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Breve historia de la disciplina de voto en Congreso y Senado

Sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.

Carmen Moraga

“La disciplina es para el ejército”. Así justificó el senador del Grupo Popular Juan Morano su decisión de votar en contra de un drástico recorte de las ayudas al carbón para su tierra, León, durante el debate de los presupuestos de Industria celebrado en julio de 2012.

Su postura, en contra de las directrices marcadas por su grupo parlamentario, y aquellas declaraciones posteriores, le costaron a Morano la suspensión cautelar de militancia y la apertura de un expediente sancionador. El exalcalde de León no esperó a que el trámite finalizara y a los pocos días dio un portazo a la formación de Mariano Rajoy, que acababa de lograr la mayoría absoluta en ambas Cámaras, y se dio de baja en el partido. “En el PP no hay democracia”, sentenció en su despedida. Sin embargo, el histórico dirigente popular no abandonó su escaño, como le pidió el PP. Se pasó al Grupo Mixto, donde continúa a día de hoy.

La Constitución deja claro que los escaños pertenecen a los parlamentarios electos, y en su artículo 67.2 establece que “los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo”. Pero las formaciones políticas se escudan en que quienes concurren a los comicios se comprometen con el programa electoral, al que deben ser leales.

En el PP y en el PSOE existen reglamentos internos que castigan las posturas díscolas con severidad. Romper la disciplina de voto en el Congreso o en el Senado puede llegar a costar a los parlamentarios de los dos grupos mayoritarios entre 200 y 600 euros de multa, según se considere la falta, leve o muy grave.

Las sanciones se les descuentan automáticamente del sueldo, que, sin contar con los pluses que algunos cobran por ostentar portavocías o ser miembros de las mesas de las comisiones, es de 2.813 euros mensuales. A esta cantidad hay que sumar 870,56 euros por manutención para los diputados por Madrid; y 1.823,86 euros, para los de otras provincias.

En otros grupos, como la Izquierda Plural, CiU, PNV o UPyD, no existen reglas escritas y, al contar con un número bastante menor de escaños, no suele haber tanta discrepancia. En cualquier caso, son más permisivos que los grandes partidos. En CiU, por ejemplo, donde conviven dos almas (democristiana y convergente), se ha dado libertad de voto en temas sensibles como el aborto. En la Izquierda Plural ni se plantean una sanción a un diputado por no acatar la disciplina de voto porque aseguran que creen “en la libertad de conciencia”. Igual ocurre en UPyD, donde, hasta la fecha, no se han suscitado diferencias internas en el criterio de voto.

Los socialistas cuentan con notorios casos de diputados o senadores que se han atrevido a plantar cara a las direcciones de sus partidos. También en las filas del PP hay varios casos de diputados díscolos. El más paradigmático, sin ser el único, es el de Celia Villalobos. La diputada malagueña se ha significado en diversas ocasiones, desmarcándose de su partido a la hora de votar la ley de matrimonio homosexual o en iniciativas relacionadas con el aborto. Por ello, Villalobos ha sido sancionada en varias ocasiones. Y posiblemente le ocurra igual cuando llegue al Congreso la reforma de la actual ley que ha planteado Gallardón.

La lista de parlamentarios del PP y del PSOE que han sacado los pies del tiesto, ganándose en muchas ocasiones la consiguiente sanción, es larga. Estos son los casos más sonados.

Partido Popular

Abril de 2003. El diputado por Huesca Luis Acín, antiguo miembro del PAR, renunció a su escaño en el Congreso y se dio de baja en el partido por no estar de acuerdo con la participación de España en la guerra de Irak. De esta manera, evitó tener que votar en el Congreso.

Octubre de 2003. Ángel Pintado, diputado por Huesca, votó en contra de la Ley de Reproducción Asistida con embriones. Otros ocho parlamentarios del PP no acudieron a la votación. La dirección del grupo se mostró esta vez comprensiva y dijo que no emprendería sanciones contra Pintado por entender que el sentido de su voto no se debía “a razones de indisciplina”.

