“Lo que le interesa al PSOE es tensionar, lo que le interesa es polarizar. ¿Quién gana en la polarización? Pues él, gana el PSOE”. La frase la pronunció el pasado jueves el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una entrevista sobre las elecciones europeas del 9 de junio en la que añadió: “Y entonces se alimentan los populismos de los dos lados y automáticamente pierde España”. Una referencia a la presión que el PP recibe de Vox por la derecha, y que no se ha reducido con las contiendas electorales de este semestre, sino que han ido a más.
En el PP han planteado los comicios como un plebiscito sobre Pedro Sánchez. Un “ahora o nunca” que estará muy ajustado, según las últimas encuestas. En Génova son conscientes de que, hoy por hoy, Vox es un rival rocoso, que aguanta en las urnas y que cuenta con un electorado fiel que no necesariamente estuvo en el PP ni transitará hacia él.
Así lo explican fuentes de la dirección del partido, que apuntan a que la vía de crecimiento del PP está en el centro, en el espacio moderado que, sostienen, ha dejado libre el PSOE desde 2020 y que ven agrandado con la ley de amnistía. Es ahí donde el PP creció en Euskadi y en Catalunya en las recientes elecciones autonómicas, según esta tesis. Así lo expuso el portavoz del partido, Borja Sémper, en una rueda de prensa en mayo, entre ambos comicios: “Nosotros crecemos por el centro, con ciudadanos cansados de la polarización que quieren buenas políticas”.
En ambas comunidades la extrema derecha aguantó sus resultados. Y todo apunta a que el 9J Vox crecerá ya que viene de un resultado en 2019 previo a su gran eclosión de apenas un 6,2%. Los sondeos le dan un mejor resultado dentro de dos semanas.
En el PP temen que la resistencia de Vox y la capacidad del PSOE para movilizar al voto progresista ante el auge ultra que se prevé en toda Europa ahogue su capacidad de crecimiento. O la limite.
En las elecciones generales del pasado julio, Feijóo sacó 1,3 puntos a Sánchez. El 9 de junio todo lo que sea por debajo de esa distancia será un fiasco. Por eso en el PP aseguran que les vale con “tener una papeleta más” que el PSOE, para que una hipotética victoria por la mínima no quede deslucida.
Mensaje de Vox
En el PP han diseñado una estrategia de campaña que mantendrá un discurso ambiguo, doble. Una modalidad que Feijóo ya ha explorado desde su aterrizaje en la política nacional, con resultados dispares.
El líder de la derecha española lanzó la campaña de las europeas con un claro mensaje de apertura del PP europeo a los Fratelli de Italia de la primera ministra Giorgia Meloni, quien ha glorificado en el pasado a Benito Mussolini y lidera hoy en el continente el discurso que criminaliza a las personas migrantes, demoniza al movimiento LGTBIQ y persigue el aborto.
A rasgos generales, Meloni es a Italia lo que Vox es a España. De hecho, ambos comparten grupo parlamentario en Bruselas, el ECR (Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, en inglés). Y pese a las múltiples alianzas que Feijóo mantiene con la extrema derecha de Santiago Abascal, el cordón sanitario contra las formaciones ultras las había mantenido al margen de los principales pactos comunitarios.
Hasta ahora. El PP europeo quiere mantener su gran acuerdo con socialdemócratas, liberales y verdes. Juntos dominan la política comunitaria, pero el auge de la extrema derecha que se prevé para el próximo 9 de junio ha empujado a la derecha a distinguir entre ultras buenos y ultras malos. Entre los primeros, el ECR de Meloni y Abascal. En el segundo bloque, en el grupo Identidad y Democracia, están Alternativa por Alemania, la Agrupación Nacional francesa de Marine Le Pen, o la Liga de Matteo Salvini.
