El barómetro del CIS de septiembre refleja que los españoles perciben la inmigración como el principal problema del país, tras meses de campaña política y mediática de la derecha. Aunque los entrevistados rebajan considerablemente la percepción del problema cuando se les pregunta cómo les afecta a ellos personalmente (al quinto lugar), la escalada de la política migratoria en las encuestas no ha pasado desapercibida para los partidos. Si Vox la usó como palanca para romper con el PP, los de Feijóo han alineado su discurso al de los ultras.
Precisamente este jueves el líder de la oposición visita a Giorgia Meloni en Italia para ensalzar sus medidas antiinmigración. Y eso que Italia es el país de Europa al que más personas migrantes llegan a través de sus costas. Pese a liderar un discurso duro, xenófobo y racista en muchas ocasiones, y aunque ha intentado criminalizar a las organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales que defienden los derechos humanos, los datos son contundentes: 43.804 entradas a Italia por 38.302 a España, datos de la ONU hasta el 15 de septiembre.
Feijóo aterriza en Roma para su segunda reunión con líderes de su familia política europea o afines. Meloni no es una primera ministra cualquiera, sino la líder del principal grupo de la extrema derecha en Bruselas y firme aliada de Vox. Es habitual verles juntos y, este mismo miércoles, Santiago Abascal ha ironizado con el encuentro en los pasillos del Congreso: “El señor Feijóo y el PP pueden aprender muchas cosas. Me gusta que mis socios y mis aliados sean cada vez más considerados”.
El líder de los populares visitó la semana pasada al primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis. En Atenas, el líder del PP aseguró que la de la inmigración “es una política inexistente” en España. Y lo señaló como un “problema que intenta repartirse entre las comunidades autónomas” mientras puso en valor las medidas adoptadas por Grecia, pese a las pruebas que muestran el abandono de personas, incluidos niños pequeños, en alta mar.
El blanqueamiento de Meloni comenzó en la precampaña de las pasadas elecciones europeas, cuando parecía que el apoyo de la italiana sería imprescindible para alcanzar las mayorías necesarias en Bruselas para pactar la composición de los principales órganos comunitarios. Aunque al final la extrema derecha se ha partido en tres en el Parlamento Europeo, por lo que su influencia es limitada, Ursula von der Leyen ha premiado a Meloni con una Vicepresidencia.
El PP ha asumido durante todo el año el discurso más duro contra las personas migrantes, a las que ha señalado como delincuentes, generadores de inseguridad y problemas sociales, e incluso como propagadores de enfermedades. Pero no se trata de voces deslavazadas dentro del partido. No son exabruptos de alcaldes como Xavier García Albiol, que ha alentado los “linchamientos”, o diputados díscolos que se saltan el guion.
El discurso contra las personas migrantes parte desde la cúpula máxima del PP. El propio Feijóo los acusó directamente durante la campaña de las elecciones catalanas, el pasado mes de mayo. Su portavoz, Borja Sémper, justificó a su jefe de filas. Y, desde entonces, el tono xenófobo del PP no ha hecho más que subir para competir con la extrema derecha de Vox.
Los datos sociológicos ya detectaban previamente un incremento de la preocupación por la inmigración. En noviembre de 2023 alcanzó un 14,3%. El pasado mes de julio, escaló al 16,9%. Ahora se ha encaramado al 30,4%.
La asimilación del discurso más duro por parte del PP obligó a Vox a ir un paso más allá, hasta que la dirección de Santiago Abascal obligó a la ruptura de los gobiernos autonómicos que compartían con los de Feijóo, pese a las evidentes reticencias de los líderes regionales. La excusa: la llegada de un puñado de menores migrantes a las comunidades.
En las recientes elecciones europeas, además, surgió la agrupación Salf, liderada por Alvise Pérez, que ha hecho del discurso antiinmigración uno de los ejes de su propuesta ultra. Las medidas que plantea Salf son todavía más extremas que las de Vox, lo que ha azuzado una competición electoral que pone en la diana incluso a los menores migrantes.
Son, precisamente, los votantes de las derechas los que declaran más percepción de riesgo en la inmigración.
El limitado éxito de Meloni
El presidente del PP lleva meses retorciendo los datos sobre el aumento de las entradas irregulares a España. Aunque las llegadas de migrantes han incrementado en un 49% en lo que va de año, la cifra se mantiene al mismo nivel o por debajo que los otros dos países de la UE con frontera exterior con terceros países; Italia y Grecia.
