Diagnóstico del PP sobre el coronavirus: las feministas tiraron una “bomba biológica” y somos los mejores del mundo

Un mes después del inicio del estado de alarma, la Asamblea de Madrid tuvo su primer acto parlamentario en el que el Gobierno autonómico dio cuentas por vía telemática a la oposición sobre su política sanitaria en la crisis del coronavirus. En el Congreso, el Partido Popular se ha mostrado indignado por su escasa actividad y por ello ha acusado al Gobierno de silenciar al legislativo, a pesar de que el ministro de Sanidad ha comparecido en varias ocasiones. En la Comunidad de Madrid no habían tenido esa suerte. Su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, dio positivo, lo que no le impidió multiplicarse en apariciones en los medios de comunicación. Su consejero de Sanidad decidió solidarizarse con ella y se aisló en su despacho. Es decir, se aisló de los parlamentarios.

España es el país con más número de muertes por coronavirus del mundo en relación a su población. Es cierto y es algo que recuerda el PP con frecuencia. Madrid, gobernada por el PP, es la autonomía española en que la emergencia sanitaria ha tenido consecuencias más terribles, tanto en los hospitales como en las residencias de ancianos. Ha sido “una de las mayores catástrofes sanitarias del siglo”, dijo el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, y no exageraba. “Nunca nos habíamos enfrentado a nada igual”.

Por alguna razón, en cuanto a responsabilidades políticas, la institución que tiene en Madrid las competencias de sanidad no puede hacer otra cosa más que felicitarse por su actuación en mitad de esta tragedia. La culpa es de los otros. “El sistema sanitario de Madrid ha actuado de forma ágil y responsable”, presumió el consejero. Ruiz Escudero siguió el manual de las ruedas de prensa de Donald Trump –donde los demás participantes empiezan sus intervenciones elogiando el “liderazgo del presidente Trump”– para continuar diciendo que todo se había hecho “bajo el liderazgo de la presidenta Díaz Ayuso”.

Pero no se paró ahí. El amor desenfrenado a la gestión propia nunca es un defecto en política. El salto mortal le llevó muy lejos. “La Comunidad de Madrid ha liderado la gestión internacional de esta crisis”, destacó. Apártense, alemanes y surcoreanos, exageradamente alabados por los medios internacionales. Son ellos los que han tomado ejemplo de Madrid y de su presidenta.

En Madrid, han fallecido 6.568 personas hasta el 14 de abril por el coronavirus, según los registros oficiales, un 36% del total de España (en la comunidad vive el 14% de la población española). Ha sufrido 48.048 casos, un 28% del total.

Si la catástrofe ha sido inmensa y la mortalidad en Madrid, altísima, ¿cuál es la causa de tales cifras? ¿Qué ha ocurrido para que se produzcan? Como en las películas de intriga, hay que buscar un culpable al que se le pueda cargar el mochuelo. El PP lo tiene, o al menos está seguro de ello su portavoz en la Asamblea, Eduardo Raboso, que dijo que las manifestaciones feministas del 8M “convirtieron a España en una bomba biológica” que llegó a provocar “una hecatombe”. No dijo lo mismo de las misas –Dios no lo quiera– ni de los acontecimientos deportivos.

Las bombas no caen solas. Alguien las lanza. Por tanto, no es exagerado deducir que Raboso estaba acusando a los que organizaron y participaron en esas concentraciones –entre ellos, varios dirigentes del PP, como su diputada Cuca Gamarra– de ser los responsables de la mortalidad.

Raboso es doctor en Medicina y responsable de Otorrinolaringología en el Hospital de La Princesa. No es como Abascal hablando de medicina o epidemias. Es otro nivel. Pero, como médico y profesor, habla con un poco de ligereza sobre la muerte de miles de personas. Sólo le faltó acusar al feminismo de crímenes contra la humanidad. Eso queda para futuras comparecencias.

Luego recurrió a los datos. Dijo en una intervención posterior –no había tenido suficiente con la primera– que el 75% de los afectados por el coronavirus en el mundo son hombres. Y ahora el hecho diferencial. “Menos en España, donde el 52,2% son mujeres”. Ya había hecho su diagnóstico profesional y firmado su receta.

El informe del Instituto Carlos III sobre la situación del coronavirus en España con fecha de 13 de abril confirma esas cifras sobre los casos: 52,2% mujeres, 47,7% hombres. Pero hay más. Otros datos del informe completan la imagen. El 62% de los fallecidos son hombres, el 38% son mujeres. El 57% de los hospitalizados son hombres. El 71% de los internados en UCI son hombres. Queda para otra ocasión que Raboso acuse a las mujeres de haber contagiado la enfermedad a los hombres, como en la Edad Media, cuando ellas eran acusadas de llevar a los varones a la perdición o al encuentro con el maligno.

