Solo el 8,4% de los españoles con derecho a voto en el extranjero ha superado los trámites necesarios para solicitar el voto para las elecciones generales del 28 de abril. En total, 176.547 ciudadanos de los 2.099.339 inscritos en el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA) lo han rogado, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Son los que han superado la primera parte de la yincana que supone para muchos ejercer este derecho desde fuera del territorio nacional, por lo que fuentes consultadas señalan que serán menos aún los que realmente terminen votando o consigan que su voto llegue a tiempo.
Quienes más votos aportarán al recuento son los que viven en Francia, donde lo han pedido 27.562 españoles, Alemania (21.813), Reino Unido (19.778), Estados Unidos (14.609) y Argentina (13.297). Pero, proporcionalmente (es decir, teniendo en cuenta el porcentaje de electores que votan en cada país respecto al total de los que podrían hacerlo) la cosa cambia y en el ranking Francia pasaría a ocupar el puesto número 83, Alemania el 57, Reino Unido el 48, Estados Unidos el 93 y Argentina el 137 de 147 Así estarían en cabeza Islas Cook (100% con un español), Santa Lucía (50% de 6) y Níger (47,5% de 40).
El bajo índice de solicitud del voto rogado se explica por varios factores. El primero es la reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General aprobada por PP y PSOE en 2011, que incrementaba los trámites para solicitar las papeletas y emitir el voto sin aumentar los plazos, lo que en la práctica dificultaba salvar cualquier contratiempo e impedía hacer efectivo el derecho de sufragio a todos los interesados. En 2008, las elecciones anteriores a las que se incorporara esa medida, habían votado en las generales casi el 32% de los residentes en el extranjero; en las siguientes votó el 5%. Uno de los requisitos que se incluyó en aquella reforma fue la inscripción en el registro consular. “Eso es un problema, pero yo no veo otra manera”, indica la catedrática de Derecho Constitucional y exmiembro de la Junta Electoral Central Paloma Bligino. “Antes, como no existía este requisito, la oficina del censo enviaba las papeletas a casa del elector, pero no sabía si estaba vivo o muerto” lo que provocaba que hubiera “muchísimo fraude”, explica.
La media de solicitud del voto la suben los países europeos, todos por encima del 10%, y la bajan los del continente americano donde, salvo Estados Unidos y algunas pequeñas islas del Caribe y el Pacífico, están por debajo. Respecto al bajo porcentaje global de solicitud del voto, Biglino advierte que “hay personas que tienen doble nacionalidad, que nunca han tenido relación con España y que no votan porque tienen plenos derechos en sus países”. Es el caso de los españoles de origen, hijos de padre o madre española sea cual sea su lugar de nacimiento. Esto explicaría, por ejemplo, el bajo interés de participación en Argentina, el país donde hay más españoles con derecho a voto (420.915), pero en el que solo lo han pedido el 3,2%. O Cuba, donde solo han solicitado el voto 985 de los 136.522 españoles viviendo allí, lo que supone un 0,7%.
“Es cierto que hay muchos hijos de emigrantes que, de facto, no votan. Por eso nos parece normal que los índices anteriores de participación a la reforma fueran del 30%, pero la gente que ha salido del país y tiene esa conexión con España quiere votar”, apunta María Almena, portavoz de Marea Granate (la red trasnacional de emigrantes). Gloria Gamero es malagueña y reside en Buenos Aires, Argentina. Es una de las 13.297 personas que han pedido el voto allí, aunque lo ha hecho desde España. “Este mes de abril estaba en Madrid y pensé que no podría votar, porque ya no estaba a tiempo de cambiar la inscripción y tampoco quería hacerlo por temas laborales. Fui al consulado de España en Buenos Aires y, después de muchas horas de espera, me dijeron que no tenían ni idea de qué hacer con mi caso. Pregunté a Marea Granate y me contaron que los CERAs podemos pedir el voto por correo para cualquier parte del mundo, así que lo hice y me han llegado este jueves”, explica. Lo que no sabe es si, finalmente, su voto sumará. “Nuestros votos se contabilizan en la Junta Electoral Central, el martes o miércoles después de las elecciones, en una especie de registro único y en un acto cerrado”, por lo que “lo remitiré y nunca sabré si llegará o no, si será contado o no”, lamenta.
“La primera barrera, la inscripción consular”
“La primera barrera para votar es la inscripción consular”, apunta Almena. Por eso, “es más difícil votar en los países que tienen menos consulados”, continúa. En Francia, donde solicita el voto el 12,8% del electorado hay 10 consulados; en Marruecos, donde lo piden el 15,2%, siete; en Alemania, donde lo piden el 17,3%, seis. En Estados Unidos existen una decena de consulados donde registrarse, pero se encuentra entre los países que incluyen como requisito contar con un permiso de trabajo. “Allí es mucho más difícil inscribirse que donde esa exigencia no existe”, puntualiza Biglino. Julio Herrera vive en Hangzhou, China, a unas dos horas y media de Shanghai, donde se encuentra el consulado más cercano (en ese país, el tercero con más superficie del mundo, hay cuatro, todos en la costa). “Cambié de trabajo y de ciudad en diciembre y registré la nueva dirección en el consulado el 2 de enero”, explica. Como el censo se cerró el 31 de enero, ese cambio no figuraba, por lo que tuvo que ir directamente al consulado a solicitar que lo modificaran en el censo. “Son unos 50 euros entre gasolina y peajes. Eso es lo de menos, lo de más es perder todo el día, pero lo hice con muchas ganas”, indica. A la semana, le notificaron que el cambio había sido desestimado por un defecto de forma, aunque pudo solucionarlo por teléfono.
