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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Giro a la derecha y guiños al sector más duro: la España que quiere Pablo Casado

“Yo soy el candidato que menos gusta a Ciudadanos y a la izquierda”. Pablo Casado se ha definido en su último mes de ruta por España de muchas maneras. Esta ha sido una de las más repetidas. Casado ha pretendido construirse como la imagen de regeneración del partido. Y le ha funcionado: es el nuevo presidente del PP, vencedor del Congreso para elegir el sucesor de Mariano Rajoy.

Su “renovación de ideas” se basa, según él mismo ha defendido, en el rechazo a la ley del aborto, a la memoria histórica, a la eutanasia y a las “leyes de género”.

En una campaña repleta de consignas y sin apenas debate ideológico, Casado ha sido el aspirante que más ha dibujado su idea de España. Su último discurso, justo antes de que se votase, no dejó dudas: “Quiero liderar la España de los balcones y de las banderas”. También prometió “recuperar Tabarnia”. Lo dijo antes de arremeter contra “Pedro Sánchez, los populistas y los podemitas”, y la ley de la eutanasia que anuncia el Gobierno.

No era ni mucho menos la primera vez. En una de sus primeras entrevistas, en esRadio, la resumió: “Voy a defender un partido en el que pueda volver José Ortega Lara. El PP vasco es nuestro tuétano, con 30 caídos por España, en términos militares. Yo creo que ese partido es recuperable porque la gente lo está deseando”.

La cara más nueva del partido ha reivindicado todo lo viejo. Refundar el PP sobre esas bases, ese es su lema. En la mochila sucesivas apelaciones a la patria y a todos los mantras que ansía el sector más a la derecha del PP. “Reconciliarse con la historia del partido” y hacerlo “sin complejos”.

Esta declaración de intenciones le ha valido el título de candidato del “aznarismo”, lanzado como un dardo por su contricante eliminada en primera vuelta María Dolores de Cospedal. Casado es partidario, según sus propias palabras, de “echar hacia atrás” la herencia de los gobiernos socialistas para evitar que “la sociedad se vaya radicalizando hacia la izquierda”.

Estas son algunas de las ideas que ha desgajado durante la campaña.

Memoria histórica

Pablo Casado se ha mostrado públicamente a favor de revertir algunas de las leyes de la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente con el que ha comparado recurrentemente a Pedro Sánchez. Una de las normas que no le convencen es la ley de memoria histórica. “¿Por qué cuando llega la izquierda pueden legislar a nivel moral (el aborto, la memoria histórica, la eutanasia, leyes de género) y luego llega la derecha con mayoría absoluta y no puede retrotraerlo?”, se preguntaba en una entrevista el candidato.

Casado ha repetido que no “gastaría un euro para desenterrar a Franco” y que la exhumación de fosas franquistas es un “monotema”. El que fue jefe de gabinete de la fundación FAES, acompañante del expresidente Aznar a sus reuniones con líderes internacionales después de dejar el Gobierno, considera “absurdo que esté hablando de lo que pasó en España hace 80 años”. A su juicio, además, eso “se utiliza para dividir a los españoles”. “La ley de memoria histórica no aporta nada al futuro”, ha dicho en diferentes intervenciones públicas con militantes y compromisarios.

Contra el aborto y la eutanasia

Esas soflamas contra las leyes más progresistas no son nuevas. Casado ya había dado pistas en una entrevista en 2015, en una entrevista en La Sexta, que “el aborto no es un derecho”. Hoy se mantiene en la misma posición. “Que miren lo que dije en 2015”, recordó en esRadio al ser preguntado por la iniciativa socialista para legalizar la eutanasia. “No queremos que Pedro Sánchez haga lo mismo que hizo Zapatero con la ley del aborto. Estamos a favor de la vida”.

El candidato apoyado por el lobby de ultraderecha HazteOir interrumpió la campaña para poder acudir al pleno del Congreso a votar en contra del proyecto de ley del Gobierno. Para el Casado, Sánchez está resucitando “la brecha en la moralidad de los españoles”. Por eso, justifica, hay que “apartarse de ese camino de servidumbre e ir a una sociedad abierta”.