Al igual que en otras muchas cuestiones relacionados con las investigaciones sobre el coronavirus, tardaremos mucho tiempo en descubrir con precisión causas y tendencias. Hay muchas cosas que los científicos saben que no saben. Pero el doctor Raboso ya tiene las cosas muy claras y le vienen genial para acusar al feminismo poco menos de haber traído a España la peste negra. En política no hay que tener tanta precisión como en la medicina. En la segunda, la confusión puede hacer que se pierdan vidas. En política, es obligada si quieres enterrar al rival.

¿Quién manda sobre la sanidad en Madrid?

Las intervenciones del consejero de Sanidad dejaron una duda. Si la gestión sanitaria en Madrid ha sido excelente al ejercer de forma brillante las competencias que la ley asigna a su Gobierno, ¿por qué tantas muertes? ¿A todos los han matado las feministas? ¿A algunos los ha eliminado el ministro de Sanidad desenchufando las máquinas de los hospitales?

La oposición se ocupó de recordar al consejero una obviedad. Las competencias de Sanidad están en poder del Gobierno autonómico desde hace décadas. Los responsables de esa gestión están en el Gobierno de Ayuso o en términos más amplios en el PP desde hace 25 años.

Mónica García, portavoz de Más Madrid, preguntó “si en algún momento les han hecho un 155”. Los problemas no son de ahora: “Somos la segunda comunidad con menos presupuesto de sanidad (por habitante) y la cuarta por abajo con menos personal sanitario”. El socialista José Manuel Freire recordó que la sanidad es competencia autonómica desde los años 80, también sobre situaciones de emergencia en la salud pública: “Miente el señor Raboso cuando dice que el Gobierno (central) quiso incautarse de material de protección o que vetara las compras por las comunidades autónomas”.

“Los responsables en primer lugar para conseguir medios para luchar contra la enfermedad eran ustedes”, dijo Gador Joya, de Vox. “¿Por qué no compraron ustedes antes el material que podría haber salvado tantas vidas en Madrid?” (no hubo respuesta a esa pregunta). Joya también afirmó que el 20 de enero Díaz Ayuso anunció “que estaba todo previsto”. En febrero, dijo lo mismo.

Sobre las residencias de ancianos, también competencia exclusiva del Gobierno de Ayuso, Joya tuvo que recordar que se prometió dotar de recursos médicos a esos centros y que luego fueron abandonadas a su suerte. Lo que llamó “el gran escándalo, el escarnio y abandono de nuestros mayores”.

Sobre las residencias, al menos el consejero y el portavoz del PP no acusaron de nada a las feministas. Veremos en futuras comparecencias.

El consejero Ruiz Escudero se quejó de que su Gobierno no tenía “crédito ni recursos del Estado” para comprar material médico en un mercado distorsionado por la demanda masiva desde todo el planeta. Son las cosas del mercado en tiempos de pandemia. Díaz Ayuso ya había comentado hace unas semanas, anonadada, que en estas compras de urgencia el proveedor exigía el pago de una parte por adelantado. Parece que esperaba poder pagar a plazos, mientras un numeroso grupo de compradores estaban haciendo transferencias inmediatas desde todo el mundo.

Aun así, el consejero dijo que por cada cien unidades de protección conseguidas por la Comunidad, el Estado sólo ha aportado diez. En otras palabras, alardeó de haber hecho lo que estaba obligado a hacer, a menos que su idea fuera quedarse en el despacho a esperar que el ministro Illa le enviara las mascarillas.

Mónica García recordó que en el BOE donde aparece la declaración del estado de alarma se precisaba que las competencias de sanidad seguían en las autonomías y dio las cifras de funcionarios en ambas administraciones (Ministerio de Sanidad: 1.200; Consejería de Sanidad: 75.000). Así que como mucho el Gobierno les forzó a hacer lo que ya estaban obligados. Eso sí, la compra de material se hizo “gracias al inagotable esfuerzo de la presidenta Díaz Ayuso”, según el consejero, otro detalle que hubiera emocionado a Donald Trump.

Nunca seas tímido a la hora de elogiar a tu líder. Vivirás más tiempo en política, en especial si estás al mando de un sistema sanitario que ha sido arrasado por un virus.

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