En 2050 habrá en el mar más plástico que peces, alertaba esta semana un informe de la Fundación Ellen MacArthur presentado en el Foro Económico Mundial, que se celebra estos días en Davos. Para esa fecha su producción se habrá cuadriplicado y a pesar de la creciente demanda solo el 5% se recicla de manera adecuada y el 40% acaba en vertederos o en los océanos. Las ciudades, como grandes consumidoras de plástico, hace tiempo que ponen en marcha medidas para reducir el consumo de las bolsas pero aún son pocas las que legislan contra el agua embotellada, que cada año genera 89.000 millones de botellas de plástico.
Hasta ahora, San Francisco es la única gran urbe que se ha atrevido a prohibir la venta en suelo público de agua embotellada en plástico. La legislación, que se aprobó el año pasado, se está introduciendo por fases y en 2016 comienza a aplicarse a eventos, de más de 100 personas, que se celebren al aire libre -se inició con los de interior-, a excepción de carreras y otro tipo de acontecimientos deportivos en los que la participación sea elevada.
Los datos que ofrece el Ayuntamiento de la ciudad californiana para justificar su medida, que afecta a recipientes de menos de 60 centilitros, dan cuenta de la dependencia que los estadounidenses -y muchos otros países- tienen del agua embotellada: cada semana los estadounidenses compran 500 millones de botellas de agua lo que les hace los mayores consumidores mundiales. En San Francisco, las empresas de reciclaje recogen cada año entre 10 y 15 millones de botellas de plástico, sin contar las que acaban en los vertederos.
Producción costosa para el medio ambiente
La fabricación de todos estos recipientes que consume EEUU requiere 17 millones de barriles de petróleo al año y producir agua embotellada necesita 2.000 veces más energía que lo que se necesita para obtener la misma cantidad de agua de grifo, y ello sin tener en cuenta los 50 millones de barriles de petróleo que se emplean al año para procesar, transportar y refrigerar esta suerte de agua empaquetada.
En 2007, San Francisco ya se convirtió en la primera ciudad de EEUU en eliminar el gasto municipal en botellas de agua. Desde entonces, 14 parques nacionales y universidades también han prohibido el consumo de agua en botellas de plástico. Hace tres años, la ciudad de Concord, en el estado de Massachussetts, fue la primera en EEUU en prohibir la venta de agua embotellada. En 2009, la localidad australiana de Bundanoon, se convertía en la primera localidad del mundo que tomaba esta medida. Los comercios se llenaron de recipientes reutilizables a precios baratos y comenzaron a instalarse más fuentes públicas.
Y esto es también lo que hará la ciudad californiana. Cuando se celebren grandes eventos donde no existan fuentes públicas se estudiarán otras medidas, como la instalación de depósitos portátiles o sistemas móviles de distribución. Además, los nuevos edificios que se construyan en la ciudad deberán incluir fuentes públicas en sus proyectos.