El juicio contra tres hombres, dos de ellos guardias civiles, acusados de abusar de una joven drogada o borracha en Madrid en 2018 ha quedado visto para sentencia. Un proceso en el que la Fiscalía ha hecho definitiva su petición de seis años de cárcel para cada uno por abusos sexuales después de añadir un inciso a su escrito de acusación en el que abre la puerta a que la víctima estuviera afectada por el consumo de alcohol o de “sustancias no determinadas”. La defensa ha centrado su alegato final en cuestionar que la víctima no recuerde nada de lo sucedido después de que la primera policía que le tomó declaración haya sido contundente. “Estaba emocionalmente rota, estaba traumatizada por sus recuerdos”, ha dicho tras destacar las “ganas de querer descubrir la verdad” de la víctima cuando denunció los hechos varios días más tarde.
La Fiscalía y la acusación han hecho definitivas sus peticiones de seis y diez años de cárcel respectivamente tras escuchar a los últimos testigos, sobre todo policías que intervinieron en la investigación del caso así como médicos y psicólogos que en algún momento atendieron a la víctima. Para la fiscal, existe “persistencia” en la actuación de la víctima desde que denunció los hechos en estos términos en marzo de 2018. Tardó unos días en hablar con la Policía Nacional, pero eso no es motivo para restar credibilidad a su testimonio. “Es lógico que no quiera denunciar al principio, es una forma de proceder normal y en absoluto es reprochable”, ha dicho.
Sobre la culpabilidad de los tres acusados, la fiscal no tiene dudas de que esa noche conocieron a la joven, fueron con ella a un piso y allí abusaron de ella en grupo cuando no estaba capacitada para tomar ningún tipo de decisión al respecto. “Queda acreditado que se aprovecharon de la situación en la que se encontraba, tenía anuladas las facultades”, ha dicho. Ella, ha indicado, “pudo ingerir más alcohol que ellos” y estar en un estado de embriaguez que le impedía consentir la relación así como acordarse de detalles al día siguiente. Ha mantenido su petición de seis años de prisión por abusos pero ha añadido un inciso: la víctima estaba afectada por el consumo de alcohol o “de sustancias no determinadas”.
En términos similares se ha pronunciado Daniel Rodríguez, abogado de la denunciante. Ella “no estaba en sus facultades”, ha dicho antes de destacar que la declaración sin fisuras de los tres jóvenes es demasiado perfecta. “Nos ofrecen una versión perfectamente coincidente entre ellos, sin contradicciones, como una maquinaria suiza” que, según su criterio, empezaron a urdir entre todos nada más ser detenidos. “Tienen experiencia sobrada en declaraciones y en cómo construir una”, ha dicho en alusión a la condición de dos de ellos como agentes de la Guardia Civil, por lo que “tuvieron tiempo para preparar un relato” cuando fueron detenidos en una discoteca de Palma.
Los tres formaban parte de un grupo de WhatsApp en el que se autodenominaban “Ultra Ataque” y, según la acusación, el contenido de este chat y cómo aludían a la víctima denota que ella fue “el mayor trofeo, tres contra una, es la cosificación más absoluta de la víctima”, ha indicado. Era un chat en el que, entre otras cosas, se referían como “cervatillas” a las mujeres con las que mantenían relaciones sexuales y comparaban la belleza de estas personas, según relataron ellos mismos en el juicio.
“Estaba traumatizada por sus recuerdos”
Uno de los aspectos que analizan los jueces en estos casos es la persistencia y coherencia en la denuncia de la víctima desde su interposición hasta la celebración del juicio, y en la última sesión la sala ha escuchado a una agente de Policía Nacional ratificar su relato actual. Una agente de la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) de Madrid que ha explicado que ella estaba “emocionalmente derrotada, fue una declaración muy difícil, de seis horas” por cómo había que parar para que ella pudiese articular palabra. La agente ha destacado que ella “era una chica muy colaboradora” así como sus “ganas de descubrir la verdad, estaba traumatizada por sus recuerdos”.
Para esta agente, el relato de ella “era constante en todo momento” y la joven se presentó como “muy colaboradora, quería descubrir la verdad en todo momento”. Ha corroborado detalles como que uno de los acusados, el único que dio su nombre, le dio un nombre falso. También ha corroborado que ella tardó varios días en denunciar porque “quería ver si lo que pasó era verdad” antes de iniciar un procedimiento judicial.
