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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

A Vox le han bastado cuatro meses, 400.000 votos y un acuerdo con el PP para blanquear sus lemas de extrema derecha

Doce diputados y 395.978 votos le han bastado a Vox para que sus mensajes se cuelen en el prime time televisivo, mientras políticos de otros partidos blanquean sus ideas evitando ubicar a la formación de Santiago Abascal en la extrema derecha. Tras los comicios andaluces, no solo los políticos le han levantado el cordón sanitario, algunos de ellos incluso han llegado a asumir parte de su polémica argumentación en temas como la violencia de género o la inmigración. Al obtener representación institucional, también han conseguido asegurarse un espacio en los medios de comunicación.

Desde los comicios del 2 de diciembre los portavoces del partido se reparten la presencia en entrevistas o debates televisivos. Sin tener representación nacional por el momento, ha sido invitados a debates como el que se celebró en la Cadena SER por el 8 de marzo y al que organizará Atresmedia el próximo 23 de abril.

La llegada de un partido de extrema derecha por primera vez a las instituciones españolas ha generado dudas sobre la cobertura que tienen que dar formaciones políticas y medios a los mensajes que lanzan. Sobre el papel de los periodistas, la politóloga Helena Castellà, miembro del Instituto de Derechos Humanos de Catalunya, apuesta por darles cobertura pero verificando los lemas que lanzan. “Si los medios de comunicación convencionales realizan un cordón sanitario refuerzan el discurso de la extrema derecha en la idea de que ellos son los únicos diferentes a las élites”, apunta.

“Tratar a partidos de extrema derecha como apestados no contribuye a disminuir sus votos. Plantear que es la única opción antisistema lo hace muy atractivo para gente que está muy cabreada”, explica Carlos Rico, politólogo y profesor de la Universidad Pontificia Comillas, incidiendo sobre la misma idea que Castellà.

Durante los años de “travesía por el desierto”, como definen los líderes del partido a la etapa en la que encadenaban derrota tras derrota electoral, pocos medios acogían a portavoces de la formación de extrema derecha. Así lo reconocía Mazaly Aguilar, vicesecretaria de Relaciones Institucionales, en una entrevista reciente en Intereconomía sobre los inicios de la formación. “Muchas veces llamabas a la puerta de muchos sitios y no querían ni abrirte, no querían ni reunirse”, aseguraba en relación con empresas periodísticas y colectivos sociales.

Vistalegre disparó su presencia en medios 

El éxito de convocatoria que obtuvo el evento celebrado en octubre en el Palacio de Vistalegre ya situó a Vox en la agenda mediática. A lo largo de la semana siguiente su líder, Santiago Abascal, fue entrevistado por medios nacionales como El Independiente, El MundoABC o Radio Marca. Un mes después el CIS atribuía a la formación de extrema derecha un escaño en el sondeo elaborado de cara a los comicios andaluces. A partir de noviembre las menciones al partido en medios como El País y el periódico de Unidad Editorial se dispararon a “a niveles nunca vistos anteriormente”, según el estudio publicado en Agenda Pública y elaborado por Sergio Olalla, Enrique Chueca y Javier Padilla.

Estos investigadores solo han analizado la presencia de la formación de Abascal en estos dos medios tradicionales. Entre sus conclusiones determinan que “el partido recibió más atención en España que partidos con intención de voto similar (Pacma), y además obtuvo un nivel de cobertura excepcional en comparación con los principales partidos políticos”.

Así ha sucedido también en eldiario.es. En este medio se han multiplicado los titulares sobre la formación de Santiago Abascal tras las elecciones andaluzas que los convirtieron en llave del Gobierno. Algunos temas han servido para contrastar sus propuestas y mensajes, que a menudo se apoyan sobre datos falsos, en asuntos como la violencia machista o la inmigración.

Sobre la relevancia mediática de colectivos populistas, Rico reseña que los partidos populistas suelen tener “una atención en los medios mucho mayor que la representatividad” que tienen. Según este politólogo, esto se debe a la atracción de los periodistas hacia “el conflicto” y “lo llamativo”.

Con la llegada de los diputados andaluces de Abascal al parlamento regional, se ha producido el salto de los portavoces nacionales al prime time televisivo. Limitándonos a estas dos últimas semanas, Rocío Monasterio ha sido entrevistada en el plató de Ana Rosa asegurando que en la manifestación del 8 de marzo había “muchas asociaciones, muchos chiringuitos que viven del cuento”.

La presidenta de Vox Madrid ha pasado también por un debate de la Cadena SER junto a las portavoces del resto de grupos políticos con representación nacional lamentando “que un anciano que está maltratado en su casa llame al 016 [un recurso especializado en atención a víctimas de malos tratos por violencia de género] y se le cuelgue el teléfono por el hecho de ser varón”.

Asimismo, ha participado en el programa Espejo Público de Antena 3 y ha sido entrevistada en un magazine de Cuatro. Estas intervenciones han estado enmarcadas en el Día de la Mujer. El espacio de Susana Griso también ha acogido a Bertrand Ndongo, al que introdujeron como camerunés simpatizante de Vox que considera que hay que poner freno a la inmigración. Entre sus declaraciones llegó a señalar: “España es un país maravilloso. Aquí no hay racismo”. Este seguidor también fue entrevistado en Cuatro.

Semanas antes, Abascal llegó a compartir debate con la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, en un acto organizado por los diarios ABC y La Verdad de Murcia sobre la gestión hidrológica. En ese encuentro también participaron representantes del PP, Ciudadanos y Podemos.

Sobre el hecho de que el líder de Vox comparta asiento con los socialistas, el docente Rico señala que al partido de Pedro Sánchez “le interesa” que en estos encuentros esté el partido populista porque “pueden hablar de la extrema derecha” y sus consecuencias. Sin embargo, considera que ni a populares ni a la formación de Albert Rivera beneficia esa presencia.