Abril de 2005. La diputada por Málaga, Celia Villalobos, votó a favor de la ley del matrimonio homosexual que el PP rechazó. El diputado por Salamanca Gonzalo Robles y la diputada asturiana Alicia Castro se abstuvieron. Castro explicó después que se había equivocado. María Pía Sánchez, diputada por Badajoz, no participó en la votación.

Ese mismo mes, en la reforma de la Ley del Divorcio, en la que el PP se abstuvo, votaron en contra rompiendo la disciplina de voto el diputado por Alicante, Federico Trillo; Antonio Gutiérrez Molina, diputado por Melilla; el canario Luis de Torres y el diputado por Madrid, Francisco Villar.

Octubre de 2008. Los diputados murcianos Arsenio Pacheco y Alberto Garre rompieron la disciplina de voto y fueron sancionados por rechazar en el Congreso la tramitación de la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha por incluir el fin del trasvase Tajo-Segura.

Septiembre de 2011. El diputado por Teruel y expresidente de Aragón, Santiago Lanzuela, y el diputado por Huesca, Ángel Pintado, rechazan en el Congreso una moción pactada por CiU y PSOE, que apoyaba el PP, en defensa del Corredor ferroviario Mediterráneo como prioritario.

El ahora vicesecretario general de Organización del PP, y diputado por Cáceres, Carlos Floriano, y Alejandro Ramírez del Molino Morán, diputado por Badajoz, se abstuvieron. Floriano dijo que en su caso “había sido un error”.

Abril 2012. Rompen la disciplina de voto los senadores Ricardo Canals, Antonio Ignacio Romero, Miguel Angel Pintado, Carmen Azuara y Octavio Adolfo López, en una moción del PSOE en la que se pedía al Gobierno vetar los trasvases en el plan hidrológico nacional. Los 5 senadores se abstuvieron mientras el resto del PP votó en cntra.

Partido Socialista

Partido Socialista

Noviembre de 2005. El diputado asturiano Álvaro Cuesta y sus compañeros de grupo Ángel Martínez Sanjuán y Francisco Garrido apoyaron una enmienda presentada por Izquierda Unida a los Presupuestos Generales del Estado en la que se pedía que se suprimiera la financiación por parte de Estado a la Iglesia. Otros cuatro diputados se abstuvieron: Victorino Mayoral, Juan Luis Rascón, Delia Blanco y Carmen Alborch. Todos fueron sancionados.

Mayo de 2008. El diputado de Izquierda Socialista Juan Antonio Barrio de Penagos fue multado por votar en el Congreso a favor de una moción de ICV que pedía la reprobación del exdirector de la Oficina Económica del Gobierno, David Taguas.

Junio 2010. El exsecretario general de CCOO y diputado por Madrid, Antonio Gutiérrez, se abstuvo en la reforma laboral de Zapatero.

Agosto 2011. Antonio Gutiérrez votó también en contra de la propuesta de reforma de la Constitución, para garantizar la estabilidad presupuestaria pactada por el PSOE y el PP. También rompieron la disciplina de voto los senadores del PSE-EE Imanol Zubero y Roberto Lertxundi.

Febrero de 2013. La diputada Carme Chacón y otros 13 diputados del PSC fueron sancionados por la dirección del Grupo Socialista por no respetar la disciplina de voto en el debate de dos iniciativas de CiU e ICV sobre el derecho a decidir. Chacón no llegó siquiera a apretar el botón, mientras el resto de sus compañeros del PSC votaban a favor y los diputados del PSOE, en contra. Este caso provocó la salida del diputado del PSC José Zaragoza de la direccion del grupo parlamentario.

Octubre de 2013. Los diputados del PSC vuelven a romper la disciplina de voto y se abstienen en la votación de la moción de UPyD contra el derecho a decidir en Cataluña. Los diputados del PSOE la apoyaron.

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