En un acto organizado el jueves por el Cercle d'Economia de Barcelona, Feijóo quiso hacer esta distinción de forma expresa. Precisamente hablando de los “extremos” que “polarizan”, dijo de los de Meloni: “No tengo información suficiente, pero no me parece homologable a otros partidos que se consideran de extrema derecha en Europa. No me lo parece”. Esa misma tarde, Ursula von der Leyen había apelado directamente a Meloni a “trabajar juntas”.
La naturalización de Meloni por parte de la derecha europea es la de Abascal y, por tanto, el final de uno de los principales dolores de cabeza de Feijóo en Bruselas.
Ya con la campaña en marcha, Feijóo se fue a Elche (Alicante) a ofrecer su primer mitin oficial. Solo, sin su candidata. El líder del partido ni siquiera mencionó a Dolors Montserrat ante un grupo de representantes de empresas locales a los que vendió un discurso que rozó el euroescepticismo.
Feijóo criticó la transición energética, de la que Von der Leyen ha sido una de las principales valedoras durante su mandato al frente de la Comisión. El líder del PP ya había protagonizado duros enfrentamientos con la que será su candidata a un segundo mandato al frente del Ejecutivo comunitario a cuenta de los impuestos especiales a los beneficios extraordinarios de la banca y las energéticas, por ejemplo. O por la limitación del precio de la energía, la llamada excepción ibérica, aplaudida en Bruselas y despreciada por la derecha española y el PP que lo llegó a llamar “timo ibérico”.
Pero este viernes Feijóo dio otro paso al arremeter directamente contra los Fondos Next Generation, el mayor paquete de ayudas económicas insufladas por Bruselas tras la pandemia. Cientos de miles de millones de euros que han permitido una salida de la crisis diferente a la de hace una década, y que tiene en España a uno de sus principales beneficiarios.
Más allá de criticar la forma en la que el Gobierno gestiona estos fondos, Feijóo arremetió contra el espíritu mismo de la inyección financiera. “Hay algunos políticos que vienen aquí que dicen que han conseguido los Next Generation”, dijo, en referencia a Pedro Sánchez, uno de los principales impulsores del programa, precisamente de la mano de Von der Leyen. “No, no”, prosiguió, “lo que has conseguido es endeudar a los europeos en 750.000 millones de euros”. Y zanjó: “Ese no es un buen político”.
Un día antes, en Telemadrid, Feijóo criticó que el presidente del Gobierno dijera que “la economía va como un cohete” porque, dijo, “se basa en que está entrando en un chorro de dinero importante con los fondos europeos”.
Pero no fue el único mensaje euroescéptico de las últimas horas. Feijóo criticó las normas medioambientales europeas, con mención concreta a los impuestos al plástico o al CO2, y contrapuso las políticas verdes a las necesidades del “campo”, uno de sus principales objetivos electorales en esta campaña. Ahí compite directamente con Vox. En Alicante, llegó a decir que la industria maderera es la que garantiza que no haya desertización.
Feijóo criticó a la candidata del PSOE, la todavía vicepresidenta para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, quien en las quinielas aparece como futura vicepresidenta de la Comisión. “Es toda una declaración en contra de la agricultura, de la ganadería, de la industria, de la pesca y del agua”, dijo. “El señor Sánchez y su ministra han sido los políticos más lesivos para el campo y para la industria y para el agua en España”, añadió.
Movilizar a los propios
Antes los empresarios del Cercle en Barcelona no mencionó el campo. Se centró en otros asuntos, como los supuestos problemas de competitividad de Europa, arremetió contra la política económica española, especialmente contra un aumento de la deuda que hace tiempo que se revirtió, y unos impuestos que no han evitado que las empresas españolas declaren beneficios récord.
Feijóo trufa sus mensajes contrarios a la “burocracia” y los “reglamentos” de la UE con loas al “modelo social” europeo, para intentar pescar en los restos de Ciudadanos y en votantes reacios a votar al PSOE.