Con la modificación realizada, el siguiente paso era rogar el voto. “Como la clave telemática la enviaron a la dirección antigua, tengo que pedirlo por correo, que desde China y con los plazos vencidos es totalmente inviable, o por fax. Habilitan dos líneas de fax para todos los electores en el extranjero. Lo intenté durante tres o cuatro días y la línea siempre salía ocupada. ¿Qué tiene de seguro un fax, que lo puede enviar cualquiera, que no tenga un correo electrónico?”, se pregunta Herrera. Con las mismas, notificó los problemas que se estaba encontrando al INE, con todos sus datos, pero no ha obtenido respuesta, por lo que no sabe si es uno de esos 694 españoles residentes en China (el 17,9% de los que tienen derecho a voto), que el Instituto Nacional de Estadística recoge. “No creo que lo hayan procesado y no confío en recibir los datos, pero aunque lo procesaran, tienen que enviar las papeletas por correo ordinario y en las elecciones anteriores, en 2016, ya me llegaron tres semanas tarde. Pero por mí que no quede, yo lo he intentado todo”.
Entre un tercio y la mitad no podrán votar
Según los datos que manejan desde la Marea Granate, entre un tercio y la mitad de ese 8,4% que ha solicitado el voto se quedará finalmente sin votar, acercándose al 6,2% de participación de 2016. “Son votos que no se tramitan, que las papeletas no llegan o que no llegan de vuelta al consulado o a España”, indica Almena, que denuncia que la situación se complica para estos comicios “porque los plazos de los envíos caen en Semana Santa”. “Toda elección es muy compleja”, dice la catedrática, “pero es más compleja aún cuando no tienes disponibilidad sobre todo el aparato” y España no controla los servicios postales de los 147 países desde los que se han solicitado votos. “Igual hay países muy desarrollados donde no hay problema con el correo, pero en otro, sí. Entonces los sobres no llegan, los votos no llegan... El tema no es fácil”, señala.
Propone soluciones. “Hay una reforma muy sencilla, que se ha hecho en Galicia y País Vasco y que supone aplazar tres días el escrutinio general. Aunque retrasa la constitución de los órganos elegibles, da la impresión de que está dando buen resultado” porque permite subsanar posibles retrasos. “Otra cuestión muy importante es hasta qué punto podríamos utilizar los medios tecnológicos. No el voto por internet, que no es de fiar, pero sí otros medios informáticos para facilitar el intercambio de información”, indica Biglini. Pero la tecnología tampoco es la panacea. Esta misma campaña, la Junta Electoral Central se vio obligada a ampliar el plazo de solicitud del voto en 48 horas, del 30 de marzo al 1 de abril, por “fallos técnicos”.
Desde la Marea Granate reclaman una reforma que incluya la derogación del ruego del voto, la actualización del censo, la aplicación de un modelo mixto de votación, para que el electorado pueda acogerse a la modalidad que se ajuste a sus posibilidades y una modificación de los plazos electorales. También, una mejora de la información electoral, la inclusión de medidas que garanticen la transparencia y la auditoría del proceso y la trazabilidad del voto desde el extranjero hasta el lugar del escrutinio.
Son anecdóticos los casos de las Islas Cook, un pequeño archipiélago en el Pacífico Sur, donde el índice de solicitud del voto es del 100%, aunque solo vota una persona; o de Santa Lucía, donde han solicitado participar el 50% de los 6 electores que viven allí; o Níger, donde lo hacen el 47,5% de los 40 españoles. En Eslovenia, con 105 españoles con derecho a voto, lo han solicitado el 44,8%; en Albania, con 30, y en Bosnia y Herzegovina, con 51, el 43% y en Maldivas, con 5, el 40%. “En los países donde la emigración es minoritaria tal vez no haya un asentamiento en zonas más alejadas o rurales”, indica Almena.
Almena señala otro factor que facilitaría que los españoles pudieran rogar el voto. “Tenemos el caso de países que tienen cónsules honorarios, que tienen potestad para decir que la documentación que le entregan tiene validez, pero de facto no tramitan ruegos de voto”. La legislación española reconoce que estas figuras “podrán ejercer funciones consulares, con carácter limitado y por delegación, en concepto de auxiliares y colaboradores de los funcionarios diplomáticos o consulares de carrera de los que dependan” en los términos establecidos por el Convenio de Viena o por los convenios bilaterales. En Armenia existe un consulado honorario, pero los ocho españoles que viven allí y que están inscritos en el CERA tienen que trasladarse a Moscú para rogar el voto. Es el caso de Adrián Álvarez, que por las trabas que se encontró no pudo finalmente solicitarlo. Solo lo consiguió una persona.
En 34 países donde viven españoles con capacidad para votar en las próximas elecciones nadie ha solicitado el voto. Entre todos, suponen poca población: 301 personas. De este grupo, donde más viven están en Guinea (44 españoles), Benin (32), Sudán (31) y Togo (25). Además, hay 25 estados con menos de 10 habitantes españoles con derecho a voto y cinco con solo uno: Burundi, Swazilandia, Eritrea, Tayikistán y Micronesia.