“Hoy nace Equo, un proyecto que quiere ir más allá de 2012”. La frase fue pronunciada por Juan López de Uralde en junio de 2011 durante el lanzamiento formal de un nuevo partido ecologista. La idea era aunar a todas las organizaciones y asociaciones verdes españolas para lanzar una candidatura con opciones reales de obtener representación institucional e incidir en las políticas ante un reto, el del cambio climático, que, siete años después, mantiene su urgencia. Ese “más allá de 2012” que pronunció el exdirector de Greenpeace España en uno de los pocos olivares de Madrid puede tener ya fecha de caducidad: 2019. Las diferencias de estrategia en el seno del partido no solo han hecho estallar la dirección, también dejarán a Equo fuera de las elecciones europeas. Dirigentes del partido reconocen que, en el mejor de los casos, habrá que afrontar una refundación tras el ciclo electoral. En el peor, una escisión que derive en su disolución.
Equo arrancó con mal pie su andadura en un momento en el que los partidos ecologistas llevaban años despuntando en algunos países europeos. No llegó a tiempo para concurrir a las municipales y autonómicas de mayo de aquel 2011, en pleno tsunami del 15M, y quedó fuera del Congreso en noviembre del mismo año. Uralde, que había saltado a la fama por su irrupción en una comida de gala de jefes de Estado y de Gobierno durante una infructuosa cumbre del clima en Copenhague, obtuvo 216.748 votos. Algo menos del 1% del total.
Comenzó entonces una larga travesía en el desierto que se vio mitigada por la alianza que Equo selló con Compromís. La coalición valenciana está integrada por varios partidos. Entre sus fundadores está Els Verds, partido ecologista que selló un acuerdo con Equo para convertirse en su referente en la Comunidad Valenciana.
El diputado que logró Compromís en 2011, Joan Baldoví, lo era también en parte del partido ecologista. Equo obtuvo recursos de esta alianza y Baldoví asistencia técnica en Madrid. Tres años después, ambas organizaciones sellaron una coalición estatal para las europeas de 2014. Junto a otros partidos de ámbito regional, lograron un eurodiputado. El acuerdo electoral suponía ocupar el cargo la mitad del tiempo cada partido: 2,5 años para Jordi Sebastiá (Compromís) y otro tanto para Florent Marcellesi (Equo).
Pero esos comicios supusieron la llegada de un fenómeno político que modificó el tablero político en toda España: Podemos. Su irrupción afectó, especialmente, al flanco izquierdo. Aunque Equo formalmente es un partido ecologista, entre sus fundadoras hay personas provenientes de Izquierda Unida.
Hoy, unos de sus principales referentes es Inés Sabanés, una de las concejalas más conocidas del Gobierno de Manuela Carmena por haber puesto en marcha las políticas de restricción del tráfico en Madrid. Sabanés fue durante años dirigente de IU en la región.
Pero en Equo conviven, y han convivido desde su fundación, dos almas. Una más rojiverde y otra verde en puridad, más asimilable a otros partidos ecologistas europeos que enarbolan la defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático trufado con políticas que podrían considerarse liberales en temas económicos y sociales. Ambas sensibilidades convivieron en la dirección del partido mientras las aguas bajaron calmadas.
La convulsión política que llevó al maratón electoral de 2014-2016 provocó un debate en Equo. La mayoría optó por promover alianzas con otros partidos en lugar de intentar competir en soledad en un ecosistema en el que se estrechaban los márgenes. Si en 2011 no se logró representación en el Congreso, ¿se podría en 2015 con más partidos en liza?
Equo se integró en mayo de 2015 en múltiples candidaturas municipalistas y autonómicas con Podemos y/o IU. Salvo en Catalunya, donde la representación verde es para ICV. En diciembre se decidió por el partido de Pablo Iglesias ante la imposibilidad de un acuerdo amplio que incluyera al de Alberto Garzón.
