“Si acepté el ofrecimiento de Albert fue para contribuir al proyecto de Ciudadanos pero no para ser un simple diputado. Mi aspiración es ocupar responsabilidades desde donde pueda aportar todos mis conocimientos y ayudar a mejorar el país”, defendió Edmundo Bal (Huelva, 1967) ante un reducido grupo de periodistas poco después de las elecciones generales del 28A. Concurrió a ellas como número cuatro en la candidatura por Madrid que encabezó Albert Rivera como uno de sus fichajes estrella de la campaña.
Desde entonces su día a día profesional ha cambiado radicalmente. El jefe de la sección de lo Penal de la Abogacía del Estado, el alto funcionario con fama de progre en uno de los cuerpos más conservadores de la Administración, el hombre que plantó cara en la lucha contra el fraude fiscal a apellidos ilustres de la prensa salmón como Jaime Botín o José María Aristrain, y que estableció multas millonarias a las estrellas de fútbol o al 'señor del acero', se emplea ahora a fondo en mítines y platós, donde denuncia “el golpe de Estado” en Catalunya. Esta semana lo ha empezado a hacer también desde la tribuna de oradores del Congreso, para sorpresa de algunos de sus compañeros en la Abogacía del Estado, un cuerpo adscrito al Ministerio de Justicia para defender los intereses de la Administración y acostumbrado a recibir instrucciones del Gobierno.
En esa institución Bal había acumulado fama de funcionario eficaz, sin demasiadas estridencias, que prefería siempre un mal acuerdo a un buen pleito y partidario de pactar sanciones y recuperar dinero para el Estado en la persecución de los fraudes a Hacienda. “Acordamos el pago de una multa millonaria a cambio de evitar un juicio donde se pidiesen penas de cárcel más altas que no estaba claro que fuera a prosperar”, recuerda un abogado las semanas de tira y afloja con Bal en un caso que instruía la Audiencia Nacional. “Es serio en el trabajo y efectivo para el Estado, prefiere recuperar el dinero defraudado y las multas que enzarzarse y jugarse condenas mediáticas en los tribunales”, afirma este experto fiscalista.
Según desveló Bal en aquella charla informal, dar el salto a la vida política le daba algo de vértigo pero a la vez le tentaba. Finalmente, tras consultar la decisión con su mujer y sus dos hijos, que fueron los primeros en animarle, aceptó la invitación de Rivera. “Me pilló un poco por sorpresa cuando ya me imaginaba que terminaría mi vida laboral jubilado como funcionario público”, confesó entonces. A sus 52 años cumplidos a primeros de julio aún le queda mucho tiempo para pensar en ese definitivo retiro. Acaba de iniciar su andadura política y ahora no quiere plantearse si cuando llegue ese momento estará ocupando algún cargo público o institucional o habrá abandonado esta 'aventura'. El tiempo lo dirá.
Edmundo Bal fue lanzado a la arena política por el líder de Ciudadanos, que le presentó como el futuro ministro de Justicia de su hipotético Gobierno, ensalzando que fue la persona que se atrevió a plantar cara a Pedro Sánchez al negarse a asumir el escrito de acusaciones de la Abogacía del Estado sobre los líderes del procés, en el que debía sostener que no hubo delito de rebelión sino de sedición.
Aquel episodio nunca lo olvida Bal: cómo la Abogada General del Estado, a las órdenes de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, le llamó a su despacho a finales de octubre de 2018 para decirle que tenía que firmar el documento tras hacerle “algunos cambios”, como eliminar que hubo violencia el 1-O y que los policías y guardias civiles fueron atacados. “No lo voy a firmar”, asegura Bal que le contestó, sentados ambos en un sofá blanco de su despacho gubernamental. “Sabes lo que significa eso, ¿no? Tendremos que revisar nuestra relación contigo”, cuenta el diputado que le replicó la Abogada General de Estado. Al día siguiente le llegó el cese.
En el Gobierno, donde no existe consenso alguno sobre la existencia de violencia en las protestas de los independentistas tras el 1 de octubre, y menos aún de que pueda calificarse como rebelión la actitud de los dirigentes políticos encarcelados y huidos, cuentan las cosas de una forma diferente. Recuerdan que la Abogacía del Estado depende jerárquicamente del Ministerio de Justicia que preside Delgado y deslizan supuestas deslealtades de Bal y relaciones personales que hacían imposible su continuidad en el puesto. Y, sobre todo, que se sentase en el juicio a los líderes independentistas.
Sea como fuere, poco después de su destitución Rivera le llamó para mostrarle su “indignación” y adelantarle que volvería a ponerse en contacto con él porque le quería en sus filas. Ahí se fraguó el fichaje y empezó a construir Ciudadanos la leyenda de su candidato.
El abogado del Estado que plantó cara a Sánchez
“El abogado de Estado rebelde que plantó cara a Sánchez”, ha sido su tarjeta de presentación en todos los actos de campaña. En los mítines previos al 28 de abril, Bal formó un tándem casi inseparable con los otros dos fichajes estrella de Rivera: Marcos de Quinto, el controvertido exvicepresidente mundial de Coca Cola; y Sara Giménez, representante del Secretariado Gitano, con la que conectó muy bien desde el principio, tanto por la afición de ambos a la música (ella, al flamenco: él, al rock, una pasión que va mas allá de escucharla, ya que Bal toca la batería), como por sus coincidencias profesionales, puesto que ella es también abogada.
