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Todo lo que el Gobierno en Andalucía oculta de la realidad del PP: desplome de votos, fugas y ruido interno

El Partido Popular ha vendido su llegada al Gobierno de Andalucía a pesar de perder 300.000 votos y gracias a los pactos alcanzados con Ciudadanos y Vox como el primer éxito de la gestión de Pablo Casado al frente de la formación política después de su triunfo en las primarias de julio.

“Va a ser el primer paso para muchos gobiernos autonómicos y municipales que en mayo va a recuperar el PP y también para la recuperación del Gobierno de España en cuanto haya elecciones generales”, aseguraba Casado el pasado 18 de enero durante el acto de toma de posesión de Juan Manuel Moreno Bonilla como presidente de la Junta. 

La realidad que vive el partido está lejos de esa visión gloriosa que intenta trasladar su principal dirigente, que en la Convención Nacional de mediados de enero refrendó su estrategia de mantener un discurso duro –más de derechas que el de su predecesor, Mariano Rajoy, al que la dirección popular ya ha dejado atrás–. Casado aseguró que “el PP ha vuelto fuerte y unido” y consideró que no son necesarios más cambios internos para contrarrestar la pérdida de apoyo electoral de los últimos años: “Estamos preparados de sobra”.

La formación afronta un imparable retroceso en las urnas desde 2016 que, según las últimas encuestas, proseguirá en próximas citas electorales; varios exdirigentes que en el pasado más reciente ocuparon cargos de responsabilidad en el partido han decidido dejar el PP, y la estrategia de Casado que ha supuesto un giro a la derecha y un acercamiento a los postulados de Vox ha generado discrepancias internas que han salido a la luz en las últimas semanas.

Además, la corrupción vuelve a acechar a los populares con las últimas pesquisas sobre la Operación Kitchen, el entramado policial montado supuestamente por el Ministerio del Interior durante el Gobierno de Rajoy para espiar y robar documentos comprometedores para el PP al extesorero de los populares Luis Bárcenas. 

El peor resultado de la historia

En las elecciones andaluzas del 2 de diciembre el PP perdió más de 300.000 votos. Los comicios –los primeros tras la salida de Rajoy de la Moncloa que abrieron un ciclo electoral que proseguirá en mayo con las autonómicas, municipales y europeas– evidenciaron como nunca antes la fragmentación de la derecha en tres partidos, el de los populares, Ciudadanos y Vox, cuya suma resultó imprescindible para desbancar al PSOE del poder después de 36 años de hegemonía en la Junta andaluza.

La dirección de los populares se afana en destacar que el partido logró mantenerse el 2D como la fuerza hegemónica de la derecha –al menos como la más votada de las tres–, aunque el cosechado en las urnas en diciembre fue su peor resultado de la historia en unas elecciones andaluzas. 

Las encuestas publicadas en los últimos días apuntan a que la caída sufrida por el PP en los últimos años no se frenará en las próximas elecciones municipales y autonómicas de mayo ni tampoco en las generales que, si Pedro Sánchez no decide finalmente adelantarlas, se celebrarían el próximo año.

El Barómetro de enero del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado este jueves reflejaba un nuevo importante descenso del PP respecto a la anterior encuesta del organismo que dirige José Félix Tezanos. El partido caería ahora a la cuarta posición por detrás de PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos, y parte de los votos que pierde se van precisamente a uno de sus grandes competidores, Vox, que crece casi tres puntos en voto directo. 

La debacle de Madrid

Los populares pasan, según el CIS, del 19,1% de los votos de comienzos de enero al 15,4% de esta encuesta, muy lejos del 33% que lograron en las últimas elecciones generales y consolidando una tendencia a la baja que no ha remitido pese a la llegada de Casado a la presidencia del PP.