A su vez, Castellà apuesta por acudir a espacios en los que no solo se aborden los temas que la formación de extrema derecha tiene en su agenda para demostrar que “no tienen argumentos”. Así se demostró en un acto del Club Siglo XXI en el que Abascal no supo responder a preguntas sobre sobre sueldos de inspectores de la Agencia Tributaria, impuestos para atraer a las grandes empresas o medidas para licencias de edificación.

“La verdad, que no tengo mucho conocimiento sobre eso”, “es algo de lo que no he reflexionado hasta ahora que me lo preguntan”, “creo que no es responsable que yo aventure una contestación sobre algo de lo que no he pensado cinco segundos”, fueron algunas de sus contestaciones. En un encuentro posterior, en relación a este tema, se justificó asegurando que no es necesario tener “el Estado en la cabeza” porque el país tiene “altos funcionarios capacitadísimos” para encargarse de dichos asuntos y para que él pueda dedicar su “corazón” a España.

Ante la incorporación de los portavoces de Vox a debates y a intervenciones públicas, ¿cómo deberían combatir los medios de comunicación los bulos que lanza Vox? Los expertos consultados por esta redacción tienen opiniones dispares. Por un lado, la investigadora del think tank Barcelona Centre for International Affairs (CIBOD) Carme Colomina explica que en las instituciones europeas “han llegado a la conclusión de que intentar contradecir o desmentir falsedades puede acabar contribuyendo a fijar la mentira inicial”. Por otro, Castellà aboga por que los periodistas no se limiten a difundir sus intervenciones y aporten “argumentos que contrasten las fake news”.

Adoptar los mensajes de la extrema derecha

Esta politóloga miembro del Instituto de Derechos Humanos de Catalunya identifica otro problema: que los partidos tradicionales comiencen a asumir la agenda del partido populista para frenar la pérdida de votantes. En los últimos meses el PP ha comenzado a hablar de “violencia doméstica”, de la “indefensión” de los varones frente a las mujeres, de “denuncias falsas”, de “chiringuitos que viven de las ayudas”o de la recentralización de las autonomías. Estas expresiones han estado presentes en el argumentario de la formación de Abascal desde hace años. 

Los populares también han empezado a unir dos conceptos que se repiten los líderes del partido de extrema derecha en sus mítines e intervenciones: ayudas sociales e inmigración. Así lo hizo el vicesecretario del Partido Popular, Javier Maroto, asegurando que “cuando muchos españoles tuvieron que emigrar, íbamos a trabajar, no a vivir de subsidios públicos”.

A pesar del terremoto que ha provocado el resultado de las elecciones andaluzas en el panorama político nacional, el viraje de los partidos tradicionales hacia los programas populistas no es una novedad en el contexto europeo. Cuando esto sucedió en Francia, el fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, ya alertó a los líderes de las formaciones que se sentían amenazados: “Los votantes prefieren el original, no la copia”.

Uno de sus compañeros de escaño en el Parlamento Europeo en la década de los 90, el exeurodiputado popular José María Gil-Robles alerta a las formaciones españolas que han optado por esta técnica para hacer frente a Vox de que “adaptarse a mensajes de otros partidos para recobrar el electorado [perdido] es una receta que siempre fracasa”. “Para recuperar a sus votantes lo que tiene que hacer es más propaganda, explicar mejor su línea política y tener más acierto. Irse hacia una posición que no es la suya se va a ver como una farsa”, explica a esta redacción.

“Extraordinaria rapidez” para legitimar a Vox 

Tampoco es novedoso en el contexto europeo que un partido populista sea decisivo para conformar un Gobierno. Sin embargo, la profesora en la Universidad Pública de Navarra Beatriz Acha sí que identifica un detalle “insólito” en el papel que ha jugado Vox en las últimas elecciones andaluzas. En este caso, según ha escrito en un artículo publicado en Agenda Pública, destaca “la extraordinaria rapidez con la que se ha producido este movimiento legitimador, cuando Vox apenas acaba de despuntar en una convocatoria electoral de ámbito regional”.

Esta docente considera que el pacto entre la formación de Santiago Abascal y de Pablo Casado es una “formidable legitimación” que el nuevo líder del Partido Popular ha dado al partido de extrema derecha “primero, tratando de apropiarse de su agenda, y después aceptando su apoyo para la formación de Gobierno”. Además, reseña que esta actuación “convierte en inefectiva la opción de la exclusión político-institucional del nuevo actor”.

Con la llegada de Vox a las instituciones públicas, España ha asumido la tendencia europea de incorporar a partidos populistas a las administraciones. La relación que tienen las formaciones tradicionales con estos partidos difiere según el país. En Francia existe un cordón sanitario a la formación de Marine Le Pen que llega a provocar – como explica Rico – que “cuando llegó el momento de elegir [en la última vuelta de las elecciones presidenciales] entre Emmanuel Macron y la candidata del Frente Nacional, todos los líderes de partidos pidieron elegir a Macron porque es el candidato del establishment”.

En Dinamarca, la extrema derecha del Partido Popular Danés tiene un papel parecido al de Vox en Andalucía, no forma parte del Gobierno pero le da apoyo parlamentario. “Si miramos qué políticas se están desarrollando en ese país, vemos cómo ese apoyo afecta al discurso del Gobierno sobre criminalización de la inmigración”, responde Castellà. En países como Italia, estas formaciones sí que están en el poder tras el acuerdo entre el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la Liga Norte de Matteo Salvini para gobernar. En Austria, la derecha también está en el Ejecutivo en coalición con la extrema derecha del FPÖ.