Arsenio Fernández de Mesa es todavía director general de la Guardia Civil, el sexto civil al frente de la institución en sus 172 años de historia. Pero el cuadro que ha encargado para la posteridad pone difícil diferenciar al político gallego, amigo personal de Mariano Rajoy, de los generales que dirigieron la institución en el siglo XIX. En la pintura, Fernández de Mesa aparece luciendo la banda de la Gran Cruz Naval, con los colores de la bandera española, guantes, medallas en la pechera y bastón de mando.
Es tradición en el Instituto Armado que un cuadro de sus directores generales adorne las paredes de la sede central siempre después de que abandonen el cargo. El óleo de Fernández de Mesa, a cuya instantánea ha tenido acceso eldiario.es, aún no luce en la Dirección General. Pero a diferencia de lo ocurrido con sus antecesores, el del actual director ya está listo para ser incluido en la galería. En el pasado, las fotografías que servían de referencia al pintor se tomaban en el último tramo del mandato y el cuadro estaba finalizado cuando ya habían dejado la Dirección General.
El nuevo ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, tomó posesión este viernes del cargo y aún no ha comunicado a los miembros de la cúpula de Jorge Fernández Díaz la decisión sobre su continuidad. En las altas instancias de la Guardia Civil, institución de naturaleza militar, ha causado malestar la pose de Fernández de Mesa para la posteridad. No se entiende que un director civil se haya empeñado en incluir las citadas referencias castrenses en el cuadro que va a lucir en la sede de la calle Gumán el Bueno de Madrid.
Arsenio Fernández de Mesa confiesa en privado que es un militar frustrado, un miembro imposible de la Armada, a diferencia de algunos de sus familiares. Precisamente, fuentes de la Armada recuerdan que un civil debe lucir, por norma, la banda de la Gran Cruz Nacional por dentro del chaqué y no como hace para el retrato Fernández de Mesa.
Por otra parte, la recuperación del bastón de mando no ha sido regulada específicamente en la Guardia Civil. El proceso de militarización al que sometió el comisario Eugenio Pino a la Policía, desde su puesto de director adjunto operativo, incluyó en la primera legislatura de Rajoy su utilización en actos oficiales, lo que no ha llegado a ocurrir en el Instituto Armado.
La opción que ha tomado Fernández de Mesa contrasta con la de sus antecesores civiles, que posaron con traje y corbata, en posición natural, para los retratos. Los militares que precedieron al primer civil, Luis Roldán, evitaron gestos ostentosos. Un ejemplo es el general Sáenz de Santamaría (1983-1986), que eligió para el retrato sostener en la mano un ejemplar de la Constitución. Ninguno de ellos en democracia sintió la necesidad de acompañarse de la bandera de España, como hace doblemente Fernández de Mesa.
Hay que retrotraerse a comienzos del siglo pasado y al XIX para encontrar la pompa militar y el bastón de mando que luce Arsenio Fernández de Mesa en el cuadro que colgará antes o después de la Dirección General, dependiendo de la decisión que tome en los próximos días sobre su continuidad el ministro Zoido.
[[Un portavoz oficial ha negado este sábado que el cuadro tuviera como destino final la galería de directores generales. Según esta versión, se pintó para uso privado de Fernández de Mesa y lleva un tiempo guardado en el “pabellón oficial”, nombre destinado a la residencia privada que tiene el político en dependencias de la Dirección General de la Guardia Civil. Sin más detalles, ha añadido que el cuadro no ha sido sufragado con fondos del Instituto Armado]].