En la Comunidad de Madrid, uno de los feudos tradicionales del PP –donde ha ganado de forma consecutiva en los últimos 23 años– la caída también es imparable según las encuestas publicadas más recientemente. La elaborada por Celeste-Tel para eldiario.es apunta a que los populares pasarían del 33,1% de los apoyos de las elecciones autonómicas de 2015, donde fue la fuerza más votada con 48 escaños, al 20,8% que obtendría ahora, quedándose en segundo lugar por detrás del PSOE, con apenas 29 asientos en el parlamento regional. 

Una posible repetición del pacto alcanzado en Andalucía con Ciudadanos y Vox y que hizo en enero presidente de la Junta al popular Juan Manuel Moreno Bonilla sí podría, en todo caso, dar el Gobierno de la Comunidad de Madrid a la derecha.

Algo similar podría suceder en otra administración habitualmente favorable para el PP, el Ayuntamiento de Madrid, donde los populares han sido la fuerza más votada desde 1992. La encuesta que Celeste-Tel realizó para este diario muestra que el partido que preside Pablo Casado caería ahora al segundo lugar, por detrás de Más Madrid –plataforma con la que concurrirá la actual alcaldesa, Manuela Carmena– y estaría en una situación de empate con Ciudadanos, su gran rival en la capital. Los populares pasarían del 34,9% de los votos y 21 concejales que obtuvieron en 2015 al 21,9% de los apoyos y 13 ediles, los mismos que el partido de Rivera. 

Las bajas más recientes

Además de la caída en las urnas, la cohesión interna también preocupa en las filas populares. Solo en la última semana el PP ha registrado tres bajas significativas –las de José Ramón Bauzá y los hermanos Alberto y Álvaro Nadal–, que ponen en cuestión los mensajes sobre la integración que lanza el equipo de Casado.

El expresident del Govern balear José Ramón Bauzá anunciaba el miércoles que dejaba de militar en el partido y que entregaba su acta de senador acusando a su partido de haber sido en Baleares “el que ha sembrado y regado un nacionalismo que la izquierda no ha necesitado más que explotar”. Desde entonces, Bauzá no ha disimulado sus simpatías por Vox, aunque aún no ha confirmado oficialmente que vaya a marcharse a la formación que preside Santiago Abascal.

Los hermanos Nadal, ambos muy cercanos a la rival de Casado en las primarias, la exvicepresidenta Soraya Sáenz Santamaría, decidían, por su parte, dejar su dedicación a la política de estos últimos años tras perder peso en la dirección nacional de los populares con los fichajes del sector más aznarista realizados por el líder del PP, como el de su jefe de Gabinete, el ultraliberal Javier Fernández-Lasquetty o el del economista Daniel Lacalle, principal gurú económico de Casado. 

El exsecretario de Estado de Presupuestos Alberto Nadal, que hasta ahora ocupaba la secretaría de Economía de la dirección del PP, ha solicitado plaza para reincorporarse como funcionario en la Administración Pública en varios sitios, entre ellos la Oficina Económica y Comercial en Washington, y está a la espera de la respuesta de la comisión de destinos. Su hermano Álvaro, exministro de Energía, se encuentra en la misma situación según han informado distintos medios la última semana, y estaría a punto de dejar su escaño en el Congreso.

Contra el “populismo reaccionario”

Estas fugas se suman al ruido interno generado recientemente por quienes no comparten la deriva derechista de Casado. El más claro en ese sentido ha sido el portavoz del PP en el Parlamento vasco y candidato del partido a la Alcaldía de San Sebastián, Borja Sémper, que ha criticado los acuerdos con Vox y los intentos por parecerse a la formación de extrema derecha. “Si continúa esta política de decir la cosa más fuerte; si el populismo reaccionario nos arrastra a los demás a las trincheras, yo no pinto nada en política”, apuntaba en una entrevista en El País

Los populares gallegos y su influyente presidente, Alberto Núñez Feijóo, también han tratado de dejar claras sus discrepancias con la dirección de Casado sobre todo a raíz de la predisposición del líder del PP a equiparar la violencia machista con la violencia en el ámbito familiar, siguiendo la línea marcada por la extrema derecha.

