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CRÓNICA

Algunos políticos se están acuchillando y la culpa la tienes tú (según el PP)

Cayetana Álvarez de Toledo y Pablo Casado en un pleno del Congreso.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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Hemos visto estos días a los diputados sacudiéndose fuerte, preferiblemente con golpes bajos, y hasta mentándose a la madre, o al padre. El espectáculo ha continuado en eso que llaman Comisión para la Reconstrucción Económica y Social, que se acerca peligrosamente a la categoría de fraude. Se podría esperar que en esa comisión comparecieran expertos en sanidad, economía, industria o turismo para dar su punto de vista sobre cómo afrontar una crisis de efectos pavorosos que ya está aquí, como demuestra el cierre de la planta de Nissan en Barcelona. De momento, lo que tenemos son políticos ajustando cuentas con la navaja en la mano y marcando el rumbo a los que vengan después.

Si repiten lo mismo en ese foro que lo que se tiran a la cara todos los días en el hemiciclo, ¿para qué sirve esa comisión?

¿De quién es la culpa? No se lo van a creer, pero parece que los responsables son todos los españoles. Eso al menos dice el número dos del PP. Teodoro García Egea afirma que los ciudadanos están muy enfadados por esta crisis y “es normal que esa crispación y ese enfado de la gente en la calle se traslade al hemiciclo”. Si viviera y pudiera hablar, el caballo de Espartero tendría algo que decir sobre el estilo de Egea de hacer política.

Para investigar las causas de un incendio provocado, más que echarle la culpa a todo el mundo que está mirando las llamas, conviene indagar si alguien tiene una lata vacía de gasolina en la mano. Resulta gracioso que Egea diga esto cuando la persona que ha causado el último fuego fatuo es la misma que no desperdicia ninguna ocasión de atormentarle. Cayetana Álvarez de Toledo no sólo intenta hacer sufrir a sus adversarios, sino también a sus compañeros de bancada. La portavoz del grupo parlamentario se ha caracterizado siempre por no necesitar mucho –le vale con una conversación con periodistas en pasillos– para tapar las comparecencias de Egea y dejarle sin titulares en los medios.

Lo ocurrido el miércoles en el pleno, cuando el PP decidió que debía centrar la jornada en atacar al ministro de Interior, fue otra demostración de que la marquesa de la mirada heladora cuenta con su propia agenda. Otros diputados del partido se batieron el cobre para cumplir las órdenes y fueron a por Marlaska. Ella tenía sus planes bien preparados. En una interpelación sobre el pacto con Bildu sobre la reforma laboral, buscó provocar a Pablo Iglesias con ataques personales para ganarse los titulares, los minutos de la televisión y la portada de ABC (ahí fracasó, no podía ganarle al rey).

Lo malo es que los insultos de Álvarez de Toledo acabaron eclipsando al propio Pablo Casado, que se supone que debería ser la estrella de su partido en las sesiones de control. Y Casado necesita minutos de calidad, porque ver ovejas y visitar empresas textiles no es lo mismo que enfrentarse directamente a Pedro Sánchez en el Congreso. Por eso, según El Confidencial, cunde el desánimo en el grupo parlamentario al creer que la actitud de su portavoz perjudica al partido y a su líder: “Con un escándalo como el que tienen en Interior, es absurdo hacer esto. Y menos aún recurrir a los insultos”.

Álvarez de Toledo llevaba un mes sin dar una rueda de prensa. Había comprobado que su partido no contaba con ella para hacer de portavoz en ese ring de boxeo que va a ser la Comisión de Reconstrucción y reaccionó como una prima donna que no tolera no ser la estrella de la función. Llamar “hijo de un terrorista” a Iglesias le permitió volver al escenario, y no lo va a abandonar fácilmente. El jueves, volvió a repetir el ataque y lo hizo fuera del Parlamento, lo que es un detalle interesante. Legalmente, resulta dudoso que se pueda condenar a un diputado por opiniones expresadas en la tribuna del Congreso, pero no es igual si se hace en otro foro. Nada le satisfaría más que presentarse ante un tribunal disfrazada de Juana de Arco. Intentaría prenderse fuego antes de pasar por el detector de metales.

En Vox no necesitan elegir la ocasión ni tienen problemas con que un diputado hable más alto que el líder. Ahí tienen barra libre para avivar toda clase de hogueras. El jueves, contaron con la colaboración de Pablo Iglesias, que decidió que para hablar de reconstrucción era muy importante especular sobre los deseos secretos de la extrema derecha: “Yo creo que a ustedes les gustaría dar un golpe de Estado, pero no se atreven”. Están los de Vox como para que les digan que no son lo bastante hombres para tirarse al monte. Iván Espinosa de los Monteros abandonó airado la comisión. Ya había hecho el día.

Antes, una portavoz de Vox había acusado al Gobierno de provocar la muerte de miles de ancianos al “encerrarlos” en las residencias. Cada vez que abren la boca dejan en evidencia a Casado y ofrecen una gran oportunidad al PSOE y Podemos para presentar al PP como un partido que sólo puede llegar a La Moncloa si se alía con unos sociópatas. Aunque para que esa estrategia funcione, les conviene no caer en las trampas.

Por eso, cuando el alcalde de Madrid dice que la culpa de que Álvarez de Toledo vaya insultando a la gente es de Podemos, porque desde que ese partido entró en la política española “se ha producido un nivel de encanallamiento muy importante”, queda demostrado que los dirigentes del PP con algo de seso son conscientes de que no podrán presentarse como un partido fiable en el Gobierno si están más ocupados en la batalla de los insultos. Y de ahí el intento de Martínez Almeida de abrir la manguera a ver si cuela.

Por la tarde, la Comisión de Reconstrucción tuvo otro momento para la pelea a cuenta de otra provocación de Vox. La disputa acalorada fue entre dos miembros de la Mesa de la Comisión –su presidente, Patxi López, y Enrique Santiago, de Unidas Podemos–, lo que ya es de nota. Posteriormente, López pidió disculpas por el espectáculo ofrecido.

“Me gustaría que fuéramos capaces de volver a entender por qué y para quién estamos aquí”, dijo Patxi López, “y no es para insultarnos, ni para atacarnos, sino para demostrar que la política sirve para mejorar la vida de la gente, para demostrar que si hemos querido estar aquí es por algo. Y ese algo tiene los nombres y los apellidos de los que han sufrido, sufren y van a sufrir las consecuencias de una pandemia brutal. Compatriotas que sin la política, es decir, sin lo que decidamos nosotros, estarán absolutamente abandonados”.

Veamos qué estilo se impone en futuras sesiones de esa comisión. Si el modelo Cayetana o el modelo Patxi.

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