Euforia en Gamonal: “La calle Vitoria va a tener que llamarse calle de la Victoria”

El periodista de eldiario.es es el primero en dar la noticia a un corro de vecinos congregado en la ‘zona cero’ del barrio de Gamonal: “El alcalde dice que se paran las obras de manera definitiva”. “¿De verdad?”, interpelan incrédulos. De repente, una atronadora salva de aplausos corrobora la noticia. “Desde ahora, la calle Vitoria va a tener que llamarse calle de la Victoria”, clama Ramón, vecino de Gamonal desde 1948. Júbilo, aplausos, abrazos, incluso alguna lágrima se dejan ver en los rostros de los miles de burgaleses concentrados en Gamonal a las siete de la tarde mientras el alcalde de Burgos anuncia por sorpresa el fin de las obras.

Han sido días intensos de lucha, en los que los vecinos se han mostrado como una piña. “No íbamos a dar marcha atrás. El alcalde se había metido en un callejón sin salida”, asegura con satisfacción contenida Andrés B., un vecino del barrio que se abraza efusivo a su hijo Raúl, un quinceañero que “esta semana de movilizaciones se ha dado cuenta de lo que vale la lucha obrera”.

“Hay políticos que sólo entienden un lenguaje: el de la fuerza. Ningún vecino es partidario de la violencia, no la queremos, pero lo cierto es que algunos políticos sólo escuchan cuando les pones contra la pared”, asegura Carmen P., quien se declara abiertamente “pacifista”. Carmen también destaca el hecho de que Gamonal “se ha convertido en un símbolo”. “Un símbolo –añade– de que la resistencia cívica lleva a la victoria. En esta España de podredumbre y corrupción, donde hasta la Corona es corrupta, algún libro de historia recordará que el barrio de Gamonal dijo basta”.

Después de los abrazos, los miles de vecinos concentrados alrededor de las zanjas abiertas en la calle Vitoria marchan hacia la comisaría. Quieren que las personas que han sido detenidas estos días queden limpias de antecedentes. “Han luchado por una causa justa, por su barrio. Pero ¿cómo van a tener antecedentes cuando los corruptos de verdad ni siquiera entran en la cárcel a pesar de ser condenados?”. “¡Absolución!”, reclama un corro de vecinos, con la sonrisa de la victoria en el rostro.

Pero los más recelosos esperan a que las máquinas se vayan y que se cierren las zanjas. “Entonces sí que habrá terminado todo. Lo único que hemos escuchado hasta ahora son contradicciones y, cuando hay un personaje como Méndez Pozo [el constructor] detrás, no se puede bajar la guardia. Pero si cuando aún no se había descubierto la corrupción urbanística en Marbella, Méndez Pozo ya era un maestro de los corruptos”, advierte una vecina que prefiere mantener el anonimato.

Empieza a llover en Burgos y la noche cada vez es más fría. Miles de burgaleses se concentran frente a la comisaría. Iñigo y sus dos hijos, de siete y nueve años, observan desde la segunda línea la marea humana que desemboca frente al edificio policial. “Sé que mis hijos son pequeños y hay muchas cosas que no entienden. Pero es que me siento tan orgulloso de mis vecinos, de los burgaleses, que quiero que mis hijos se empapen de este ambiente. Nadie daba un duro por esta ciudad, en la que nunca pasa nada. Pues ahora ha pasado. Y el pueblo ha estado a la altura. Era imposible seguir conteniendo por más tiempo la rabia, y se ha dicho basta. Algunos pensarán que sólo se trata de una obra, pero es una obra innecesaria a mayor gloria del alcalde, quien no se ha preocupado de los verdaderos problemas del barrio. Se cierran guarderías, cada vez hay menos luz, miles de vecinos en el paro...”.

Gamonal respira satisfacción. ¿Servirá de ejemplo lo vivido en este barrio para despertar conciencias? “No lo sé, pero había que poner pie en pared, y en Gamonal es lo que se ha hecho”, se despide Iñigo.