El ahora diputado por Madrid, que recuerda con agrado aquellas trepidantes semanas, repetía mitin a mitin su particular 'batalla' con el Gobierno de Sánchez por no plegarse a unas directrices a las que cualquier abogado del Estado debe estar sujeto. Bal sigue mostrándose muy beligerante con el juicio del procés y airea supuestos planes para indultar a los dirigentes independentistas si el Supremo dicta finalmente una dura sentencia.
Con ese hilo argumental debutó el pasado miércoles en la tribuna del Congreso defendiendo una interpelación a la ministra Delgado a la que emplazó a comprometerse a no conceder a los presos juzgados la medida de gracia. El diputado aprovechó la oportunidad para ajustar cuentas con la titular de Justicia, a la que responsabiliza de su cese, en un tenso cara a cara. “¿Fue usted la responsable y la que fuerza quitar del relato de los hechos la palabra violencia? ¿Dio la orden a la Abogacía del Estado de que quitasen que hubo violencia [el 1-O]? ¿En base a qué si usted no estuvo en la instrucción?”, le espetó muy crecido el diputado a Delgado, con la que volverá la semana que viene a mantener otro duelo personal con una pregunta oral en la sesión de control que versa también sobre hipotéticos indultos. Además, el Pleno debatirá la moción consecuencia de la citada interpelación, de la que Bal salió muy satisfecho y sobre la que se apresuró a subir al día siguiente un vídeo a Twitter.
Esa faceta de 'duro' que dejó ver en la tribuna de oradores el miércoles contrasta con el perfil discreto que ha mantenido hasta ahora, muy lejano al que ha sacado a relucir desde el principio su compañero De Quinto. Bal no ha utilizado su cuenta de Twitter para estridencias y o desatar polémicas. Por lo general, ha preferido retuitear comentarios de compañeros o aquellas noticias que recogen la actividad de Ciudadanos.
Aunque a veces ha roto esa regla y hace unos días ponía en su perfil tras su intervención en la Diputación Permanente: “Si Sánchez cree que Torra ha restaurado la legalidad o que no hubo violencia el 20 de septiembre o nos toma el pelo o está fuera de la realidad. Me avergüenza que el Gobierno se niegue a aceptar la realidad por interés partidista, mientras sus socios atacan nuestra democracia”.
Meter la mano en el bolsillo de los españoles
El asunto del procés no ha sido el único sobre el que ha hecho campaña Bal. El abogado del Estado ha calificado en actos públicos de “hachazo fiscal” las subidas de impuestos pactadas por el PSOE y Pedro Sánchez para subir el IRPF a las rentas mayores de 130.000 euros y el plan para recuperar el impuesto de sucesiones a las herencias millonarias. “El dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos”, ha repetido el abogado del Estado que ganó fama de progre en una institución muy conservadora, para pasmo de algunos de sus excompañeros.
“Nos ha sorprendido mucho, sus palabras son impropias de un abogado del Estado y ha acabado dando la razón a los que lo cesaron. Se labró una imagen de progresista y la persecución de los futbolistas y los grandes hombres de negocios igual era solo afán de protagonismo, vista su actitud durante los últimos meses”, señala un alto funcionario de la Administración de Justicia que ha tratado con él durante los últimos años.
Bal ha sido uno de esos estudiantes precoces que tras cursar Derecho en la Universidad –estudió en la Complutense– logran sacar a la primera las difíciles oposiciones de abogado del Estado. Con tan solo 26 años ya ocupaba una plaza y fue destinado primero a Huesca y luego a Zaragoza.
Más tarde se instaló en Madrid trabajando en los juzgados de lo Social y luego en el Tribunal Superior de Justicia cuando se crearon los juzgados centrales de lo Contencioso Administrativo. Ha trabajado en la Delegación del Gobierno en Madrid, en el Ministerio de Administraciones Públicas y como asesor jurídico de la UNED.
Finalmente, ocupó el puesto de abogado del Estado como jefe del Departamento de lo Penal donde fue responsable de la acción jurídica del Gobierno en causas como la de los Pujol, o el juicio del caso Gürtel, en el que llegó a pedir “una condena ejemplar que diera miedo a políticos y empresarios corruptos”; o en las causas abiertas por fraude fiscal contra famosos futbolistas y contra Jaime Botín por el famoso Picasso de 26 millones de euros. En esta última llegó a confesar a sus íntimos que no cejaría hasta ver al banquero entre rejas, después de que el banquero se bajase de un acuerdo firmado con Bal.
Ahora, en plena crisis interna de Ciudadanos, tras el goteo de dimisiones de importantes miembros de la Ejecutiva y algunos 'padres' fundadores, Bal decide afiliarse al partido junto con los demás independientes fichados por Rivera para suplir las bajas. En el último Consejo General el líder anunció nuevas incorporaciones a la Ejecutiva, una vez que decidió ampliarla para rodearse de afines, y Bal fue una de los ascendidos.
El diputado, junto a la nueva portavoz nacional, Lorena Roldán, ha sido también el encargado de presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la fórmula de acatamientos de los diputados independentistas el día de la constitución del Congreso.
Este verano ha ejercido más de una vez como portavoz de la dirección del partido ante la ausencia de los principales líderes. En el Congreso es portavoz adjunto del grupo parlamentario y ejerce también como portavoz de Justicia. Pero los que le conocen dicen que la ambición de Bal va mucho más lejos.