cargos, por lo que desde la dirección de Casado aseguraron que no aceptarán la designación de Navarro como 'número dos' de Bendodo a nivel provincial.

“Una excepción no puede ser la regla”, explica Génova 13, que sostiene que la dirección nacional “necesita un partido a tiempo completo” y recuerda que es “incompatible” su cargo como delegada de la Junta con ser la secretaria general del PP de Málaga. “Se trata de cumplir las normas”, añaden, sin dar más detalles sobre por qué lo que permiten para Bendodo no lo permiten para Navarro.

Arenas frente a Zoido en Sevilla

Pero el mayor foco de conflicto entre la dirección nacional y la andaluza se está dando en el PP de Sevilla, una agrupación potente, díscola con los nuevos dirigentes malagueños que ocupan San Telmo, y que el actual presidente del partido nunca ha controlado del todo. El congreso de la capital andaluza se ha convocado para el próximo 27 de marzo, en contra del criterio de la dirección regional. La convocatoria la impulsó la actual presidenta, Virginia Pérez, con el respaldo de Génova. Moreno Bonilla, que se siente reforzado por las últimas encuestas que le sitúan como primera fuerza de Andalucía por delante del PSOE, reaccionó empujando al ruedo a un candidato alternativo, el alcalde de Carmona, Juan Ávila, aunque a esas alturas el malestar era mayúsculo. Los populares andaluces no entienden que Génova les haya “metido en esta lucha de poder incomprensible, que daña la imagen del partido y de la Junta” al considerar que ellos mismos están “denunciando los líos internos de PSOE y Podemos en mitad de la pandemia”.

El PP de Sevilla es capital para el control del partido en Andalucía. El alcalde de Carmona y aspirante a disputar el liderazgo a Pérez, según los estatutos que menta Génova 13, no podría compaginar ese cargo institucional con la presidencia de los populares sevillanos. Pérez ha duplicado en avales a Ávila, que no sólo no piensa rendirse al considerar que tiene el apoyo de Moreno, sino que trata de impugnar la convocatoria del congreso provincial. El lunes, Beltrán telefoneó a su homóloga andaluza, Dolores López, para proponerle que Ávila se integrase en la candidatura de Pérez. No se aceptó.

El siguiente encontronazo ha sido la idea de Génova de sellar la paz que, según el PP andaluz, sería el candidato de consenso, el alcalde de Tomares, José Luis Sanz (la dirección nacional lo niega). La sugerencia de este nombre es lo que ha terminado de convencer al PP andaluz de que la dirección nacional trata de controlar la agrupación “por la puerta de atrás”. Sanz fue el candidato oficial a suceder a Juan Ignacio Zoido como presidente del PP andaluz, aupado por el mismo Zoido y la entonces secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. El regidor acarició el cargo, hasta que el todopoderoso expresidente del PP andaluz Javier Arenas –involucrado recientemente por Luis Bárcenas en la contabilidad ilegal del partido–, medió directamente con Mariano Rajoy, y éste terminó designando a dedo a Moreno Bonilla.

Las direcciones nacional y andaluza reconocen en todo caso conversaciones al más alto nivel para intentar consensuar candidatos y evitar un choque de trenes. Pero, en paralelo, reina la desconfianza mutua y en las últimas horas se ha optado por abrir en canal la crisis del partido. En Almería, Huelva y Cádiz también hay fricciones entre Génova 13 y el equipo de Moreno Bonilla.

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