La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Casado reniega de todo su pasado político para intentar salvar la campaña catalana

Iñigo Aduriz

10 de febrero de 2021 22:30 h

0

En un nuevo intento por mantener su liderazgo al frente del Partido Popular, y en busca de un resultado que le permita salvar los muebles en las elecciones catalanas del próximo domingo, en las que el PP concurre con la mayoría de las encuestas en contra, Pablo Casado ha decidido renegar de su pasado político más reciente.

El actual líder del PP lleva 15 años ocupando distintos cargos orgánicos, durante más de una década bajo el mando de Mariano Rajoy, de quien llegó a ser el principal portavoz como vicesecretario de Comunicación –entre 2015 y 2018–, y también de José María Aznar, su padrino político que, además, le colocó como jefe de Gabinete en la Fundación FAES, un think tank ultraliberal que el jefe de los populares ha vuelto a situar como la fundación de referencia del partido.

En el arranque del juicio sobre la caja B salpimentado por la confesión que Bárcenas ha entregado a Anticorrupción –un escándalo que viene de la época de Aznar y que se mantuvo bajo la presidencia de Rajoy– y viendo lo que se avecina en la comisión de investigación del caso Kitchen en el Congreso –un escándalo mucho más reciente que ha puesto de manifiesto las cloacas en el Ministerio del Interior con el último Gobierno del Partido Popular–, Casado trata ahora de sacudirse cualquier vinculación con quienes fueron sus mentores en diferentes épocas dentro del PP y ha llegado a asegurar que no le temblará “el pulso” si se demuestra la vinculación de alguno de ellos, Aznar o Rajoy, a las prácticas corruptas. “Hay unos estatutos y será suspendido o será expulsado, y lo quiero dejar muy claro”, aseguraba el lunes.

Génova 13 reconoce que no pudieron llegar en un peor momento para sus intereses electorales en Catalunya tanto el inicio del juicio —cuya fecha se fijó hace un año, a pesar de los intentos del líder del PP de vincularlo con un supuesto amaño del Gobierno para que comenzara en la campaña catalana– como las recientes actuaciones del principal acusado, el extesorero del PP Luis Bárcenas. En un escrito conocido la semana pasada, Bárcenas aportó nuevos datos sobre la financiación ilegal y el cobro de sobresueldos por parte de dirigentes populares –incluidos dos senadores, Pío García Escudero y Javier Arenas, ambos en ejercicio– durante décadas.

Ahora, además, el extesorero trata de involucrar a la dirección de Casado en una presunta negociación extrajudicial con su abogado, negada una y otra vez por Génova 13, al asegurar que el actual consejero de Justicia de la Comunidad de Madrid y máximo responsable de Justicia del PP, Enrique López, mientras era juez de la Audiencia Nacional, puso en contacto a un empresario amigo de Bárcenas, Agustín de Diego, con el abogado del PP, Jesús Santos. López ha reconocido ese contacto, aunque Santos, el letrado del partido, emitió el miércoles un comunicado recalcando que la dirección de Casado nunca le ha autorizado para negociar con el extesorero.

Antes de conocerse todas estas informaciones, Casado aspiraba a obtener un buen resultado en Catalunya tras el batacazo sufrido en 2017 –cuando tocó suelo al lograr solo 4 diputados de los 135 que componen el Parlament–, y comenzó la campaña poniéndose como meta lograr más votos y escaños que sus socios autonómicos pero rivales electorales Vox y Ciudadanos, un escenario que, sin embargo, no ha sido refrendado por ninguna de las encuestas publicadas, tampoco las que se realizaron antes de que arreciasen de nuevo los titulares sobre la contabilidad en negro del partido.

Los esfuerzos por “pasar página”

Al líder del PP se le volvió a aparecer el fantasma de la corrupción en la primera semana de la campaña catalana. Casado ya quiso desprenderse de ese lastre cuando ganó las primarias, en julio de 2018, pero las prácticas corruptas del pasado siguen persiguiendo a su partido dos años y medio después de la moción de censura que expulsó a Rajoy de la Moncloa tras conocerse la sentencia de Gürtel que condenó a la formación conservadora a título lucrativo, y que ahondó en la división del electorado de centro derecha tradicionalmente aglutinado en el PP en tres partidos –PP, Vox y Ciudadanos–.

