A las 9 de la mañana el Madrid político se divide entre quienes asisten a los desayunos informativos y quienes no. A las 9 de esta mañana el PP está partido, tras la expulsión de Alfonso Alonso, entre quienes asisten a la conferencia que da el presidente de la Xunta en un céntrico hotel y quienes han decidido no estar. En la derecha de hoy todo cuenta porque todos toman nota. Las ausencias, las presencias, las palabras, los silencios, los aplausos, los gestos disimulados, los sobreentendidos...
No está este viaje de Pablo Casado hacia el extremo para que nadie se desoriente y haya que sumar bajas como la del vasco Alfonso Alonso. Así que estaban, claro, los convencidos (Álvarez de Casado, García Egea, Suárez Illana y el propio Casado), los dudosos (Pío García Escudero, Ana Pastor) y los que observan desde lontananza (Jesús Posada).
Si uno no supiera de los recelos de Feijóo con el proyecto de Casado, su conferencia hubiera arrojado más dudas que certezas sobre cuál es su posición en la batalla interna que libran los populares. El presidente de la Xunta tomó distancia de la “crisis Alonso”, sí, pero también dijo no creer en los “partidos de clausura” ni concebir un futuro en el que el PP “no sea partícipe de las grandes tareas del Estado”. Por eso llamó a la responsabilidad y a superar la política de bloques.
“No pensamos igual pero podemos entendernos. Es lo que piden los ciudadanos: moderación, entendimiento y encuentro. Ese será el futuro, salvo que los políticos de hoy no queramos a nuestro país. Siempre me rebelaré contra el extremismo, la confrontación y el lío permanente”. A buen entendedor... No habría hecho falta más, pero aún así añadió: “¡Qué valioso es trascender cualquier diferencia ideológica y sumarse a la política que une y no que separa!”.
Luego dijo que solo quería hablar de Galicia, porque la política gallega le merece un respeto y que sobre lo ocurrido en el PP vasco era conocida su opinión -que no la explicitó en todo caso- y que lamentaba que Alfonso Alonso dejase la política. Donde dijo dejar podría haber dicho expulsar pero no lo hizo, si bien pidió a su colega que reconsiderase su decisión de abandonar la primera línea.
Sí se detuvo en una larga reflexión sobre Ciudadanos, y no precisamente para poner en valor ni a quien aspira a ser su próxima presidenta ni sus últimos movimientos porque es sabido “que cambia de opinión demasiadas veces”: “El germen de la moción de censura contra el PP fue Ciudadanos, aún así creo que el acercamiento con ellos es buena noticia para España e intentaré que fructifiquen acuerdos sólidos, leales y sinceros” entre ambas formaciones.
Aclaró a renglón seguido que una cosa es abrir la puerta, y otra muy distinta no tener en cuenta lo que puede aportar la proporcionalidad que resulta de un partido que en Galicia tiene 41 escaños y otro que tiene cero. “Todos aquellos que estén interesados en la moderación y el entendimiento -prosiguió- podemos ir de la mano y caminar juntos. Pero si la propuesta de Ciudadanos es usar el vehículo del PP para conseguir diputados y, finalizado el periodo electoral constituirse en un grupo parlamentario distinto al del PP, los gallegos no entenderán que lo que motive la estabilidad política se convierta en inestabilidad a los cinco minutos de cerrar las urnas”
El auditorio siguió atento su disertación sobre la “trazabilidad” del PP y sus llamadas a desconfiar de “coaliciones ficticias” y mucho más el panegírico que le dedicó en su presentación el ex alcalde socialista de A Coruña, Francisco Vázquez.
Feijóo defendió como “un valor esencial” para calibrar partidos y liderazgos“ esa ”trazabilidad“ con la que enhebró su discurso y dijo ”recelar de aquellos otros que nacen de alguna chistera y cuyo único valor visible es la novedad“, en clara alusión a la formación de Arrimadas.
Luego, pidió a Pedro Sánchez y a su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que no den lecciones de fiscalidad justa porque mañana miércoles, el Gobierno va a cometer “el mayor error” en 40 años de democracia“: ”Se van a sentar con un condenado por el Tribunal Supremo, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, para buscar privilegios para una comunidad autónoma“. De ahí que llamase a todos los presidentes autonómicos constitucionalistas a defender el Estado.