Al portavoz de ERC en el Congreso le preguntaron esta semana en rueda de prensa por su opinión respecto a la unidad de la izquierda de cara al próximo ciclo electoral. “Lo que le pido a Yolanda Díaz es que no negocie las coaliciones como negoció la reforma laboral porque, si lo negocia igual, no habrá tres listas de izquierdas, habrá 150”, respondió Gabriel Rufián. El dardo a la vicepresidenta es el último de una larga lista del portavoz republicano y sonó todavía más estruendoso porque la pregunta no mencionaba a la líder de Unidas Podemos.
Unos minutos antes y en la misma comparecencia de prensa, Rufián ya había señalado con nombre y apellido a la también ministra de Trabajo para tomar partido en la azarosa vida interna de un espacio político ajeno al suyo, tampoco escaso de embrollos, pero esta vez a cuenta de una cuestión que nada tenía que ver con el lío interno de la izquierda. El zarandeo de Rufián fue a raíz de una pregunta sobre los límites de precios a los alimentos básicos, que puso la vicepresidenta sobre la mesa y que avala también el ministro de Consumo, Alberto Garzón, y que había desdeñado una parte de Podemos. “Yo lo que le pido es que, además de con las teles, hable con su partido porque, si no, las propuestas se quedan en una portada. Tengo que recordar que la señora Díaz forma parte de un partido aunque ahora parezca un ente extraño. Y es bastante anómalo que no hable con su partido de propuestas que nos parecen interesantes”. A esa conclusión llegó Rufián en una respuesta que había arrancado asegurando que “sería muy irrespetuoso” por su parte meterse “en asuntos de un partido” que no es el suyo.
Al día siguiente, ya en plena sesión de control al Gobierno, el portavoz de ERC volvió a aprovechar su pregunta para lanzar otra pulla con el mismo objetivo. “Suena muy bien eso de topar una cesta de la compra, pero ¿de qué sirve si no lo hablan ni entre ustedes, si incluso algunas no lo hablan ni con su partido? Sirve para frustrar y decepcionar”. Aunque el cruce de reproches y, en concreto, las críticas de Rufián hacia la vicepresidenta han sido habituales desde el gran desencuentro entre ambos a raíz del voto en contra de ERC a la reforma laboral, a muchos diputados les llamó la atención la insistencia y lo explícito de las críticas. Más en una semana en la que Yolanda Díaz se encontraba ausente de la actividad parlamentaria por estar de viaje de trabajo en Bali.
“Parece que dice las cosas que les gustaría decir a Pablo Iglesias o a mucha gente de Podemos y no pueden”, bromeaba un diputado del propio grupo confederal en el patio del Congreso tras la sesión. Lo cierto es que no ha pasado desapercibida la fijación del portavoz republicano con la vicepresidenta segunda, que lo ha convertido en una especie de líder de la oposición a Yolanda Díaz. “Es más duro con ella que cuando le preguntan los del PP”, comenta una diputada del PSOE. Rufián asegura que con la ministra de Trabajo no tiene ningún tipo de “problema personal”. E incluso apunta: “De hecho, todo lo contrario. Tenemos buena relación”.
Algunos dirigentes cercanos tanto a Díaz como al propio Rufián sostienen que esa afirmación pudo ser cierta algún día, pero no desde el voto en contra de Esquerra a la reforma laboral. La pregunta que subyace es por qué un portavoz de uno de los partidos aliados del Gobierno y que, además, desde un punto de vista ideológico, comparte en gran medida los planteamientos de una ministra que ha desplegado una amplia agenda reformista y de izquierdas en su departamento, la tiene en el punto de mira de una forma tan explícita. Y ahí hay versiones para todos los gustos según a quién se le pregunte. En conversación con este periódico, el propio Rufián explica el motivo de sus críticas, tras descartar que tenga una especial fijación. “Para nada es ninguna obsesión ni nada por el estilo. Yo soy el primero en decir que a Yolanda le tiene que ir bien porque eso será bueno para todos. Pero confrontamos las cosas que creemos que tenemos que confrontar”.
El portavoz de ERC asegura que, aunque haya “momentos mediáticos complicados para criticar a según qué personaje político”, en su opinión “las cosas hay que decirlas siempre”. “He hecho lo mismo con otros partidos o con otros políticos”, insiste. Al mismo tiempo reconoce tener “una gran afinidad” con el entorno de Podemos. Durante varios años tuvo una mala relación con Pablo Iglesias, algo que ha cambiado desde que el exvicepresidente dejó la primera línea política. “Yo he ido a La Tuerka, yo admiro a Irene Montero, eso es así. Y claro que me preocupa lo que pueda pasar en todo ese mundo”.
Dice que esta semana ha sido especialmente combativo con Yolanda Díaz porque le inquieta la división de las izquierdas. “Me parece mal que salgas a hablar de una propuesta que no has hablado ni con tu partido. Las izquierdas no vamos bien así, nos penaliza la división. Tú te debes a unas siglas porque, si no, la imagen que damos es de caos y me parece dramático que puedan ir a las elecciones divididos”, señala. Yolanda Díaz, que no es afiliada a Podemos y que dejó de serlo hace tiempo de Izquierda Unida, repite una y otra vez que su actual proyecto político poco o nada tiene que ver con siglas o partidos. Y no oculta que Sumar no va de coaliciones con nadie, tampoco con Podemos, como explicó en una entrevista reciente en elDiario.es.
