El PP está partido en dos. Y cada bando hace recuento de los soldados que están de su lado antes de la última batalla, que se celebrará el próximo lunes: una Junta Directiva Nacional (JDN), el máximo órgano y el único que puede adelantar la fecha del congreso, previsto para julio. Compuesto por más de 400 personas, la JDN aglutina a cargos orgánicos y políticos de todos los niveles: desde Europa hasta el municipal. Pablo Casado, que está dispuesto a resistir hasta el verano, cree contar con el favor de una mayoría suficiente de los miembros del órgano para poder resistir al frente del partido. Quienes empujan para que se marche ya, un número cada vez creciente y con nombres muy relevantes, necesitan que dos tercios de los miembros de dicho órgano voten a favor de convocarlo lo antes posible. Su alternativa: Alberto Núñez Feijóo.
El presidente de la Xunta busca el momento de dar el paso definitivo. Cuenta con el apoyo, implícito en público, de los barones autonómicos con mando en plaza. Pero en la sede nacional del PP, en la madrileña calle Génova, están dispuestos a aguantar. Fuentes de la dirección aseguran a elDiario.es que Casado va a resistir. “Tenemos los apoyos”, zanjan las mismas fuentes.
¿Los apoyos para qué? Para controlar el debate y la votación en la JDN del lunes y mantener el control del partido hasta que llegue el congreso. Una fecha que no ha dejado indiferente por coincidir con el Día de Andalucía. El presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, se ha quejado amargamente en Twitter, y no ha aclarado si piensa asistir.
De momento, no hay orden del día de la reunión, y los estatutos indican que debe estar reflejado expresamente para que se pueda debatir, y votar, dicho adelanto. Pero, además, son necesarios dos tercios de síes. Un número nada desdeñable que los fontaneros de Casado, con Teodoro García Egea a la cabeza, confían que sus rivales no podrán recabar en una semana.
"La celebración del Congreso Extraordinario exige debate previo, fijado en el Orden del Día de la Junta Directiva correspondiente y resolución final de convocar adoptada por la mayoría de dos tercios de los componentes de aquella"
La decisión se tomó tras una excepcionalmente larga reunión del Comité de Dirección del PP. De hecho, parte de este órgano ha dado un ultimátum a Casado: si en 24 horas no se ha enviado a los miembros de la JDN el orden del día, que debe incluir la mención expresa al debate sobre el congreso extraordinario, dimiten. Entre los que han lanzado esta amenaza están los tres portavoces del PP: Cuca Gamarra (Congreso), Javier Maroto (Senado) y Dolors Montserrat (Parlamento Europeo). Los tres comenzaron el día en el bando de Casado.
Casado convocó para este lunes a su ejecutiva, que aglutina al equipo más cercano al presidente. El primer síntoma de su creciente debilidad fue la ausencia del portavoz del partido y alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. Aunque no es un habitual de estas citas, que suelen celebrarse cada semana, que faltase a la de este lunes es significativo. Apenas 24 horas antes, miles de personas se concentraron frente a la sede de la calle Génova, en su ciudad, a exigir la dimisión del presidente al grito de “traidor”.
La reunión de la ejecutiva del PP se prolongó desde las once de la mañana hasta las ocho de la tarde. Un breve comunicado de dos frases remitido por WhatsApp a los periodistas zanjaba el día: “El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, va a convocar para el próximo lunes la Junta Directiva Nacional, máximo órgano entre congresos del partido. Así se ha decidido en el Comité de Dirección del Partido Popular por unanimidad”. Poco después, la dirección de Génova confirmaba que no iba a producirse ninguna comparecencia.
Casado intenta ganar tiempo y demostrar que, más allá de los nombres más famosos, no ha perdido el control de la organicidad del partido. Porque el goteo de bajas en las filas de Casado es continuo. Tanto los confirmados como los que se rumorearon. Con Feijóo se han alineado el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, así como la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Es, precisamente, el control del PP de Madrid, y los pagos al hermano de Ayuso por parte de una empresa que contrató con su Gobierno, lo que ha desatado una batalla política de un desgarro que no se recuerda en el PP. Ni siquiera en la pugna entre Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre de 2008.
Ninguno de estos tres barones se encontraba ya entre los fieles de Casado. Solo Ayuso lo estuvo, en el pasado. Pero otros que sí lo eran han abandonado al líder y se suman ahora a quienes reclaman una solución “urgente”, lo cual pasa por un congreso extraordinario que se celebre antes de la primavera para cambiar a la dirección, incluido al presidente. En este grupo hay nombres como el de Paco Núñez (Castilla-La Mancha), Teresa Mallada (Asturias), Carlos Iturgaiz (País Vasco), Enrique López (responsable de Justicia del PP y consejero de Ayuso), y un largo etcétera. Un goteo en el que algunos han sido más claros, y otros menos, pero que indica que el tiempo juega en contra del presidente del partido.
En estos casi cuatro años de mandato, el presidente del PP ha afianzado sus posiciones en otros ámbitos del partido, sobre todo a nivel provincial. Ha sido una de las principales tareas de su secretario general, Teodoro García Egea. El número dos del partido fue el primer objetivo de quienes, cuando saltó la noticia que hablaba de un posible espionaje al entorno de Ayuso, reclamaron dimisiones en la cúpula. Pero cuando Casado refrendó el viernes que él conocía las acusaciones de posible corrupción contra el hermano de Ayuso y que, más allá de las legalidades, no era algo moralmente tolerable, elevó las exigencias de sus rivales. Ya no vale el secretario general. Ahora tiene que caer el presidente.
Los rumores durante el lunes sobre las deserciones en las filas de Pablo Casado fueron continuos y tuvieron sus antecedentes en el fin de semana. El mismo viernes se reunieron Casado y Ayuso para intentar una última firma del armisticio, sin ningún resultado. El cruce de comunicados del sábado terminó de enervar a la militancia, que el domingo se concentró por millares frente a Génova.
Durante la tarde del lunes desfilaron por la sede del partido algunos diputados y otros cargos del PP, que accedieron al edificio a mostrar su apoyo a Casado. Entre ellos, el diputado andaluz Ramón Herrera, quien habló a la puerta de Génova para refrendar su apoyo al actual presidente. Se espera que a lo largo del martes, cuando comienza la actividad parlamentaria, más diputados y senadores muestren su respaldo a Casado. Pero también que otros que se han mantenido fieles hasta ahora puedan saltar de un barco que amenaza zozobra.