El tamaño de un chaleco antibalas es el responsable del conflicto, unido a una guardia civil que lucha por su seguridad y busca soluciones a la falta de respuestas oficiales. Y a todo ello se le añade la actitud de un capitán que le obliga a ponerse una prenda que no se ajusta al cuerpo de la agente y que puede generar problemas a su propia seguridad.
Una agente de la Guardia Civil, destinada en la IV compañía en la comarca de Vitigudino, al oeste de la provincia de Salamanca, ha visto cómo su empeño en luchar por la seguridad laboral se ha convertido en un problema para sus mandos.
Así, hace un mes la agente participó en un control rutinario de la IV compañía de la Guardia Civil en la provincia salmantina, cuando su capitán le ordenó ponerse el chaleco antibalas, una de las prendas obligadas al estar España en alerta 4, por terrorismo yihaidista. Sin embargo, según fuentes cercanas a la guardia civil, ésta se negó a ponérselo ya que “le quedan grandes”. Hasta ahora, la Guardia Civil facilita a sus agentes chalecos “unisex” para todos sus miembros, ya sean hombres o mujeres.
La agente también advirtió a su capitán de que ella tenía uno propio, que se había comprado hace más de un año ante este tipo de problemas, y que se lo pondría. Sin embargo, el oficial de la Guardia Civil decidió paralizar el control ante lo que consideraba una “insubordinación” por parte de su subordinada. Y, además, presenta una denuncia ante el Juzgado Togado Militar en lugar de hacerlo ante la propia Comandancia de Salamanca, según han apostillado fuentes de la Benemérita.
Como consecuencia, el tribunal militar ha iniciado diligencias para determinar si la actuación de la agente es constitutiva de un delito de insubordinación. Y, además, la ha citado en calidad de investigada.
La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ha lanzado un escrito en el que se preguntan “dónde ha quedado la obligación de la cadena de mando de velar por la salud y seguridad de los trabajadores”. También añade que “el actual Gobierno de España, y como él los anteriores, sabe que la carencia más básica en seguridad de los guardias civiles no es otra que la falta de dotación personal de chalecos antibalas”.
El relato que hace este sindicato de los hechos comienza con la premisa de que “en la prestación de un control policial y ante la carencia de chaleco antibalas femenino de dotación oficial, solicitó hacer uso del suyo propio que había adquirido por unos 500 euros”. Una prenda que, según el escrito, lleva utilizando “sin más problemas” desde hace unos años.
“Sin embargo, el oficial al mando denegó su uso, ordenando que usara uno masculino a sabiendas de que el mismo le impedía el acceso a su arma reglamentaria y a los grilletes debido a su excesivo tamaño”, añade la AUGC.
Tras conocerse este escrito, otro sindicato de la Guardia Civil, la Asociación Profesional Unión de Oficiales de la Guardia Civil ha defendido la actuación del capitán de la Benemérita al afirmar que se trata de un “incumplimiento voluntario por parte de la guardia civil a la orden dada por el oficial”. Según esta organización, el capitán “se limita simplemente a cumplir una orden superior y actuar en consecuencia ante una desobediencia clara, flagrante y deliberada en presencia de otros compañeros”.
Sin embargo, se ha instado a la Dirección General de la Guardia Civil “a que dote de chalecos antibalas femeninos” y ha criticado a la AUGC por el “escarnio público injustificado en que se ha visto envuelto el oficial”.