“El modelo social europeo no es un lastre”, dijo en Elche, menos de una semana después de que el presidente argentino, Javier Milei, lo tildara en un discurso en un acto de Vox de “idea parasitaria de Occidente”. “La justicia social siempre es injusta”, zanjó el dirigente argentino.
Fue el discurso en el que atacó a Pedro Sánchez y llamó “corrupta” a su mujer. Un acto al que no fue Meloni pese a estar invitada. La italiana mandó un videomensaje grabado.
Feijóo llamó a elegir “entre dos modelos”. Y solo entre esos dos: “Entre el modelo socialista y el modelo reformista. No hay más modelos. Los demás son grupúsculos que intentan crear dificultades y problemas”.
“Vamos a ganar las elecciones”, dijo en Elche este viernes. Por la tarde se fue a Murcia, donde hizo una defensa encendida de un proyecto para construir un nuevo puerto de contenedores en un paraje natural, el Gorguel. El Gobierno lo ha paralizado, lo que ha soliviantado al Ejecutivo murciano.
El presidente de la Región, Fernando López Miras, pidió la movilización de las bases del PP para las europeas porque, dijo, son unas elecciones que no van solo de Europa. “Va de España y va de la Región de Murcia”. Un mensaje similar al planteado por el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, quien ha apelado a los “desorientados” porque “estas son elecciones andaluzas” donde se juegan “los intereses de los andaluces”.
En el PP temen que unas expectativas elevadas y el habitual desencanto de los votantes españoles con las elecciones europeas reduzca la movilización de los suyos.
En Murcia, Feijóo recuperó un discurso con nulas referencias a Europa y en defensa de los servicios públicos, y pidió “crear riqueza y repartirla, y después pagar los servicios públicos”. Y llamó, también, a la movilización contra el Gobierno. “El 9 de junio hablamos todos”, dijo. Y aprovechó para convocar a la protesta-mitin del domingo en Madrid.
“Vamos a hacer dos cosas. La primera, movilizarnos. En Europa se aprueban más leyes que afectan a nuestras familias, trabajos y empresas de las que se aprueban en el Parlamento de la Región de Murcia o en el Congreso. La segunda, concentrar el voto. Si dispersamos, no tenemos fuerza”, concluyó. Un resumen de los temores que hay en el PP ante el 9J.
El “plebiscito” contra Sánchez
El discurso de la polarización y los mensajes ambiguos sobre Europa desaparecieron este domingo mágicamente en el mitin-protesta que convocó el PP en Madrid. Miles de personas (80.000, según los organizadores; 20.000, según delegación del Gobierno) se concentraron en la calle de Alcalá contra la amnistía y como “respuesta” a los cinco días de reflexión que se tomó Sánchez para ver si dimitía.
Pero el acto fue de todo menos un acto de campaña. Ninguno de los que ocuparon la tribuna dedicaron su discurso a hablar de Europa. Y la candidata, Dolors de Montserrat, no habló ni un segundo, pese a estar presente y posar para las fotos.
Participaron Feijóo y Ayuso, además del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el filósofo Fernando Savater. Los dos primeros fijaron las elecciones de junio como un “plebiscito” sobre el presidente del Gobierno y la amnistía. El líder del partido planteó a Sánchez que “retire” la norma, que debería aprobarse definitivamente el jueves, porque “la legislatura está perdida”. “Ponga punto final, disuelva las Cortes, conque elecciones y vayamos con la verdad por delante. Que lo haga para que nos deje hablar porque nos ha engañado, a todos”, dijo.
La presidenta de Madrid, quien estableció la dicotomía “Sánchez o España”, dedicó buena parte de su intervención a glosar a Javier Milei, a arremeter contra la esposa del presidente, Begoña Gómez, y a regodearse en el insulto al reivindicar, a gritos, su “me gusta la fruta”.
Solo hubo una apelación, leve e indirecta, a Vox, cuando Feijóo dijo que el Gobierno les quiere “divididos”. Esta vez, Vox no secundó la movilización.
39