Con todo, la consigna de Casado para tratar de salvar a los populares catalanes de una debacle en las urnas aún mayor que la que dibujan las encuestas es romper de raíz con las etapas de Aznar y Rajoy que hasta ahora él mismo siempre había reivindicado con orgullo y especial énfasis. “Somos herederos de la refundación que lideró el presidente José María Aznar y somos también herederos del gran legado de Mariano Rajoy”, dijo Casado nada más ser nombrado presidente del PP, en julio de 2018. Ahora, en cambio, el máximo jefe de los populares sostiene en cada entrevista que “ese PP”, el de Aznar y Rajoy que, según Bárcenas, mantuvo prácticas corruptas durante décadas, “ya no existe”. “Si yo soy presidente del PP es para limpiar toda esa época”, aseguraba este miércoles a última hora, en una entrevista en Teve.cat.

Casado quiere “pasar página” y obviar lo ocurrido en los últimos lustros bajo las siglas que ahora lidera, a pesar de que él mismo formó parte de ese pasado con distintos cargos en el PP. Primero fue presidente de Nuevas Generaciones –las juventudes del PP– de la Comunidad de Madrid, entre 2005 y 2013, un puesto al que accedió de la mano de la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre cuyos gobiernos han estado involucrados en los casos Gürtel o Púnica. Entre 2009 y 2012 fue además jefe de Gabinete de Aznar en FAES. Siempre bajo la presidencia de Rajoy, después Casado fue elegido diputado en el Congreso (desde 2011) y, en 2015, el expresidente le nombró vicesecretario de Comunicación, un puesto en el que se mantuvo hasta su triunfo en las primarias.

Lo que se defiende desde la dirección del PP es que en ninguno de esos puestos Casado ejerció labores ejecutivas que puedan vincularle a los asuntos que se están investigando en los tribunales. Los nexos entre el actual presidente de los populares y los dirigentes salpicados por esos casos es, sin embargo, reciente. María Dolores de Cospedal, la exsecretaria general del PP a la que la Fiscalía ha pedido imputar en la Operación Kitchen, fue el apoyo clave de Casado en las primarias de 2018. Tras verse eliminada en la primera fase del proceso a raíz de la votación de los militantes –en la que Soraya Sáenz de Santamaría resultó vencedora y el hoy líder del PP quedó segundo–, Cospedal desplegó todo su poder orgánico para decantar la balanza a favor del actual presidente del partido.

En noviembre de 2018 ella tuvo que renunciar a su escaño tras revelarse sus conversaciones con el excomisario Villarejo, pero dos meses antes, en septiembre de ese año, la dirección de Casado la eligió como representante del PP en el patronato del Instituto Elcano, en el que acaba de ser nombrada vicepresidenta.

Los nombramientos de Casado

El líder del PP también designó directamente a Ignacio Cosidó como portavoz del Senado nada más ganar las primarias. El exdirector general de la Policía había sido uno de los grandes apoyos de Casado en las primarias. Sin embargo, su vinculación con la Operación Kitchen –él era el máximo responsable de la Policía cuando desde el Ministerio del Interior se perpetró el supuesto espionaje a Luis Bárcenas– y su polémico mensaje de WhatsApp en el que presumía de poder controlar el Supremo “desde detrás” a raíz del principio de acuerdo logrado entre PSOE y PP para renovar el Consejo General del Poder Judicial –que finalmente no se consumó–, hicieron que el actual líder del PP prescindiera de sus servicios en 2019.

El propio Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior cuando se produjo la Operación Kitchen e imputado en la causa, fue designado también por Casado miembro de su primera dirección tras ganar las primarias. Le nombró secretario de Interior y Justicia de la cúpula popular, aunque el líder del PP se vio obligado después a no renovarle en el cargo tras las elecciones generales de 2019. Casado, asimismo, escogió como presidente de la Oficina del Cargo Popular, un organismo interno del PP para garantizar la honradez de todos sus dirigentes, a Alfredo Prada, exconsejero del Gobierno de la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre que, en marzo de 2019, fue imputado en la causa sobre el fallido proyecto de Campus de la Justicia de la región. El actual líder del PP también tuvo que sustituirle.

En su afán por romper amarras con su pasado e impedir el sorpaso de Vox en las elecciones del domingo, Casado y su entorno han llegado a defender que el líder del PP tampoco estuvo de acuerdo con la gestión realizada por sus entonces jefes en el referéndum de 2017, según publicó primero El Mundo y defiende él directamente en sus últimas intervenciones.