Sin embargo, varios diputados catalanes que tienen buena relación con Rufián y que lo conocen de cerca coinciden en apuntar a las negociaciones previas a la reforma laboral como punto de inflexión de un problema que, a tenor de lo visto, sigue lejos de estar resuelto. “Está enrocado en eso”, cuenta uno de ellos. “Que ERC votara en contra de una reforma laboral que devolvía tantos derechos a los trabajadores y que apoyaban los sindicatos fue percibido por mucha gente como un error, empezando por gran parte de sus bases, que son afiliadas también a la UGT. Eso le ha desgastado y, por cómo fue la negociación, él se sintió en cierta medida despreciado por Yolanda Díaz, que también le fue diciendo por ahí de todo menos bonito porque no podía entender su postura”.
Otras fuentes de Esquerra señalan que el origen del problema está en una reunión que Yolanda Díaz mantuvo durante aquellos días en Barcelona con Pere Aragonés y de la que Rufián se enteró por una información de La Vanguardia. Según esa tesis, Rufián, que estaba negociando la reforma laboral en Madrid, se sintió puenteado por la vicepresidenta.
En Unidas Podemos hay quien piensa que, en realidad, lo que pesa es la competición partidista. Es de sobra conocido el conflicto interno que vive el espacio confederal a la espera de concretarse el nuevo proyecto político liderado por Yolanda Díaz y el encaje y protagonismo que los distintos partidos puedan tener en él. Unas turbulencias que han convertido en especialmente tensa la convivencia entre el núcleo dirigente de Podemos, que también se siente menospreciado, con la vicepresidenta segunda y su equipo. “Rufián ha detectado ahí un foco de conflicto e intenta generar ruido. Ten en cuenta que todas las encuestas le dan muy bien a Yolanda en Catalunya y eso es competencia directa para Esquerra”, reflexiona otro diputado.
Aunque formalmente Díaz no ha confirmado que vaya a presentarse, su equipo revisa cada encuesta que se publica y ha constatado que en Catalunya su liderazgo es especialmente bien recibido entre los votantes de ERC. Y además la vicepresidenta tiene en la líder de los Comunes, Ada Colau, a una de sus aliadas más estrechas. A diferencia de las tiranteces en las que a veces se vieron envueltos la alcaldesa de Barcelona y el ex líder de Podemos, Pablo Iglesias, la sintonía entre Díaz y Colau es, a día de hoy, absoluta y ha terminado de engrasar un espacio político que en el pasado también se vio sumido en varios líos internos de los que ahora se quiere pasar página. Eso se traduce en candidaturas más competitivas entre el electorado progresista de Catalunya no solo de cara a las generales sino también a las municipales, un terreno que no le va a resultar ajeno al portavoz de ERC en los próximos meses.
Su partido, que lo convirtió de la mano de Oriol Junqueras en el hombre fuerte en Madrid tras el adiós de Joan Tardà y que confió en él para pilotar unas complejísimas negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez en las que tuvo un papel protagonista, lo ha apartado en los últimos meses de otras negociaciones importantes con el Gobierno para llevar directamente la interlocución desde Catalunya o incluso desde el propio Palau de la Generalitat. Y, además, lo ha elegido para ser candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramenet, su localidad natal, en el cinturón metropolitano de Barcelona y gobernada con mayoría absoluta por el PSC. Las expectativas no son nada optimistas para ERC en ese municipio y nadie en el partido cuenta con alcanzar la alcaldía. Pero en la formación independentista niegan que sea un intento por orillarlo. “Las elecciones de mayo son muy importantes para nosotros y el cinturón metropolitano es estratégico. Hay mucho voto que ganar ahí tras años de dominio de Ciudadanos y ahora, de nuevo, del PSC. Y Gabriel es una muy buena apuesta para ello”, explican los republicanos.
De hecho, el propio Rufián habría solicitado compatibilizar ese encargo con su responsabilidad de portavoz en Madrid, donde se encuentra asentado desde hace años personal y políticamente y de donde no tiene ninguna intención de salir. “Cómo me va a preocupar Yolanda Díaz para las elecciones de Santa Coloma”, cuenta él mismo a elDiario.es. “Primero, porque ella ya ha dicho que no va a participar en las municipales; y segundo, porque allí el que gana es el PSC y los comunes casi no tienen representación”, argumenta antes de apuntar que “otra cosa” son las generales. “Ahí es obvio que tenemos una frontera de voto con ella. Pero nosotros competimos con el PSC, que es quien está fuerte allí, no con los comunes. Y de verdad que mis críticas no tienen nada que ver con eso”, sostiene.
Sus choques con Díaz marcan el último episodio de un dirigente acostumbrado a acaparar los focos, conocido por la acidez de sus discursos en la tribuna del Congreso y también en las redes sociales. De él suelen decir que es más rojo que independentista. Quizás por eso o por la vuelta al pragmatismo que enarbola ERC tras el fin del fracasado procés es habitual que sea abucheado en manifestaciones independentistas por el público más exaltado. Nunca ha ocultado su falta de simpatía hacia “los nuevos convergentes”, en referencia a sus socios catalanes de Junts. Y aunque ahora parece tener una mejor interlocución con el PSOE de Pedro Sánchez que con la Unidas Podemos de la vicepresidenta segunda, tampoco ha esquivado jamás los choques en público con el presidente. Rufián, que ha llegado a exponer en su escaño esposas o impresoras, puso sobre la tarima de la tribuna un puñado de balas durante su intervención en el debate sobre el estado de la nación del pasado mes de julio, señalando directamente a Sánchez por defender la actuación de la policía marroquí en la frontera de Melilla que acabó con varias personas migrantes muertas y decenas de heridos. “Ya sabemos cómo es, es su estilo y es un político brillante en el que confiamos totalmente”, cuentan desde ERC del Rufián más atareado: portavoz en el Congreso, candidato a las municipales y líder de la oposición a Yolanda Díaz.