A pesar de la insistencia de Feijóo de colocar como ejemplo a Meloni, Italia sigue siendo el país que más entradas irregulares ha recibido en lo que va de año, con 43.804 migrantes detectados hasta el 15 de septiembre. España se coloca en segundo lugar, con 38.302; seguido de Grecia, con 36.963 llegadas.
Las declaraciones del portavoz del PP, Miguel Tellado, en las que pedía el envío de buques militares para frenar la llegada de migrantes a España marcó uno de los primeros hitos del endurecimiento del discurso de los populares. Su propuesta recordó entonces a una de las medidas más repetidas por la ultraderechista Giorgia Meloni antes de alcanzar el Gobierno italiano.
“Bloqueo naval”, insistía la entonces candidata de la extrema derecha en sus mítines de campaña. La italiana prometió impedir que todos los barcos de migrantes desembarcaran en las costas italianas, sin distinguir las razones que les llevaban a arriesgar sus vidas en el Mediterráneo. Pero los obstáculos legales impidieron la medida.
En 2023, ya con Meloni como primera ministra, 157.652 personas entraron en Italia de manera irregular, colocándose como el país con más llegadas de la Unión Europea por esta vía, según los datos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM). Este año, sin embargo, sí se ha producido una drástica disminución de las entradas a Italia, ligada entre otros factores a los efectos del acuerdo de la UE con Túnez.
El aumento de las salidas desde Túnez impactó de forma directa en el incremento de llegadas registrado en Italia en 2023. Con el objetivo de bloquear esta ruta, en julio del año pasado, Túnez y la UE sellaron el pacto que prometía al Estado norteafricano 105 millones de euros para luchar contra la migración irregular. El acuerdo fue muy criticado por organizaciones especializadas en derechos humanos debido al maltrato y persecución que sufren los migrantes subsaharianos en este país.
Otra de las medidas anti inmigración impulsadas por Meloni el año pasado fue el acuerdo firmado en 2023 con Albania con el objetivo de procesar allí las solicitudes de asilo de decenas de miles de personas rescatadas en el mar en su intento de alcanzar Italia. El pacto aún no se ha puesto en marcha, aunque el Gobierno italiano planea empezar a aplicarlo próximamente.
Human Rights Watch, entre otras organizaciones de derechos humanos, ha acusado a Italia de jugar con los derechos humanos de los migrantes y ha cuestionado el acuerdo con Albania porque puede dar lugar a abusos como los denunciados en relación al pacto alcanzado entre la UE con Libia. No llevar a los refugiados al puerto italiano más cercano “viola los derechos humanos del rescate en el mar y dinamita los derechos de asilo y libertad frente a la detención arbitraria”, se quejó la organización. La Comisión Europea dijo que “vigilaría” el acuerdo y la agencia de refugiados de la ONU vaticinó que causaría “más sufrimiento” como otros arreglos de este tipo.
Los expertos advierten de que medidas represivas como estas, que bordean la legalidad, pueden llegar a cerrar el tránsito migratorio por una vía, pero el flujo acabará aumentando por otra. Mientras se ha reducido el ritmo de llegadas por Italia, debido al mayor control fronterizo por parte de Túnez tras el acuerdo y la caída de salidas desde Libia, las llegadas crecen por España. Y si antes salían principalmente desde Senegal o Marruecos hacia las costas españolas, ahora lo hacen en su mayoría desde Mauritania debido, también, al incremento del control fronterizo por parte de ambos países.
Mauritania, sin embargo, se encuentra con más dificultades para multiplicar sus esfuerzos en frenar las salidas hacia Canarias debido a su particular situación, dado que es uno de los principales Estados de acogida de refugiados malienses. El recrudecimiento del conflicto en Mali se ha notado en el flujo migratorio hacia las costas españolas en 2024, especialmente en las entradas al Archipiélago. De entre las nacionalidades detectadas en los cruces marítimos a España, la maliense es la que más ha aumentado en lo que va de año, superando ya a la marroquí y la senegalesa, según fuentes policiales.
Mauritania es el único país que ocupa el primer puesto de la región del norte de África, tanto como país de acogida como emisor, para o hacia otro país africano. A principios de 2024, la Unión Europea destinó 210 millones de euros Mauritania con el objetivo de reducir el tráfico de personas y así disuadir las embarcaciones que salen al Atlántico.