En un giro de guion calculado, este miércoles, cuando apenas quedaban cuatro días para la votación, Casado aprovechó una entrevista en Rac1, la emisora líder en Catalunya, para dejar claro su desmarque de la gestión de Rajoy del referéndum independentista del 1 de octubre de 2017, durante el cual el Gobierno del PP desplegó un enorme dispositivo policial que recurrió a la fuerza –considerada “excesiva” por organismos internacionales como Amnistía Internacional– para reprimir a quienes intentaban participar en el plebiscito declarado ilegal por los tribunales.

“Lo que se estaba viendo en la televisión era algo que, en mi opinión, se tenía que haber evitado”, afirmó Casado el miércoles, refiriéndose a las cargas policiales. Además, a diferencia de la teoría defendida entonces por el Gobierno de Rajoy, su jefe en el PP, que negó que la votación se estuviera produciendo, el actual líder de la oposición aseguró que él no compareció ese 1 de octubre ante los medios por lo siguiente: “Ni estaba de acuerdo con los que estaban diciendo que se estaba votando en unas elecciones homologables, porque eso no eran unas elecciones homologables, ni estaba de acuerdo con los que decían que ahí no se estaba votando”.

Una imagen más amable ante el catalanismo

No existe ninguna evidencia de que Casado manifestara esas discrepancias a Rajoy o a ningún otro dirigente de entonces en el PP. Es más, aunque Casado no salió el 1 de octubre en rueda de prensa sí lo hizo dos días más tarde, el 3 de octubre, en una entrevista en TVE. Allí no se vio ni sombra de estas críticas contra Rajoy que ahora desliza. Casado le dio todo su respaldo al Gobierno del PP por su gestión –“Estamos en buenas manos, el Gobierno sabe lo que tiene que hacer”– y a la Policía por sus cargas, de las que responsabilizó a los Mossos –“Espero que paguen por ello los que pusieron en riesgo a la Policía y Guardias Civiles por su inacción–. Así lo revela la hemeroteca, que recupera este artículo de infoLibre.

Con sus declaraciones del miércoles, el líder de los populares busca ofrecer una imagen más amable de su partido ante el electorado catalanista, que responsabiliza en gran parte de la inestabilidad de Catalunya de los últimos años a la actitud inmovilista y frentista adoptada ante el independentismo por el último Gobierno del PP.

El mensaje oficial, ese que Génova 13 incluye en los argumentarios que envía cada día a todos los cargos del partido para que lo repitan en sus comparecencias públicas, es que “el PP es la única alternativa real tanto al socialismo como al nacionalismo”. “La verdadera concordia y la verdadera convivencia no se consiguen al margen de la ley, ni introduciendo mesas de diálogo ni indultos a quienes dicen que volverían a delinquir. El PSC hoy no está en el bloque constitucional y terminará formando un tripartito con los malos resultados que ya conocemos y entonces, Sánchez será responsable de la deriva que tomen los independentistas”, insiste la dirección del PP en sus consignas, a las que ha tenido acceso elDiario.es.

“Somos la única fuerza que puede liderar un cambio de etapa”, zanja el equipo de Casado, que ya se conforma solo con que tras el 14F el PP sea “decisivo” en la “gobernabilidad” de Catalunya, haciendo valer el peso de sus diputados, por pocos que sean, en la investidura de “un presidente constitucionalista”. El líder del PP se ha esforzado por trasladar una imagen de moderación durante la campaña y ha delegado en la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el papel de 'poli malo' en las ocasiones en las que ha participado en actos del partido en Catalunya, con el objetivo de acercar al PP al potencial electorado de Vox. “El sueño de la independencia es una pesadilla y hay que sacar a Catalunya de esta delincuencia”, aseguraba ella en un acto en Barcelona, este miércoles. Con ese fin de atraer a votantes de la extrema derecha también reapareció en un acto de campaña por primera vez tras su destitución la exportavoz en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo.

Los catalanes determinarán el domingo con sus votos si, como pretende Génova 13, los populares son determinantes para decantar la nueva presidencia de la Generalitat, si se mantienen en la irrelevancia de los últimos años o si incluso el PP queda relegado a una fuerza residual en Catalunya.