A Pedro Sánchez se le acaba el tiempo que los dirigentes y militantes del PSOE le han dado de paz para poner en marcha su proyecto y hacerse con el control del partido. El secretario general cumple este domingo tres meses al frente del partido, desde que el Congreso extraordinario celebrado el 26 de julio ratificara la decisión de los militantes en las primarias. Sánchez afronta el fin de los 100 días de gracia con los primeros toques de atención procedentes de su principal apoyo en ese proceso, Susana Díaz, y su referente socialista, Felipe González, mientras propugna un lavado de cara del partido. Algunas de sus iniciativas más sorprendentes le han obligado a rectificar casi de inmediato.
La primera orden del nuevo inquilino de Ferraz fue votar en contra del nombramiento de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea. Fue una medida de efecto para marcar distancias con sus antecesores y descartar la idea de una entente futura entre el PP y el PSOE, a pesar de que eso supusiera romper el pacto al que llegaron conservadores y socialdemócratas para repartirse los cargos en Bruselas.
La delegación española también rompió la disciplina de voto al oponerse a que Miguel Arias Cañete ocupara la cartera de Energía y Cambio Climático. No obstante, ese 'no' se convirtió en una abstención al votar el Colegio de Comisarios en bloque. El PSOE no podía hacer ese feo a los aspirantes socialistas de otras nacionalidades.
“Dicho y hecho”, es uno de los lemas de la nueva Ejecutiva. Un día después de anunciar que el PSOE publicaría trimestralmente sus cuentas y las declaraciones de bienes de sus representantes, la web del partido albergó las cuentas correspondientes a los ejercicios de 2012 y 2013. El striptease financiero tardó algo más en llegar, pero los socialistas publicaron finalmente todos los informes sobre ingresos, gastos y créditos de la organización junto con las declaraciones de bienes e intereses de sus dirigentes.
Los documentos de Sánchez recogían el préstamo que Caja Madrid le otorgó mientras era uno de los miembros de la Asamblea de la entidad. Esos 320 consejeros contaban con una “línea especial de crédito”, según desveló El Mundo. Sánchez recibió una bonificación por su hipoteca gracias a su participación en el organismo de la caja de ahorros. Aunque el líder del PSOE se empeñó en asegurar que el préstamo se equiparaba a las condiciones del mercado, lo cierto es que esa bonificación le supuso un ahorro de 187 euros de media al mes durante tres años, circunstancias que luego cambiaron, ya no en su favor, cuando renegoció la hipoteca.
Esa revelación empañó la actuación de Ferraz ante los exconsejeros socialistas que dispusieron de tarjetas 'black' a efectos fiscales. Nada más conocerse la investigación de Anticorrupción por los gastos opacos al fisco, la dirección socialista encargó una investigación interna bajo la amenaza de que los 16 antiguos dirigentes serían expulsados del partido. Antes de que acabara la instrucción, era previsible el resultado. El número dos del PSOE, César Luena, había dado la “orden” de ser lo más “duro” que se pudiera. “A los de las tarjetas negras, tarjeta roja directa”, dijo Sánchez pocos días antes de dar a conocer la expulsión provisional de todos los exconsejeros que conservaban el carné.
El PSOE de Sánchez pretende blindarse contra posibles escándalos como el de las tarjetas y por eso ha elaborado un código ético que pretende controlar las dietas que perciben sus cargos públicos y que prohíbe la percepción de regalos que superen los 60 euros. Sin embargo, dejó en el tintero una de las propuestas estrella de Sánchez: el fin de las puertas giratorias. Fuentes socialistas aseguran que ese compromiso lo cumplirá si llega a La Moncloa, aunque no figure en el texto ya aprobado.