Feijóo ha mantenido un discurso contradictorio respecto al defendido por Génova al criticar abiertamente a Vox –al que Casado copia argumentario– llamándole “extrema derecha” y reivindicando la moderación. También el líder de los populares vascos, Alfonso Alonso, lleva meses pidiendo al PP que no pierda el centro ante el giro a la derecha emprendido por el presidente de los populares y su equipo. 

La elaboración de las candidaturas también han hecho florecer las rencillas internas que son especialmente graves en algunas comunidades como Cantabria o Asturias. En la primera, Casado impuso a Ruth Beitia como candidata a la presidencia de la comunidad frente a la presidenta regional del PP, María José Sáenz de Buruaga, generando un auténtico terremoto interno entre los populares cántabros, pero finalmente la exatleta renunció a la candidatura en favor de Buruaga. 

Divisiones en Andalucía, Asturias y Cantabria

Algo similar sucedió en Asturias, donde el líder del PP puso como candidata a la expresidenta de Hunosa, María Teresa Mallada, y no a la líder regional Mercedes Fernández, generando un fuerte malestar en la dirección autonómica y en los populares afines a la histórica dirigente asturiana. 

La conformación del Gobierno andaluz también ha revelado las diferencias que existen entre los populares de la comunidad a pesar de conseguir el gobierno regional. La división se reflejó ya cuando se elaboraron las listas para las elecciones del 2D y cuando Casado impuso a cuatro de los cabezas de lista provinciales frente a los candidatos del hoy presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, que en las primarias no apoyó al actual líder del PP sino a su rival Soraya Sáenz de Santamaría. 

Génova, de hecho, había preparado el escenario de la derrota en Andalucía dando por contado que el PSOE podría volver a gobernar tras los comicios. Según explicaban dirigentes populares justo después de las elecciones, Casado había situado al exministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, como cabeza de lista por Sevilla precisamente para que él se hiciera cargo de la gestora que se iba a poner en marcha en el PP andaluz tras la debacle en las urnas y una salida forzada de Moreno que se daba por hecha y que se consiguió evitar gracias a que los populares pudieron pactar con Ciudadanos y Vox para lograr la Junta.

Casado tampoco ha conseguido dejar atrás la corrupción en su partido. La investigación de la Operación Kitchen, entramado montado por el Ministerio del Interior de Jorge Fernández Díaz para espiar a Bárcenas y para el que supuestamente se utilizaron fondos reservados, salpica de lleno a la nueva dirección del PP. El propio Fernández Díaz mantiene un puesto de responsabilidad en la Ejecutiva de Casado, su mano derecha, el exsecretario de Estado de Seguridad, sigue siendo diputado y presidente de una comisión en el Congreso, y el director general de la Policía de entonces, Ignacio Cosidó, es ahora el portavoz del PP en el Senado.

Cosidó y la Operación Kitchen

Después de que este viernes el diario El Mundo publicara que algunos policías que participaron en la operación se quedaron con 600.000 euros de fondos reservados, Cosidó aprovechaba un encuentro con periodistas en el Senado para recordar que él no tenía ninguna capacidad de gestión de esos fondos y que por tanto no tuvo responsabilidad ni participación en su utilización. 

El portavoz popular en la Cámara Alta responsabilizaba “directamente” de la gestión de los fondos reservados a Martínez. “Como director de la Policía tenía múltiples competencias dirigiendo todos los planes estratégicos y políticos y la lucha contra el crimen. Pero entre las competencias atribuidas al director no estaba ni el control ni la gestión de los fondos reservados que es algo que realizaba directamente la Secretaría de Estado de Seguridad”, aseguraba Cosidó. 

El PP llega a la precampaña en medio de este panorama desfavorable que Casado intentará contrarrestar multiplicando de nuevo su presencia por todo el país. Esta semana se ha embarcado en una nueva gira maratoniana que le llevará a participar en hasta 50 actos antes de la semana santa y a visitar una treintena de capitales de provincia. El objetivo es defender las siglas ante las elecciones que se avecinan y trasladar al electorado de derechas que el voto a los populares es el único útil para desbancar a la izquierda del poder.