Pedro Sánchez sigue componiendo una Administración a su medida. Tras la designación de los ministros y el primer escalafón llegan el tiempo de los segundos niveles. Una miríada de cargos que todos los gobiernos intentan cubrir con perfiles que cumplan criterios de gestión, pero también políticos. Máxime en el caso del Gobierno del PSOE, cuya debilidad parlamentaria ha quedado en evidencia ya con su primera derrota en la votación del consejo de Radio Televisión Española. Todo, a las puertas de un nuevo e intenso ciclo electoral.
Sánchez ha esbozado en las semanas que lleva en La Moncloa unas políticas netamente izquierdistas en aspectos sociales y de Memoria Histórica. Ideas inconcretas o de difícil cumplimiento, trufadas con anuncios como la intención de no publicar la lista de amnistiados fiscales, que provoca que sus socios parlamentarios mantengan los recelos que ya expresaron cuando lo hicieron presidente en la moción de censura.
El presidente y su equipo siguen con su intento de cooptar el máximo espacio de la izquierda tradicional española ante la creencia de Podemos, IU y sus aliados han abandonado ese espacio. Y ante el riesgo de que otros puedan ocuparlo, si lo descuidan. Las negociaciones en Madrid con Actúa van por esa senda.
Dos de los fichajes más recientes del Gobierno abundan en esta estrategia: el del exdiputado de ICV Joan Herrera para el Ministerio de Transición Energética y el del escritor y excandidato de IU en Madrid Luis García Montero para el Instituto Cervantes.
“Transfusión roja”
Herrera fue uno de los dirigentes de la izquierda catalana con más proyección estatal en la década pasada. Compartió escaño con Gaspar Llamazares en el Congreso en dos legislaturas muy complicadas tanto para IU como ICV, que vieron cómo su espacio político fue fagocitado por el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones de 2004 y de 2008. En 2010 optó por regresar a la política autonómica. Fue elegido coordinador de ICV en 2013.
Durante estos años su nombre ha sonado de forma reiterada en conversaciones informales, y no tan informales, como uno de los referentes que podría asumir el liderazgo del llamado espacio del cambio en Catalunya. O de su buque insignia en Madrid, En Comú Podem. Finalmente se impuso la corriente de Ada Colau y Xavier Domènech a la vía más institucional que representaba ICV. En 2016 dejó la primera línea y fue fichado posteriormente para la Escuela del Trabajo de Comisiones Obreras.
En aquellas elecciones de 2004 que ganó Zapatero y que supusieron la primera “transfusión roja” desde IU y su entorno, Luis García Montero formó parte del grupo de intelectuales que apoyaron al candidato socialista. Militante del PCE en su juventud y una de las personas que participó en la fundación de IU, el escritor formó parte de la dirección política de IU en los años de Llamazares como coordinador federal.
En aquellos años el mundo de la cultura se volcó con Zapatero. Especialmente en 2004. Se repitió, con menos intensidad, en 2008. Aquella luna de miel con el PSOE se quebró, como tantas cosas en España, en mayo de 2010. Zapatero anunció un recorte de miles de millones tras una amenazadora carta de la Unión Europea que advertía sobre la intervención del país.
En 2011, los socialistas optaron por lanzar a Alfredo Pérez Rubalcaba para contener una sangría de votos de momento imparable. El por entonces líder del PSOE no recabó los apoyos de quienes sí habían pedido el voto para Zapatero en la década anterior. Logró otros, como el de la candidata para administradora única de RTVE, Rosa María Mateo. Pero la ceja se puso esta vez del lado de IU, de Cayo Lara y del que había sido su máximo dirigente coincidiendo con el paso de Herrera por Madrid, Gaspar Llamazares.
Para entonces el terremoto económico y social de la crisis ya había movido las estructuras del país y el 15M había allanado el camino que llevaría a la irrupción de Podemos.
Montero, sin avisar a IU del fichaje
La senda de Montero fue la inversa. De activista e intelectual de la izquierda pasó a liderar en 2015 una complicada candidatura de IU a la Comunidad de Madrid. Quedó fuera de la Asamblea por un puñado de votos, lo que propició que el PP mantuviera el poder y desencadenó una catarsis que llevó a la desfederación de todo IUCM.
Aquél proceso terminó de dinamitar algunos puentes endebles dentro de la organización, acompañó a un relevo generacional en la dirección de IU que encabezó Alberto Garzón y concluyó con el acuerdo electoral que vio nacer Unidos Podemos.
Desde entonces, Llamazares se ha consolidado como el más crítico de los críticos en IU. Su partido, Izquierda Abierta, mantiene una pugna con la dirección de Garzón que, de momento, ha provocado que se le corte el grifo económico. IzAb sopesará sus siguientes pasos en septiembre. El motivo: la promoción de Actúa.
Montero milita en Izquierda Abierta. Pero también en IU. Fuentes de la dirección aseguran a eldiario.es que el escritor no ha negociado, siquiera comunicado, su fichaje para la Administración socialista. Y recuerdan que el poeta deberá cumplir con la carta financiera de la organización, que limita los salarios tanto a los cargos electos como a quienes cobran cualquier tipo de sueldo público.
El nuevo director del Instituto Cervantes ganará 91.920,08 euros al año, según la web de la institución. La normativa de IU señala el máximo en tres veces el SMI, algo menos de 2.000 euros al mes. La diferencia debe aportarse a la organización.
Una izquierda “al margen del PSOE” para “el acuerdo”
Desde Actúa aseguran a este medio que el fichaje de Pedro Sánchez no ha contado con su visto bueno tampoco y lo han enmarcado en una negociación y decisión personal de Montero.
En un reciente acto en San Fernando de Henares (Madrid) de promoción de Actúa, Montero señalaba que la moción de censura daba “una segunda oportunidad”, después de la de 2016. “Hemos echado al PP y eso hay que celebrarlo. A partir de ahí vamos a intentar ser inteligentes. Tengo que confesar que el Gobierno del PSOE me parece inteligente”, señalaba el pasado 11 de junio.
El escrito pedía aprovechar la “oportunidad de que el PSOE luche por quitarle el predominio a Ciudadanos” y por “quitarle la clase media española al PP” para “evitar una deriva hacia la extrema derecha”. “Eso nos deja libre un camino a la gente de izquierdas, que podemos defender nuestras posturas sin entrar en guerra con el PSOE, sin volver a caer en los errores de siempre, sin convertirnos en profetas iluminados en posesión de la verdad”, continuaba.
Y zanjaba: “Es posible una izquierda al margen del PSOE que se ponga de acuerdo para seguir defendiendo las cosas que difícilmente va a poder llevar a cabo el PSOE si le quiere quitar protagonismo a Ciudadanos: sindicatos, reforma laboral, defensa de los Derechos Humanos o cambiar la ley mordaza. Eso se puede hacer siendo conscientes por una vez de que es mejor que gobierne el PSOE que el PP. Quitarse esa tontería de que 'la misma mierda es' el PP y el PSOE, porque es mentira y nos desconecta de la gente que se levanta todos los días a trabajar”.