Fue el mejor año para la formación ecologista. Tres diputados en el Congreso en el seno del grupo confederal. Los tres mantuvieron su escaño tras la repetición electoral de 2016, esta vez ya con IU dentro de la coalición. Además, lograron presencia en parlamentos regionales y en múltiples ayuntamientos.
Tras el ciclo electoral y la frustración por no superar al PSOE en 2016, el espacio de Unidos Podemos entró en crisis. La implosión de Podemos obligó a los aliados a posicionarse. Y la onda expansiva llegó a Equo. El partido verde celebró su III Asamblea federal. Uralde y su compañera de Congreso Rosa Martínez repitieron como coportavoces, aunque sostenían tesis distintas. El eurodiputado, Florent Marcellesi, apoyaba a Martínez. Otros cargos institucionales, a Uralde.
El cónclave no cerró las heridas y la división se fue acrecentando. En enero de 2018 Rosa Martínez dimitió. En 2019 dejaba su acta de diputada para regresar a Euskadi.
La menguante militancia del partido volvió a ser convocada a una Asamblea federal. Uralde daba un paso al lado y dejaba la dirección del partido que fundó. Los estatutos impedían que volviera a presentarse. En su salida, defendió la confluencia con Podemos e IU: “Nuestra apuesta fue reverdecer el espacio político del cambio. Creo que fue la apuesta correcta”.
El debate en la Asamblea federal volvió a girar sobre qué partido quiere ser Equo y la estrategia de alianzas. La decisión fue seguir como hasta entonces. La dirección de Equo volvió a firmar una alianza electoral con Podemos e IU para las generales de 2019.
Pero en Madrid, por ejemplo, la coalición se va a dar con el partido de Manuela Carmena e Íñigo Errejón. El llamado espacio del cambio está en un proceso de recomposición y en las autonómicas y municipales de mayo las alianzas serán asimétricas, independientes en cada comunidad y localidad.
Junto a las generales, se salvaban de la crisis las europeas. Hasta la semana pasada. Un sector de Equo había registrado ante la Junta Electoral Central (JEC) el lunes 8 el acuerdo con Podemos e IU que habían votado las bases. El 11, la otra parte presentó un escrito de renuncia a la coalición e inscribió una nueva con Compromís después de un nuevo referéndum entre las bases que está en vías de impugnación por no respetar, supuestamente, los estatutos.
La bicefalia de Equo, con dos coportavoces con plenas competencias, ha hecho el resto. La JEC se ha limitado a comunicar a las partes que hay dos coaliciones registradas y a pedir que se decidan por una. Algo imposible. Las relaciones están completamente rotas y las dimisiones en la Ejecutiva Federal han comenzado, según aseguran varia fuentes a eldiario.es.
Fuentes del sector afín a Unidas Podemos señala a eldiario.es que mantendrán su apoyo a la alianza de Podemos e IU en las europeas, municipales y autonómicas. “Compartimos proyecto y lo seguiremos haciendo. Debemos reforzar a Unidas Podemos porque es el espacio en el que estamos”, aseguran a este medio.
Enfrente, los partidarios de Compromís dicen estar “concentrados en cumplir con lo que han pedido las bases”. Para ello, podrían recurrir al partido Equo-Verds que forma parte de la coalición valenciana para las europeas. Un resquicio jurídico para que las siglas del partido verde estén en las papeletas el 26 de mayo.
¿Y después? Todo en el aire. Pero unos y otros reconocen que habrá que ir a una “profunda reflexión”. Una forma suave de anticipar una Asamblea federal de incierto desenlace.
“Lo que tenga que pasar será después de las elecciones”, señalan desde el sector afín a Unidas Podemos. “Queremos reforzar el espacio del cambio y las decisiones deberían ser para reforzar Equo y hacerlo dentro de Unidas Podemos. Sacar a Equo de donde ha obtenido mayor representación y visibilidad es una pérdida para Equo”, zanjan.
El otro sector coincide en que “una vez pasadas las elecciones habrá que hacer una reflexión interna para retomar la senda de la unión” para “volver a una situación normalizada”.