Combatir la “ideología de género”

El vicesecretario del PP también ha llamado a “combatir la ideología de género” porque “compartimenta la sociedad”. “Yo no estoy en contra en que de forma sectorial haya un impulso contra la violencia de género, sino de que nos dividan en base a nuestras propias características”, defendió en la segunda entrevista con Federico Jiménez Losantos en campaña.

En el estudio de radio aludió al feminismo como lo hacen los sectores ultracatólicos y definió a los movimientos sociales como agentes de alienación y propaganda. Su opinión sobre el 15M es que es los jóvenes “protestaban porque no iban a tener esa segunda residencia que tenían sus padres”.

“Libre elección”

El vicesecretario de Comunicación nombrado por Rajoy no entiende por qué una “ley educativa correcta”, como la Lomce, se ha querido paralizar. “Es una ley que sencillamente decía que el español se estudia en toda España, que los profesores se eligen en toda España, que no hay endogamia”, resume el candidato, contrario al pacto educativo que finalmente fracasó en el Congreso.

“¿Por qué cuando gobierna la derecha hay que llegar a pactos y cuando gobierna la izquierda se pasan a rodillo?”, se pregunta. De caravana por los pueblos ha asegurado que quiere “huir” de “los palos en las ruedas” que les ha puesto “una minoría parlamentaria” (Ciudadanos).

También le molesta que un “burócrata” le “diga” qué hospital le toca o qué colegio. “Yo quiero la libertad de elección”, ha manifestado. En este sentido, el candidato ha criticado la intención del Gobierno del PSOE de modificar la Lomce para quitar peso a la escuela concertada. “Yo me comprometo a enfrentarme contra el anuncio del PSOE de atacar la escuela concertada y la libertad de los padres”, dijo en un acto con compromisarios en Galicia.

En lo económico, Casado defiende medidas tradicionalmente liberales, como la bajada de impuestos y del IRPF, suprimir los impuestos de sucesiones, donaciones y patrimonio, y desgravaciones por innovación y emprendimiento.

Ilegalizar partidos independentistas y un 155 más duro

La palabra España ha estado en la boca de todos los candidatos durante la campaña. En el eje de todos los discursos. Casado quiere hacer del PP un partido monolítico, no un reino de “taifas”. “Que sepan lo que pensamos de inmigración de Vigo a Tarifa y de eutanasia desde Cáceres a Alicante”, sostiene. Está en contra, además, de la reforma constitucional. Si se hace, en todo caso, que sea para “fortalecer la nación”. “El estado autonómico, que respeto, no puede suponer una centrifugación nacional”, dijo en esRadio.

El candidato habría aplicado el 155 de manera distinta al Gobierno de Rajoy: “Antes y de forma más extensa, sin esperar a Ciudadanos y al PSOE”. “Ahora estamos en la oposición y esta gente [en referencia a los nacionalistas] catalanes está pactando a cambio de la moción de censura”. Casado se ha dedicado a enmendar abiertamente la gestión de Rajoy en Catalunya y ha utilizado ese filón para atacar a Sáenz de Santamaría. “Si hubiéramos levantado la bandera que la sociedad esperaba... Los catalanes quieren escuchar que va a haber un Gobierno que ponga pie en pared”, ha reiterado en varias intervenciones.

El candidato más joven de todos los que se presentan también es partidario del recurso previo de inconstitucionalidad y de tipificar como delito la sedición impropia y la convocatoria de referéndum ilegal. En los últimos días de campaña, donde se ha afanado por contentar al sector más conservador del partido, ha propuesto la ilegalización de los partidos independentistas e incluso suspender el espacio Schengen que permite la libertad de circulación entre 26 países.

Promesas contra la corrupción

Casado es el único de los candidatos que ha anunciado que, si llega a la presidencia, tomará nuevas medidas contra la corrupción. Pero nunca ha concretado cuáles. Solo se ha comprometido a “establecer los mecanismos de control y de alerta temprana” que sean “necesarios”.

Admite que en el PP ha habido corruptos y se reivindica como un hombre de partido que “bajaba a dar las ruedas de prensa cuando había casos de corrupción de gente que ni siquiera había visto en mi vida”. “Tengo la legitimidad de haber defendido este partido siempre”, zanjó al ser tachado de joven e inexperto por María Dolores de Cospedal. El jueves sentó a su mesa a siete ministros del Gobierno de Aznar. Ahora aspira a presidir su propio Consejo de Ministros.