“No hay un PP blando y un PP duro. Hay un único PP”. El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, trata de acallar en todas sus intervenciones públicas cualquier comentario acerca de las divisiones internas que siguen existiendo en la formación conservadora por su acercamiento a los postulados de la extrema derecha de Vox y ante las críticas de sus compañeros de filas a la bronca estrategia de oposición al nuevo Gobierno progresista que se planteó desde el mismo 10N.
Además de las habituales llamadas a la moderación de los principales barones del partido, el apoyo cerrado de Casado al veto parental impuesto por el partido de Santiago Abascal en la Región de Murcia para que los padres puedan impedir que sus hijos reciban charlas o contenidos educativos extraescolares sobre diversidad familiar o sexual ha provocado, en cambio, una nueva oleada de declaraciones de dirigentes del PP que han tratado de desmarcarse de la línea oficial de Génova 13.
Los presidentes de la Xunta de Galicia y la Junta de Castilla y León, Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Fernández Mañueco, respectivamente, o el líder del PP vasco, Alfonso Alonso, han rechazado sumarse a las tesis del líder del PP a favor del que la extrema derecha ha bautizado como 'pin parental'.
También se han mostrado en contra exdirigentes del sector crítico, como el exsecretario de Estado para las Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, que fue el jefe de campaña de la rival de Casado durante las primarias, Soraya Sáenz de Santamaría, y que al perder dejó todos sus cargos en el PP.
No “banalizar” sobre “temas complejos”
Casado, en cambio, justifica ese apoyo en la existencia de un “Gobierno socialista y comunista que quiere imponer a los padres lo que tienen que educar a los hijos”. “Firmo autorizaciones a mi hijo para ir a una granja, un museo o un teatro”, dijo el líder de los populares el lunes cuando, en una entrevista en Antena 3, equiparó las charlas sobre igualdad y diversidad con la tauromaquia. “No parece descabellado que cualquier acción extraescolar deba recibir la autorización de los padres”, añadió.
Ese mismo día, Feijóo se desmarcaba una vez más de la postura oficial de su partido. “Me interesa la calidad de la educación en Galicia, no voy a banalizar temas complejos y no voy a participar en la politización y adoctrinamiento de la educación”, afirmaba en una comparecencia ante los medios. “En una rueda de prensa no creo que seamos muy capaces de distinguir entre la responsabilidad de los padres en el ámbito educativo y la responsabilidad de los docentes. Hay elementos compartidos. Sería bueno tratar este tema con el sosiego que se necesita”, añadió.
Feijóo se enfrenta a unas elecciones autonómicas este mismo año y, según reconocen desde la dirección del PP, intenta mantener un discurso propio alejado de las tesis derechistas de Casado para “ensanchar su electorado” hacia el centro y conseguir reeditar la mayoría absoluta en Galicia en un contexto de crisis del conservadurismo y división de las derechas en tres –PP, Ciudadanos y Vox–.
Al igual que la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que en los últimos días ha considerado “innecesaria” una y otra vez la aplicación del veto parental en la Comunidad de Madrid pese a ser una de las exigencias de Vox para aprobar los presupuestos de la región –“Los problemas de la educación no están en esto”, decía este martes– Mañueco también rechazaba ponerlo en marcha en Castilla y León donde, según él, “no se adoctrina”.
A diferencia de Ayuso y del propio Casado, el presidente castellano y leonés reivindicaba además la labor del profesorado. En una entrevista en la Cadena Ser el lunes por la tarde, sentenciaba: “No creo que debamos entrar en la libertad de cátedra de los docentes”.
En busca de “la alternativa de la sensatez”
También es una postura completamente contraria a la del líder del PP la que defiende el presidente de los populares vascos, Alfonso Alonso. El fin de semana, el también exministro, habitual crítico con las tesis de Casado, abogaba por responder al debate sobre el veto parental desde una posición “razonable y sensata”, sin caer “en discusiones llenas de engaños entre un extremo y el otro”. “Tenemos que crear la alternativa de la sensatez, la alternativa constitucionalista y de moderación”, dijo en un acto de su partido en Vitoria.
Más tajante era este martes José Luis Ayllón, uno de los hombres de mayor confianza de Mariano Rajoy, representante del sector crítico que en las primarias apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría y que tras el triunfo de Casado y su giro a la derecha dejó todas sus responsabilidades orgánicas y se marchó a la empresa privada. Durante su intervención en la tertulia mañanera de la Cadena Ser de la que es colaborador habitual –además de consultor de la prestigiosa Llorente & Cuenca– se mostraba decepcionado con la dirección del PP.
Preguntado por la polémica del veto parental, Ayllón respondía: “Primero sentí un gran disgusto como militante del PP por ver cómo se metía la dirección de mi partido en un lío que no es tal, convirtiendo lo que es la educación normalizada de este país en un problema político nuevo. Y después sentí muchísimo cabreo por ver cómo el Gobierno aprovechaba esta circunstancia para poder entrar en un debate político que es grave”.
A diferencia de las tesis de Casado, él considera que “las cosas que diga Vox que no caben en nuestro sistema de convivencia hay que pararlas” también desde el propio Partido Popular que, sin embargo, gobierna en plazas tan importantes como la Comunidad de Madrid, el ayuntamiento de la capital, la Junta de Andalucía o la Región de Murcia, gracias al respaldo de la extrema derecha.
Equiparan tauromaquia y libertad sexual
A todas estas voces se sumó, el fin de semana pasado, la de la exministra y exvicepresidenta del Congreso Celia Villalobos, que dejó también la primera línea de la política ante la deriva derechista de Casado. En una entrevista en La Sexta, Villalobos lanzaba una advertencia a la dirección del PP: “Abandonar el centro político es un error gravísimo para el PP”. Además, aseguraba que “le diría a Pablo Casado que pensara más por sí mismo” y no tanto en sus asesores, provenientes todos ellos del sector aznarista del partido, el más radical.
A pesar de todas estas voces, la dirección popular ha decidido mantener su apoyo al veto parental educativo. Este martes, el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, señalaba que el 'pin parental' es para que los padres autoricen o no asistir a las actividades extraescolares “que dan personas no profesionales del centro”, sean del tema que sean.
“Los padres pueden autorizar o no excursiones, charlas sobre seguridad vial o de contenido de educación sexual o sobre el Ejército o la tauromaquia porque es dada por gente no docente y que no pertenece a las escuelas”, explicaba Maroto. “No se trata de que los padres puedan interferir en el currículum de los docentes, sino de las clases extraescolares, porque habrá padres que no quieran que a sus hijos se les enseñe sobre tauromaquia o sobre la libertad sexual”, concluía con el mismo símil defendido horas antes por el líder del PP.