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Drones submarinos, aplicaciones de mensajería y criptomonedas: el I+D+i del narco desafía la investigación policial

Alberto Ortiz

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Un submarino cruzó el océano Atlántico a finales de 2019, desde Brasil hasta España, cargado con 3.000 kilogramos de cocaína. Era un aparato autopropulsado, diseñado de forma artesanal, que sobresalía apenas 25 centímetros del nivel del mar y que la tripulación hundió de forma deliberada al llegar a Galicia. Fue la primera vez que la policía detectó este modo de introducir la droga en España, un ejemplo de cómo se ha acelerado el desarrollo tecnológico del narcotráfico en los últimos años, pero que se extiende mucho más allá: drones, vehículos autotripulados o tecnología cripto. 

El intento fue infructuoso, pero sirvió para conocer la sofisticación de la tecnología que estaban usando los narcotraficantes para hacer llegar los alijos de un punto a otro del océano, con aparatos que se utilizaban en lugares como México, pero que hasta ese momento no se habían detectado en España. 

La Guardia Civil interceptó el batiscafo semisumergible en una playa de la ría de Aldán, en Pontevedra. Contaba con un dispositivo de escape de humedad, que evitaba la detección térmica; un silenciador para contener el ruido de los motores; y un motor con una autonomía suficiente para atravesar 5.000 millas náuticas a una velocidad de 10 nudos. Era, según la sentencia de la Audiencia Provincial de Pontevedra, un “artefacto naval que a pesar de estar construida de una manera artesanal era muy eficiente”. 

Helicópteros y radares

Este tipo de embarcaciones no habían sido detectadas hasta ese momento en aguas españolas, pero la policía calculaba que esos submarinos llevaban operando desde hacía tiempo, un modelo más sofisticado que las tradicionales planeadoras de los carteles gallegos. De hecho, en 2006 un dispositivo encontró un narcosubmarino abandonado en la ría de Vigo. La novedad, en los últimos años, ha sido sin embargo la adaptación de estos submarinos a embarcaciones no tripuladas o, como se han denominado, narco-drones submarinos, vehículos submarinos no tripulados o UUV (Unmanned Underwater Vehicle).

Este mismo julio, la Policía Nacional desmanteló una red que usaba varios de estos vehículos, drones submarinos con capacidad para transportar entre 150 y 200 kilos de droga, provistos de motores de hasta 200 CV, controlados desde una consola al otro lado del estrecho y muy difíciles de detectar para los agentes, puesto que se hunde parcialmente en el agua y se entremezcla con el oleaje. 

La policía dio después más detalles de esta operación, denominada ‘Kraken’, desarrollada en paralelo en Cádiz, Málaga y Barcelona y en la que detuvieron hasta ocho personas y se incautaron de diez vehículos de distinto tipo para ocultar y transportar droga, así como de seis drones con hasta 12 motores y capacidad de cubrir un rango de hasta 30 kilómetros debajo del agua. Estos fueron encontrados en una nave de Casteller de la Frontera, en Cádiz. Dos estaban en fase de fabricación y uno prácticamente terminado, que iba a ser entregado a clientes franceses. 

“Por primera vez, se intervienen estos vehículos sumergibles no tripulados que suponían un modus operandi innovador para el transporte de estupefacientes y hemos conseguido desmantelar la organización al completo”, dijo en declaraciones a Televisión Española el inspector jefe de la Udyco, José Antonio Sillero. El conductor del vehículo podía dirigirlo desde una app, a decenas de kilómetros de su casa, gracias a un sistema de GPS y un control remoto que le permitía atracarlo en el lugar deseado de la costa. 

Apenas tres años antes y también en Cádiz, la Policía Nacional consiguió desbaratar una banda de diez personas que empleaban un sistema de rádares instalados en dos domicilios de la Línea de la Concepción para detectar la presencia de policías en la zona y saber en qué momento hacer llegar las embarcaciones cargadas de droga a la costa. El dispositivo contaba con dos antenas que permitían a los narcotraficantes conocer si había una patrulla cerca o helicópteros, todo en tiempo real. Los delincuentes habían contratado a personal con conocimientos específicos sobre la materia que instalaron y manejaban los equipos de rastreo. La investigación policial duró más de un año y concluyó con la detención de esas diez personas. Los agentes incautaron dos radares, 22 armas, más de 70.000 kilos de hachís, tres embarcaciones y 230 vehículos que la red utilizaba para llevar la droga desde la costa hasta sus almacenes. 

