El Gobierno prevé eliminar el consorcio Instituto de Investigación sobre Cambio Climático (I2C2), un centro de “referencia mundial” en este área concebido por el anterior Gobierno socialista. Siete años después del anuncio de su construcción, el centro, a cuyos presupuestos y construcción en el Pabellón de la Expo de Zaragoza se han dedicado millones de euros, no ha sido terminado, no tiene personal científico y no ha producido ni un solo estudio sobre cambio climático o cualquier otra materia, a juzgar por su página web.
El consorcio, una de las 57 entidades públicas que el Gobierno ha decido cerrar, fusionar o adelgazar para ahorrar fondos, es el paradigma del ladrillazo científico que se llevó a cabo en España en la época de bonanza económica y que supuso que en un área de 350 kilómetros se concentren hoy tres centros de investigación sobre cambio climático y asuntos medioambientales. Uno de ellos, el CEAM de Valencia, acaba de sufrir un ERE que ha dejado en la calle a 14 científicos mientras el I2C2 parece abocado al cierre antes de haber abierto.
En octubre de 2007, la entonces vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, viajó a Zaragoza para visitar las obras de la Exposición Internacional que se celebraría en 2008. Ese día, a orillas del Ebro y entre andamios, De la Vega anunció la creación del nuevo instituto, al que “el Gobierno de España dotará con los mejores investigadores y la tecnología más avanzada para que pueda convertirse en una referencia mundial en torno a uno de los grandes retos que tiene ante sí la Humanidad en los próximos años: el cambio climático”. Aunque en el proyecto, que se anunció sin ubicación concreta ni financiación, participaban varios ministerios, las directrices venían “marcadas directamente desde Presidencia”, informaba El Periódico de Aragón.
Casi un año después, en septiembre de 2008, el Consejo de Ministros acordó la creación del Instituto de Investigación sobre Cambio Climático (I2C2), en Zaragoza, en el que pasaron a participar el Ministerio de Medio Ambiente, el de Ciencia e Innovación, el Gobierno de Aragón, el CSIC y la Universidad de Zaragoza. El I2C2, decía el anuncio, actuaría sobre todo “como nodo que ponga en valor y potencie las capacidades españolas existentes, tanto en el área científica, como económica y tecnológica, en el sector público y privado”.
Un grupo de trabajo coordinado por el prestigioso investigador en cambio climático del CSIC Carlos Duarte y otros expertos publicó en 2009 un completo documento con los objetivos científicos del I2C2. Para entonces la crisis ya había golpeado seriamente a la economía española, pero el Gobierno de Zapatero y el PSOE anunciaban los famosos brotes verdes.
Muy pronto el proyecto tuvo problemas de financiación y los ministros involucrados hicieron encaje de bolillos para explicar los retrasos en su puesta en marcha, que se anunció primero para finales de 2010 y después para principios de 2011. Ese año el Gobierno anunció 1,5 millones de euros para el I2C2. En abril, el delegado del Gobierno en Zaragoza anunció en rueda de prensa las obras de remodelación del Pabellón de España en la Expo para albergar el instituto de referencia mundial y la nueva IBER International Energy School (IES). Una obra de dos millones de euros a cargo de Patrimonio del Estado. Las obras serían labor del arquitecto Patxi Mangado, que ya diseñó el pabellón de 8.000 metros cuadrados, y se terminarían en el mismo 2011. Hasta se llegó a nombrar una directora para el centro, María José Sanz, con un sueldo de 60.000 euros más otros 15.000 “por objetivos”. A falta de oficina en el Pabellón de España, Sanz comenzaría a ejercer desde un despacho en la Delegación del Gobierno en Zaragoza.
Casi dos años después, el Pabellón de España en la Expo de Zaragoza está vacío y a la espera de encontrar nuevos inquilinos para emprender las obras de remodelación. El I2C2, concebido como un centro de referencia mundial, después reducido a centro regional, tiene todas las papeletas para convertirse en un ejemplo más de la burbuja científica en España.