Crisis de rectificaciones
A la transparencia y la implacabilidad contra las conductas no ejemplares, el equipo de Sánchez sumó una estrategia comunicativa para un “nuevo PSOE”, que también presume de acercarse a la calle con “asambleas ciudadanas”. La intervención del secretario general en 'Sálvame' (Telecinco) para convencer al popular Jorge Javier Vázquez de que estaba en contra del maltrato animal marcó el antes y el después de esa nueva fórmula, que continuaría esa misma noche en 'El Hormiguero' (Antena 3) y unos días después en 'Viajando con Chester' (Cuatro).
Tantas apariciones mediáticas han jugado a Sánchez algunas malas pasadas que tuvo que enmendar con rapidez desde el gabinete de prensa. “Sobra el Ministerio de Defensa”. Con ese titular desayunaron los lectores de El Mundo el 4 de octubre, aunque luego Ferraz matizó, sin desmentir al entrevistador, que se refería a la reducción del presupuesto, no a eliminar el departamento responsable de las Fuerzas Armadas.
Los servicios de prensa de Ferraz también tuvieron que enviar un comunicado para salir al paso de las declaraciones de Sánchez, que propuso funerales de Estado, que obligan a la presencia del presidente del Gobierno, para todas las víctimas de violencia machista. “Somos conscientes de que el presidente del Gobierno, por agenda o por deseo de la familia, no pueda estar en todos los funerales, pero el Gobierno debe estar representado dando ejemplo de forma decidida para erradicar esta lacra que nos atañe a todos y todas”, precisó el PSOE.
Sánchez también tuvo que rectificar tras equiparar en su primer discurso al frente del partido la violencia de género con el independentismo: “Desterremos palabras como crisis, violencia de género o independentismo”, dijo.
Ni un elogio de Susana Díaz
La presidenta andaluza, Susana Díaz, no esperó a terminar el periodo de gracia para mostrar su desacuerdo con algunos de los planteamientos del líder socialista. “Pedro Sánchez tiene una estrategia y yo tengo otra”, declaró en una entrevista en El País sobre las apariciones mediáticas del nuevo secretario general. Díaz criticó en concreto la propuesta de los funerales de estado para las víctimas de violencia machista: “El esfuerzo que tienen que hacer todas las administraciones es de prevención, que las mujeres se sientan seguras. Yo no compartía eso, pero luego lo corrigió”, expresó.
Díaz dejó claro en Onda Cero que hablaría para criticar aquello que no le pareciera bien y, además de no hacer ningún elogio a la gestión de Sánchez, dejó en el aire su apoyo para las primarias de julio.
Además, el toque de atención de Díaz incluyó las posiciones de algunos miembros de la Ejecutiva sobre Cataluña. En esa misma línea se había mostrado unos días antes el histórico dirigente Alfonso Guerra, que advirtió de que la reforma de la Constitución que plantea Sánchez no puede hacerse para contentar a los nacionalistas. El líder del PSOE aún no ha hecho una propuesta en firme del cambio constitucional, aunque lo ha establecido como una de sus banderas renovadoras.
En el mismo acto en el que Guerra alertó de los problemas de cambiar el texto constitucional, Felipe González pidió a Sánchez que se centrara en construir un “proyecto mayoritario” y llegó a decir que el PSOE estaba “distraído”.
Ambos dirigentes hablaron del peligro de la “demagogia populista” de Podemos. Esa postura también fue la que adoptó Sánchez recién llegado a Ferraz. “El PSOE no va a pactar con el populismo”, insistió Sánchez durante unos días. Esa fue la primera vez que recibió críticas internas a sus palabras.
Algunos dirigentes eran conscientes de los problemas que podrían tener en algunos territorios en los que el partido que lidera Pablo Iglesias se va a hacer con un importante hueco electoral. Desde entonces, Sánchez ha rebajado el tono respecto a Podemos.
También sentó mal su propuesta de prohibir a los cargos públicos socialistas realizar labores remuneradas distintas a las parlamentarias. “No estamos hablando de tres o cuatro clases”, intervino Luena para defender al líder.
Los 100 días de gracia se acaban y el PSOE organizará un acto para celebrar la fecha, aunque la dirección tiene que asumir que la tibieza de los críticos puede empezar desaparecer.