Las elecciones que celebrarán Euskadi y Galicia el próximo 5 de abril permitirán confrontar los dos modelos del Partido Popular, el moderado y el extremista, que coexisten internamente en una pugna constante sobre todo después de que Mariano Rajoy se viera forzado a dimitir como líder del partido tras la moción de censura en su contra de mayo de 2018 y de que Pablo Casado le relevara en el cargo tras un convulso proceso de primarias inédito en la formación conservadora.
De un lado está el presidente de la Xunta de Galicia y candidato a la reelección, Alberto Núñez Feijóo, que intenta distanciarse de la dirección estatal de su partido –que emprendió un giro a la derecha desde la llegada de Casado incluso pactando con Vox para mantener parte de su poder territorial– huyendo de las siglas y marcando un perfil más centrista. Por Feijóo ya ha empezado a hacer campaña el propio Rajoy, al que se identifica con el PP más moderado, y que recela del acercamiento de Génova 13 hacia las ideas de la extrema derecha.
En una estrategia completamente opuesta se sitúa el candidato popular a lehendakari de la coalición PP+Cs, Carlos Iturgaiz, colocado a dedo por Casado hace dos semanas tras destituir a Alfonso Alonso –del sector crítico y moderado–. Del sector más derechista, Iturgaiz ya se ha mostrado partidario de llegar a acuerdos con Vox en la línea del actual líder del PP.
Por Iturgaiz prevé hacer campaña el también expresidente del Gobierno José María Aznar, padrino político y asesor de referencia de Casado, que tras lustros de ruptura con su partido por sus discrepancias con Rajoy ha conseguido ahora situar en algunos de los puestos de mayor responsabilidad a sus principales seguidores, el conocido como aznarismo.
Contra “los extremismos”
Rajoy cuestionó abiertamente la estrategia de Casado de pactar con Vox el pasado fin de semana, en un acto de precampaña en favor de Feijóo, en Ourense, en el que también estaba presente el propio líder del PP. “No es bueno, ni aquí ni en ningún lugar, por alejado que esté, que los extremistas, sean quienes sean, estén en los gobiernos o condicionándolos”, aseguraba frente a Casado, que ha tenido que pactar con Vox para poder garantizarse gobernar en coalición con Ciudadanos Andalucía, la Comunidad de Madrid, la Región de Murcia o ayuntamientos tan importantes como el de Madrid o Zaragoza.
El expresidente cargaba en su discurso contra los ejecutivos “tripartitos o cuatripartitos”, que van “contra la innecesaria inestabilidad de las instituciones” y ponen “en peligro la economía y el bienestar de la gente”, pese a que el PP mantiene los gobiernos antes mencionados gracias a acuerdos a tres, los logrados con Ciudadanos como principal socio y con Vox, como apoyo necesario.
Tras la reunión del Comité de Dirección del PP del lunes, Casado dejaba en manos de su vicesecretaria de Política Social, Cuca Gamarra, la tradicional rueda de prensa posterior a la reunión de la cúpula popular. Preguntada por las críticas de Rajoy asegurando que los extremismos no deberían condicionar los gobiernos, la portavoz popular se limitaba a señalar que “los extremismos no son nunca buenos para nadie”.
Rajoy tiene previsto ser un militante activo en la campaña de Feijóo, en la que según fuentes del PP participará en varios mítines, pese a que el presidente gallego insiste una y otra vez en que él no será “rehén de ningún partido”, ni siquiera del suyo, en lo que se ha interpretado como un claro distanciamiento de la estrategia de Casado. Además, el presidente gallego rechazó una alianza con Ciudadanos para las elecciones como la que sí ha logrado el PP en Euskadi, y se niega a contemporizar con Vox como defiende Génova 13.
Aznar, Mayor Oreja y San Gil
Donde por el momento no se espera a Rajoy es en la campaña de Iturgaiz, en la que, sin embargo, sí tendrán un papel protagonista, tal y como adelantó La Razón, Aznar y dos de sus principales seguidores, el exministro Jaime Mayor Oreja y la expresidenta del PP vasco María San Gil. El nuevo candidato de los populares a la lehendakaritza es, de hecho, uno de los cachorros del presidente de la Fundación FAES, que apoya a pies juntillas la estrategia de Aznar de “refundar” el “centro derecha” con la unión de PP, Ciudadanos y Vox.
Nada más ser elegido candidato tras la destitución de Alonso, que se situaba en una línea más moderada y alejada de la extrema derecha, Iturgaiz defendía que el PP debe “aunar fuerzas” con el partido de Santiago Abascal, de quien ya ha dicho que es “una persona maravillosa”. El candidato popular a lehendakari justificaba esta colaboración para hacer frente al “Gobierno fasciocomunista”. Así, aunque reconocía que hay diferencias “en materia autonómica o europea” con el partido de extrema derecha, Iturgaiz entiende que hay “planteamientos” en los que están “muy cerca”.
Casado, por su parte, sigue intentando hacer equilibrios con el objetivo de representar a los distintos sectores internos de su partido. El lunes, en una misma entrevista en Telecinco, consideraba que la suya “tiene que ser la fuerza tranquila y moderada” que presenta “propuestas transversales”, aunque solo unos minutos después volvía a adoptar algunos de los argumentos más radicales de la extrema derecha al acusar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de “blanquear dictaduras asesinas como la de Maduro” en Venezuela.
Una y otra vez, la dirección del PP trata de refutar la idea de que en el partido existen dos corrientes o familias, una moderada y otra más radical. En esa misma línea, Casado afirmaba este lunes que lo que dice Feijóo es “muy parecido a lo que dice Isabel Díaz Ayuso”, presidenta de la Comunidad de Madrid, en materia de impuestos, educación, sanidad o infraestructuras, aunque luego en campaña cada uno pueda “darle un acento o una imagen”.
Con esos términos, “acento” e “imagen”, el líder de los populares trata de minimizar la brecha interna, la confrontación entre el PP moderado y el derechista, especialmente representado por la portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, –que esta semana generaba una nueva crisis interna por sus descalificaciones del feminismo y los medios– que sigue marcando sus continuos virajes de estrategia.