En pleno proceso de transformación de los medios de comunicación, el Ministerio de Defensa mantiene bajo su financiación 27 revistas dedicadas a la difusión de la cultura de la defensa. Según una respuesta parlamentaria por escrito enviada por el Gobierno al Congreso, Defensa mantiene con sus presupuestos un total de 27 publicaciones en las que se abordan, desde variopintas perspectivas, las acciones de los tres ejércitos. Publicaciones como Boina negra, La Legión, Aeroplano La Legióny Boletín de información de Marina, entre otras, suponen al erario un gasto anual de 552.300 euros.
Dentro del mundo editorial militar sufragado con fondos públicos hay de todo. La Revista Española de Defensa es la publicación principal y la única que cuenta con una redacción de periodistas estable y ordenada por secciones, habitualmente supervisada por la dirección de comunicación nombrada por el ministro de turno. Esta publicación cuenta con publicidad estable de empresas que son o pretenden ser contratistas del Ejército. Los anuncios de Navantia, Eurocopter o Nexter systems, entre otros, son habituales en sus páginas. Cabe deducir que a pesar de ser la publicación militar más profesionalizada de cuantas sufraga el Gobierno, es también la que más beneficios obtiene por publicidad y la que más lee el ministro.
Además, el Ministerio dirige la publicación de varias publicaciones periódicas en las que se abordan diversos aspectos de la historia militar española. Según un exalto cargo de Defensa consultado por eldiario.es, “en ellas es prácticamente imposible encontrar referencias al pasado republicano de España, un periodo de nuestra historia que prácticamente se omite en esas publicaciones”. En este grupo entrarían títulos como Revista de historia militar o la Revista de historia naval.
En un tercer sector de la división editorial del Ministerio se encuentra un grupo de publicaciones muy sectoriales y relacionadas con determinados grupos o brigadas militares. En ellas, la mayor parte de los integrantes de las redacciones son miembros del Ejército, y el contenido de sus artículos y reportajes se basa en la cobertura de actos militares de cada unas de las áreas que abordan.
Tomando como muestra la revista Boina Negra, órgano de difusión de la brigada paracaidista, se observa una amplia cobertura de las actividades de estas unidades del Ejército. En el ejemplar del primer trimestre de 2011, informó de las actividades conjuntas con los equipos paracaidistas con el Ejército de EEUU en Moqur, y ofreció reportajes sobre la patrulla de tiradores de la compañía de reconocimiento avanzado o reconocimiento de artefactos explosivos improvisados.
En ese mismo número, en su apartado de miscelánea, Boina Negra ofrecía un curioso artículo sobre la importancia del tradicional consumo de chocolate por parte de los cuerpos militares; un dulce del que la publicación destaca su “propiedad de producir una sensación de bienestar debido a la teobromina, un alcaloide que estimula el sistema nervioso otorgando un beneficio adicional al soldado”. Todo ello pagado con fondos públicos. Un exalto cargo de Defensa define ese tipo de publicaciones como “revistas para animar a la tropa, contar sus heroicidades y relatar todos los actos eclesiásticos que protagonizan”.
La aportación presupuestaria de fondos públicos en estas revistas supuso en 2011, según la respuesta del Gobierno, algo menos de un 50% de su coste real. Tan sólo un 2,16% de los ingresos de estas publicaciones corresponde a los ingresos por venta directa. Un 29% viene de las suscripciones, y de la publicidad reciben un 20,95% de sus ingresos. De las 27 publicaciones sólo dos lo son exclusivamente en formato digital, teniendo el resto su correspondiente edición en papel, con el coste que eso representa.
La única vez que un artículo de una revista militar obtuvo algún tipo de repercusión en la prensa generalista fue con motivo del accidente del YAK-42. Entonces, en el editorial de la Revista Española de Defensa se responsabilizó a la cúpula militar de aquel accidente. Con técnicas de camuflaje literario, los encargados de la redacción escondieron un acróstico utilizando la primera palabra de cada línea en el que podía leerse: “El responsable definitivo es el EMAD [Estado Mayor de la Defensa]”.