Cerca de 90 minutos de monólogo de José María Aznar interrumpido por breves comentarios de Pablo Casado, dan para mucho. El expresidente del Gobierno ha sido el invitado estrella en la cuarta jornada de la convenció itinerante del PP, a su paso por Sevilla, y no se ha salido un ápice del personaje que ha ido creando desde que dejó el Palacio de la Moncloa en 2004. Como una bombilla de bajo consumo, Aznar ha ido cogiendo fuerza durante la charla, centrada en origen en la llamada “crisis institucional” pero que en realidad ha consistido en un compendio de consejos del maestro al que fuera su pupilo, hoy convertido en presidente del partido y a quien se ha puesto 2a disposición“, después de coquetear con las veleidades emancipatorias de Isabel Díaz Ayuso.
Aznar ha pasado de un tono moderado para exponer las recetas económicas habituales en las derechas, como la reducción de impuestos, el recorte de gasto público o la reforma de las pensiones; a arremeter contra “el indigenismo, que es el nuevo comunismo”; caricaturizar al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; arremeter contra el papa Francisco o clamar contra la “Memoria Histórica” y animar a dar “la batalla cultural”.
Casado ha hecho en la presentación del coloquio un paralelismo entre lo ocurrido en los años 90 del siglo pasado, antes de que Aznar llegara al poder, y lo que sucede hoy. Pero el expresidente ha dicho que “hoy la situación es más grave” ya que la UE va a “restablecer” las reglas de estabilidad presupuestaria y el BCE, ha vaticinado, dejará de comprar deuda.
En opinión de Aznar, se precisa de “un cambio fiscal que reactive la economía”, para lo que ha recordado que “la primera vez que se bajaron los impuestos en España fue en 1999”, con él en Moncloa. Además, una reforma laboral, cuando todavía está vigente la contrarreforma de 2012. Y, por último, una reforma de las pensiones porque “el sistema no es sostenible”.
Hasta aquí, lo conocido. Las recetas clásicas de las derechas. Pero Aznar ha abordado otras cuestiones, como la “crisis institucional” propiamente dicha, justo el día en que el Consejo de Europa insisten en sus recomendaciones a España para que modifique la fórmula para designar a los vocales del Consejo General del Poder Judicial. “España se está latinoamericanizando en el peor sentido”, ha dicho, en el primero de varios comentarios despectivos hacia la región.
Aznar ha señalado a los “populismos” como el principal “enemigo interno que tiene la democracia liberal” porque “afecta a los valores, las costumbres y las instituciones”. “La España del futuro que tú tienes que gobernar necesita orden”, le ha dicho a Casado. “Este es un país desordenado, las cosas están desordenadas”, ha dicho. “Y hay que ordenar la casa aplicando la Constitución”, ha añadido. Aznar ha criticado una supuesta “utilización de los cuerpos y personas por parte del Gobierno”, ha dicho que el Congreso y el Senado no funcionan como deberían y que existe una “inseguridad jurídica” que lastra las inversiones en el país.
Pero ha sido al llegar a la “crisis territorial” cuando Aznar ha comenzado a elevar realmente el tono. “Es el asunto más grave que tenemos”, ha dicho. “España es una nación. No siete, ni cuatro ni ni 17 ni 21. Una nación plural, pero una. Constitutivamente plural, pero una. No es un estado plurinacional, plurinivel ni la madre que los parió”, ha espetado, arrancando un gran aplauso y muchas risas cómplices entre los presentes, también de Pablo Casado.
Aznar también ha sentado doctrina al asegurar que las lenguas cooficiales solo lo son en sus respectivas Comunidades Autónomas, y ha rechazado la posibilidad de que en el Senado se permita el uso del catalán, el gallego o el euskera: “En las instituciones nacionales de Madrid se habla en castellano”. También ha arremetido contra la educación en dichas lenguas cooficiales y ha reconocido que “la ilegalización de Batasuna fue un momento cuando el constitucionalismo vivió mejor en el País Vasco”, para calificar a EH Bildu de “organización terrorista”.
Defensa de la “evangelización” de América
El expresidente ha saltado de ahí a sumarse a las críticas de Isabel Díaz Ayuso al papa Francisco por pedir perdón a México por la participación del cristianismo en la conquista de América. “En esta época en la que se pide perdón por todo, yo no voy a engrosar las filas de los que piden perdón. Lo diga quien lo diga”, ha dicho, sin atreverse a mencionar al jefe de la Iglesia Católica.
“Por defender la nación española, las creaciones, la historia de España con sus claros y sus oscuros, yo estoy dispuesto a sentirme muy orgulloso, pero no voy a pedir perdón”, ha insistido. Casado le ha dado la réplica al señalar que “España es, después de Grecia y Roma, la nación más importante de la historia de la Humanidad en cuanto a contribución a los demás países, con el fenómeno de la Hispanidad pese a la leyenda negra, la cancelación y el revisionismo histórico patrocinada por los partidos del Gobierno”.
Latinoamérica es otra de las grandes obsesiones de Aznar, en un viaje que le ha llevado de fotografiarse con Hugo Chávez a defender asonadas golpistas. En su tesis, la relación de España con los países americanos debe tener como objetivo que estos se supediten a las necesidades de Europa, que a su vez debe subordinarse a la política de Estados Unidos.
“¿Europa puede vivir sola?”, se ha preguntado el expresidente. “Es posible imaginarse Europa sola, en el mundo que viene, sin tener en cuenta el vínculo con EE UU”, ha apuntado, para insistir en que “la relación con EE UU se debilita”.
Además del debilitamiento de Europa, Aznar ha detectado otro en Latinoamérica. Y ha detectado un claro culpable. “El indigenismo nuevo comunismo”, ha dicho, para añadir que “el indigenismo solo puede ir contra España, no contra EE UU”.
Aznar ha recuperado la cuestión mexicana para hacer un chiste sobre el nombre del presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, y espetarle que son la conquista de América por parte del Reino de Castilla “usted no estaría ahí, no se llamaría como se llama, no se hubiera bautizado ni se hubiera producido la evangelización de América”.
Por último, Aznar ha pedido a Casado que “derogue la Ley de Memoria Democrática” cuando llegue al Gobierno por ser una “incitación al revisionismo absurdo”. También le ha reclamado derogar las leyes educativas y dar “la batalla cultural” en la que, ha dicho, él mismo fue “un ejemplo”.
“Las batallas que no se dan, se pierden”, ha dicho, para zanjar: “No hay nada peor que un político marioneta de las tiranías culturales al servicio de las redes sociales. No hay nada peor que eso”.
Tras casi hora y media de adoctrinamiento, Aznar ha zanjado su intervención: “Para lo que quieras estoy humildemente a tu disposición”.