Un programa oculto dedicado a fumigar a la población desde aviones comerciales para extender enfermedades, controlar el clima o provocar sequías. Es el esquema de una vieja teoría de la conspiración, la de los llamados 'chemtrails', desmontada una y otra vez por la ciencia, que vincula las estelas que dejan las aeronaves con supuestos daños sobre la salud y el medio ambiente. Y que, de forma reciente, negacionistas y conspiranoicos tratan de relacionar con la intensa ausencia de lluvias que viene sufriendo Europa desde 2022.
El bulo ha llegado hasta la Fiscalía, que en las últimas semanas ha recibido “centenares” de denuncias de ciudadanos que piden investigar esas estelas y que aseguran que las autoridades están rociando con sustancias químicas a la población o que hay una trama internacional para modificar el clima e impedir que haya precipitaciones. Son denuncias que están abocadas al archivo ante su total ausencia de fundamento, según informan fuentes fiscales a elDiario.es.
El Ministerio Público se basa para ello en un informe elaborado en 2017 a raíz de una denuncia similar y que concluyó que los llamados 'chemtrails' son “simplemente, nubes de hielo”. El trabajo fue realizado por la unidad técnica de la Fiscalía de Sala de Medio Ambiente con información de la Policía Nacional y del organismo público Enaire, que es el principal proveedor de servicios de navegación aérea y de información aeronáutica en España.
La conspiración en torno a los 'chemtrails' –y su derivada en la Fiscalía– no es nueva, aunque las fuentes consultadas hablan de un reciente “aluvión” que relacionan también con los grupos antivacunas y negacionistas de la COVID que afloraron durante la pandemia. “Están aprovechando la estratagema que aprendieron y su estructura fáctica para airear de nuevo este asunto”, sostienen. Sólo en la Fiscalía de Madrid las denuncias rondan el medio centenar y hay abiertas hasta 25 diligencias, según adelantó TVE. En otras ocasiones, lo que llegan son escritos deslavazados en los que no se identifica al denunciante por lo que ni siquiera llega a cumplirse el trámite formal de la apertura de una investigación preprocesal.
Las fuentes fiscales consultadas también afirman que llevan años recibiendo en dependencias del Ministerio Público llamadas telefónicas de ciudadanos que alertan de las hipotéticas consecuencias de estas estelas. Llamadas que, en ocasiones, han llegado a contener acusaciones de formar parte de una conspiración global e incluso insultos y amenazas.
Una “teoría de la conspiración”
El informe del Ministerio Público es claro sobre la falta de fundamento de esas denuncias y reitera que la comunidad científica ya ha refutado estas “teorías de la conspiración” al considerar que esas huellas en el cielo son “estelas de condensación generadas por los aviones o simplemente nubes tipo cirrus [formadas por pequeños cristales de hielo como los que forman los cirros cuando hay frío en altura]”.
El documento detalla que esas estelas se forman cuando los gases calientes que expulsan los motores de las aeronaves se congelan al entrar en contacto con el aire exterior. Entre esos gases hay dióxido de carbono, “pequeñas cantidades” de óxidos de nitrógeno, hidrocarburos, monóxido de carbono, gases de azufre, partículas de “hollín y metal” y vapor de agua, que es el “único relevante” para la formación de las estelas.
Cuando esos gases se mezclan con el aire circundante se enfrían rápidamente y, si hay suficiente humedad en la atmósfera y la mezcla alcanza la saturación, se produce la condensación de vapor de agua. Esto es, “nubes de hielo, en forma de largas líneas”, detalla el informe. Una vez formada la estela, su evolución y permanencia en el cielo dependerá de las condiciones atmosféricas, como la temperatura y humedad del aire, así como de la cantidad de vapor de agua y de la temperatura de las emisiones. Eso hace que se vean más estelas unos días que otros o que los aviones puedan dejar de emitirlas si cambian de altura.
El informe también explica por qué las estelas se cruzan y pueden llegar a formar una especie de “mallas” en el cielo, lo que alimenta las teorías de negacionistas y conspiranoicos. La explicación es que el tráfico aéreo se canaliza a través de “aerovías o autopistas del aire” que han sido trazadas en función de diferentes variables para la planificación de las distintas rutas de los vuelos. Por ejemplo, el tráfico aéreo está estructurado en “volúmenes de espacio” en torno a los aeropuertos para “permitir la operación de los despegues y aterrizajes de forma segura”.
En todo caso, el documento de la Fiscalía no niega el “posible impacto” que tiene la aviación en el medio ambiente, aunque rechaza su vinculación con estas estelas. Y afirma que ese impacto se centraría en el aumento de la cobertura nubosa —por la formación de las nubes cirrus— y su posible repercusión en el aumento de la temperatura global, la emisión de gases de efecto invernadero originados en la combustión de los motores y la exposición al ruido de las aeronaves durante largos plazos.