CRÓNICA

Cómo defender la Constitución sin tener ni idea sobre la Constitución

18 de septiembre de 2023 22:42 h

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Después de recibir el aviso de José María Aznar, el Partido Popular ya se ha puesto en la longitud de onda adecuada. Se acabó eso tan propio de Feijóo de dar prioridad a la vía institucional, más aún cuando estamos a una semana de su discurso de investidura en el Congreso. Lo que toca es quitar el polvo a las trincheras y lanzarse a ellas. Esta es la semana del mitin que Feijóo dará en una explanada de Madrid y que ha comenzado con Isabel Díaz Ayuso marcando doctrina con una intervención en el Foro de El Mundo. 

Tan convencida está la presidenta de Madrid de que la mejor medicina para superar la decepción del 23J es volver a ponerse el cuchillo entre los dientes que exigió el lunes a Pedro Sánchez que convoque elecciones cuanto antes. ¿Elecciones? ¿No acabamos de celebrarlas? 

“Reto a Sánchez a que vayamos a elecciones y diga en su programa electoral que quiere amnistía, autodeterminación y que en el Congreso no nos vamos a entender con nuestra lengua común”, dijo Ayuso. 

Así está más claro. El presidente en funciones es quien debe convocar las elecciones. ¿En funciones? Pero si sólo puede adoptar decisiones sobre asuntos de trámite. Aunque es sabido que los gobiernos tienen una concepción muy generosa de lo que significa este último punto, lo de poner fin a la legislatura antes de que comience sí está más allá de sus competencias en estos momentos.

Sánchez no puede convocarlas cuando aún no se ha celebrado la sesión de investidura del candidato al que el jefe del Estado encargó esa función. O cuando tampoco ha tenido él la opción de formar un Gobierno en el caso de que reúna los apoyos necesarios.

Sólo si no hay Gobierno a la vista con mayoría parlamentaria pasado un tiempo, la convocatoria se produce automáticamente para celebrar nuevas elecciones.

Se escribieron unos cuantos artículos, también en la prensa conservadora, sobre cómo el PP había fracasado en julio con su llamada a las armas, ya que había conseguido movilizar a la izquierda, lo que no había ocurrido en mayo. Se habló de que el PP debía revisar su estrategia para no tropezarse con la pared de la realidad.

Ya está todo olvidado. La promesa del partido de hacer más ejercicio y comer de forma más saludable después del verano no ha llegado ni a finales de mes. Regresa el tremendismo, que en realidad nunca se fue del todo. Si parecía estar en segundo plano era porque el PP de Madrid lo conservaba a buen recaudo. Las palabras de Aznar obligaron a ponerse en marcha con el arsenal de costumbre.

No hay límites en el uso del arma dialéctica. De la misma forma que el PP defiende la Constitución mientras se niega a pactar la renovación del CGPJ pendiente desde hace más de 1.500 días, ahora se piden elecciones cuando lo que toca es esperar a que el Congreso vote al candidato o candidatos que aspiran a presidir el Gobierno.

La simple discusión sobre si Sánchez se atreverá a conceder algún tipo de amnistía con la intención de ganar los votos de Junts en el Congreso ha hecho que Ayuso anuncie algo que por lo demás ya había proclamado antes cien veces. “Ya no somos iguales ante la ley”, anunció. Preside el mismo Gobierno que ha perdonado más de 1.200 millones de euros a los ciudadanos más ricos de Madrid gracias a la bonificación en el Impuesto de Patrimonio. Los pobres no son tan iguales a los ricos en la región madrileña para las cosas que importan.

Al igual que tras otras elecciones, el resultado del PP en Catalunya vuelve a plantear su desventaja al partir de una situación marginal en una de las comunidades más pobladas. La respuesta del partido ha sido rápida. Consiste en no moverse ni un centímetro sobre la primacía del castellano sobre las otras lenguas que se hablan en España. No es suficiente con oponerse al uso del catalán, euskera y gallego en el Congreso, que se empieza a discutir en el pleno este martes. Hay que sonar despectivo.

Borja Sémper dijo el lunes que contar con varias lenguas en un país es un ejemplo de riqueza cultural, que él entiende el euskera y que se defiende hablándolo. Pero no en el Congreso. Es de suponer que eso iría contra la tradición centralista de España anterior a la Constitución. Pero siempre se puede defender esa idea de manera que parezca insultante. “No vamos a hacer el canelo”, dijo el portavoz del PP para explicar por qué sus diputados sólo hablarán en castellano en el legislativo.

Ya lo decía un dirigente del PP citado por el director de ABC en un artículo reciente: “Desde antes del 23J se ve que no comprendemos lo que se nos viene encima. Sacaron esa campaña de 'Verano azul', infantil, y la película que había que haber puesto es la de 'Tiburón'”.

Esa es la película favorita de Ayuso, sobre todo la parte en que el tiburón se merienda a todo lo que se le pone por delante. Morder y no soltar la presa hasta que la pierna se desprenda. Si comienza la legislatura en unas semanas, el agua se teñirá de rojo en el hemiciclo. La mejor forma de defender la Constitución y la concordia entre españoles.