La sección 23ª de la Audiencia de Madrid ahora tiene por delante las deliberaciones para decidir si condena o absuelve a los tres acusados del abuso en grupo. Deliberaciones que llegan después de un juicio en el que buena parte de los testigos han ratificado que la víctima ha mantenido siempre la misma versión: desde que acudió al médico al sospechar que había sido víctima de un abuso que no recordaba hasta cómo tardó varios días en interponer la denuncia porque no estaba segura de lo que había pasado, sin mostrar animadversión hacia ellos. Los jueces también cuentan con el testimonio de los acusados, que reconocen que mantuvieron relaciones sexuales en grupo pero afirman que todo fue consentido tras aportar con unanimidad toda una serie de detalles sobre lo que ella dijo e hizo durante toda la noche.
“Se acuerda de lo que le interesa”
El abogado de los tres acusados, Juan Puig de la Bellacasa, ha centrado su alegato final en cuestionar, como hicieron ayer sus defendidos, el relato de la joven y sus recuerdos selectivos. “Se acuerda de lo que le interesa, no está diciendo la verdad, está fingiendo los famosos flashes”, ha dicho el letrado en varios puntos de su informe final. Según su versión de los hechos, la víctima llegó tarde a casa de su amigo, que estaba “muy cabreado” por tener que levantarse de madrugada cuando tenía que trabajar pronto al día siguiente, y que ella “tuvo que buscar un motivo” para superar ese enfado que fue “una película” sobre que había sido víctima de unos abusos en grupo mientras estaba bajo los efectos de una sustancia desconocida.
El letrado cuestiona, en primer lugar, que sus tres clientes fueran presentándose a gente e incluso dejando una tarjeta que permitía identificar su página de Instagram si su intención era abusar de una mujer. “Están dejando un rastro como el caracol, han dejado su tarjeta de visita en todo el proceso”, razona el abogado tras destacar que ellos “han hecho infinidad de atestados” como guardias civiles y si hubieran querido cometer un crimen así habrían sabido tapar mejor sus huellas.
Según su criterio, lo que sucedió en realidad es que el amigo de la víctima se enfadó mucho por la hora de llegada, que ella se inventó una “película” en la que sospechaba que había sido víctima de un delito sexual. Una vez dicho eso, argumenta, “ya no te puedes rebajar de esa versión”, que según él ha mantenido durante cuatro años ante policías, amigos, jueces, fiscales y psicólogos. La declaración de la víctima en el juicio, ha añadido, “no me convenció” ya que, interpreta, ella “se quiere acordar de lo que quiere” y cuestiona que, por ejemplo, pudiese enviar mensajes por teléfono a su amigo si de verdad no estaba en plenas facultades: “¿Era una sonámbula?”, ha preguntado al tribunal. Apunta también a que, desde un principio, la acusación ha intentado demostrar que había consumido alguna sustancia desconocida que había anulado su voluntad y que, en el tramo final del juicio, ha decidido apostar por una posible borrachera hasta ahora negada: “Lo de ir bebida es imaginación de la acusación y el Ministerio Fiscal”, ha dicho.
El abogado, como ya hicieron ayer sus clientes, ha cargado también contra la agente de Policía Nacional que ha comparecido también como perito por haber seleccionado mensajes de los grupos de WhatsApp de los acusados y haber omitido otros que considera “exculpatorios”. Ha afirmado que “la agente se ha extralimitado, ha sido muy parcial” al reflejar mensajes en el que mostraban “preocupación” por la condena de La Manada de Pamplona pero ocultando los que llamaban “hijos de puta” a los condenados.
“Ha sido un infierno para nosotros”
El miércoles, durante su declaración, la víctima aseguró que el caso había sido un “infierno” para ella. Un día después, durante el turno de última palabra, han sido los tres acusados los que han tomado esa frase: “Ha sido un infierno para nosotros y nuestras familias, queremos que se acabe lo antes posible”, ha dicho uno de ellos.
Los tres han usado su turno de última palabra para defender su “completa inocencia”, asegurar que drogar a una mujer para abusar de ella es “lo más miserable” y algo que “los que” les conocen “saben que nunca” harían y también destacar su colaboración con la investigación: “Hemos intentado que se sepa la verdad desde el primer minuto”, ha dicho uno de ellos.
La sentencia no se espera próximamente. La magistrada ponente, una vez finalizada la sesión, ha comunicado a los abogados de las partes que la sentencia tardará en ser dictada.