En otro operativo que concluyó a comienzos de este año, esta vez de la Guardia Civil con la policía antidrogas francesa, los agentes tumbaron una red de narcotraficantes que transportaban la droga en grandes helicópteros. Las investigaciones habían arrancado en 2020, cuando ambos cuerpos policiales detectaron actividad de narcotraficantes franceses en el litoral sur de España y descubrieron que este grupo había ingresado un helicóptero sin licencia en las costas andaluzas procedente de Marruecos. La Guardia Civil, tras días de seguimiento, interceptó en la localidad de Torremolinos un cargamento de drogas en un helicóptero, que no tenía plan de vuelo establecido hasta el país vecino. En total, los agentes detuvieron a once personas y se incautaron de más de 2,4 toneladas de hachís y 112 kilos de marihuana. 

Comunicaciones y blanqueo en la ‘deep web’ y las plataformas cripto

“Hemos sido infiltrados por una autoridad pública. Te aconsejamos que te deshagas de este teléfono”. Este mensaje circuló a mediados de junio de 2020 entre los usuarios de EncroChat, un aplicación de mensajería instantánea que durante años habían usado los narcotraficantes y otros delincuentes para comunicarse y en la que desde hacía meses se habían infiltrado cuerpos policiales de Francia y Holanda, en colaboración con policías de otros países. “Durante los últimos meses, una investigación conjunta ha hecho posible interceptar, compartir y analizar millones de mensajes intercambiados entre criminales”, explicó Europol en una nota de prensa para informar de que habían desmantelado esa exclusiva red de comunicación. 

De acuerdo con la información de esta Agencia Europea para la Cooperación Policial, en los últimos años los países del continente habían sufrido un incremento de crímenes perpetrados por grupos organizados gracias entre otras cosas a la comunicación a través de tecnologías de encriptación. La Gendarmería Francesa comenzó a investigar esta aplicación en 2017, con intervenciones en teléfonos que tenían descargado EncroChat, tras descubrir que numerosos teléfonos incautados en operaciones usaban esta plataforma. “A partir de 2020, un grupo de la Gendarmería con más de 60 efectivos comenzó a monitorizar teléfonos encriptados y a supervisar las conversaciones de miles de criminales. La Policía holandesa desarrolló un operativo parecido en paralelo. El rastreo de EncroChat terminó en junio de 2020, cuando la compañía se dio cuenta de que una autoridad pública había penetrado en la plataforma y alertó a sus usuarios para que destruyeran sus terminales”, informaba la nota. 

La aplicación anunció su cierre días después de saber que había sido intervenida, pero el daño ya estaba hecho. En España, la Policía Nacional pudo detener gracias a las conversaciones monitorizadas en EncroChat a numerosos narcos, algunos importantes, como Jésus Heredia, alias El Pantoja, que estuvo en ese momento en prisión provisional y luego salió, tras pagar una fianza. Este capo de la mafia de la droga en el Estrecho volvió a ser detenido en marzo de este año.

El fin de EncroChat permitió dar a conocer al gran público un sistema de comunicaciones de alta tecnología, encriptado y solo conocido en determinados círculos, una muestra de cómo el narcotráfico, así como otros tipos de crimen organizado, usan un tipo de sistemas sofisticados para comunicarse, blanquear el dinero de sus jugosos negocios o, simplemente, contactar con posibles clientes. 

Un informe del observatorio sobre drogas de la Organización de Estados Americanos (CICAD) alertaba en abril de 2019 de que las autoridades habían detectado hasta 700 nuevas sustancias psicoactivas en el mundo y cifró en 400 las que se estaban distribuyendo a través de la ‘deep web’ o el internet oscuro. En septiembre de ese año, la Policía austriaca desmanteló una red de tráfico de drogas, vinculada al cártel de Sinaloa y con ramificaciones en Alemania, Serbia, Filipinas y Holanda, que usaba la deep web para vender sus productos. 

Según informó entonces la Agencia EFE, la investigación comenzó cuando agentes policiales detectaron que un ciudadano austriaco recibía de manera recurrente paquetes con heroína y metanfetamina procedentes de Holanda y México respectivamente. Para obtener los paquetes, esa persona había efectuado la compra en la deep web y había efectuado los pagos con criptomonedas. 

Este año, la Organización de las Naciones Unidas publicó un informe en el que estimaba en 25.000 millones de dólares el dinero que las redes de tráfico de drogas habrían lavado usando tecnología cripto, como forma de sortear los sistemas bancarios mundiales y alertar así a las autoridades. “Los grupos de crimen organizado de México y Colombia están incrementando el uso de monedas virtuales por la velocidad y el anonimato de estas transacciones”, especificaba el documento.