“Es una historia que vale la pena conocer y además es una historia muy bonita de nuestra familia”. B. Ramírez de Haro decidió en abril de 2019 relatar a sus sobrinos, los hijos de su hermano Fernando y Esperanza Aguirre, cómo el retrato de Valentín Belvís de Moncada y Pizarro, pintado por Goya y que pertenecía a la familia, había acabado en manos de su padre. Y también el procedimiento utilizado para saldar una deuda millonaria que amenazaba con arrastrar a la quiebra a la expresidenta madrileña y a su marido, que están casados en régimen de gananciales.
Lo que B. narra como una bonita historia familiar es, en realidad, la asunción de un presunto fraude. En el audio aportado al juzgado y al que ha tenido acceso elDiario.es, la cuñada de Esperanza Aguirre reconoce que el cuadro no pertenecía inicialmente a su hermano Fernando, lo que obligó a simular una donación que nunca había existido para que el marido de la expresidenta madrileña pudiera venderlo y saldar sus deudas.
“Para que vuestro padre fuera propietario del cuadro tuvimos que inventar una donación que nunca ocurrió”, explica B., en una prolija grabación en la que llega a reconocer que otro de los hermanos se incomodó con el fraude.
Ese relato costumbrista de una familia aristocrática ha derivado en una causa penal en los juzgados de Plaza Castilla, en Madrid. La querella parte de Íñigo Ramírez de Haro, hermano de B. y de Fernando, y en ella acusa a este último de no haber repartido los más de cinco millones de euros que se embolsó con la venta del retrato. Esto es, los 850.000 euros que corresponden a cada uno de los seis herederos. Además, otro hermano de la familia acusa al marido de Esperanza Aguirre de urdir lo que queda patente en el audio: la simulación de una donación falsa para quedarse con el cuadro.
Aunque el audio consta en la querella y en el sumario, la Fiscalía lo ha obviado por ahora y se ha centrado únicamente en determinar si Fernando Ramírez de Haro, el marido de Aguirre, cometió un presunto delito fiscal al no tributar por la venta de la pintura en su declaración de la renta de 2013.
“Tengo que contaros una cosa a los dos hermanos”
B. Ramírez de Haro se encontraba en abril de 2019 acompañada de “Fer”, su sobrino, hijo de Fernando y Esperanza Aguirre. Decide entonces grabar un audio para que tanto “Fer” como su hermano “Alvarito” conozcan la historia de cómo la familia Ramírez de Haro salvó de la quiebra a uno de sus integrantes.
B. comienza por lo que denomina el “Capítulo 1: La lista”. Cuenta cómo sus padres –el conde de Bornos, Ignacio Ramírez de Haro, y su mujer, Beatriz Valdés– le encargaron “a principios de siglo”, sin recordar qué año en concreto, que elaborase una lista con los objetos de valor del famoso palacete familiar en el centro de Madrid en el que ahora viven Esperanza Aguirre y su marido. La intención de “los abuelos”, como los llama ella, es que esos objetos, que han ido heredándose de generación en generación dentro de la familia Ramírez de Haro, pasasen ahora a manos de Fernando, su primer hijo varón, y que fuese este el encargado de velar por ellos.
B. relata entonces que ese proceso se alargó durante años porque, por “pereza”, sus padres no terminaban de elaborar la lista, hasta que ya mayores ella les obligó a hacerlo. “En esa lista estaba por supuesto el cuadro de Don Valentín, considerado como el mejor cuadro, el más bonito de la casa, sin ninguna duda, pero sin sospechar su valor real”, explica. Por entonces algunos expertos con los que había contactado la familia años antes habían descartado que se tratara de un Goya.
Eso sí, B., que recibió ese encargo por ser la hermana mayor de los seis, deja muy claras las intenciones de sus padres. No le estaban dejando todos esos objetos a su hermano Fernando para que dispusiera de ellos a su antojo y los vendiera para quedarse con el dinero, como acabó haciendo. Fernando, el marido de Aguirre, iba a heredar el palacete familiar del conde de Bornos y por tanto los objetos que allí se encontraban se quedarían a su cuidado, para conservarlos como parte del patrimonio de la familia.
“Cuando yo le conté que papá y mamá habían hecho esta lista, me dijo que él era muy consciente de que le habían dejado esas cosas para conservarlas y que si alguna vez vendía alguna, la repartiría entre sus hermanos”, explica la cuñada de Aguirre a sus sobrinos. Pero eso nunca ocurrió. B. se limitó a elaborar una lista de los bienes que se encontraban en el palacete familiar, una mera enumeración, pero nunca se firmó un documento que legase esos objetos directamente a Fernando.
De un cuadro bonito a un Goya de varios millones
En 2010 fallece Ignacio Ramírez de Haro, el padre de la familia. Por entonces Esperanza Aguirre y su marido ya se encontraban en dificultades económicas. Fernando acumulaba deudas con el Banco Santander a través de las empresas que tenía. En el año 2011, con la crisis económica, los números rojos se hicieron insostenibles y la por entonces presidenta madrileña decidió pedir la ayuda de sus cuñados.
Ese episodio, que ya desveló elDiario.es, lo detalla minuciosamente la cuñada de Aguirre en el audio, donde cuenta que la entonces presidenta madrileña fue a ver a un miembro de su familia política “llorando” para contarle que tenían una deuda de siete millones “que no podían cubrir con la venta de las fincas”. Íñigo Ramírez de Haro, el hermano que se ha querellado contra Fernando y Aguirre, describe en la querella esa misma reunión: “Llorando, Aguirre nos explicó que su marido estaba arruinado, y con serio riesgo de ir a la cárcel si no ponía remedio a la situación [...]. ”La ruina de su marido provocaba la suya, al estar casados en gananciales“.
B. relata en el audio cómo se pone en marcha un auténtico “gabinete de crisis” para salvar de la quiebra a su hermano. La idea que salió de aquellas conversaciones fue recurrir al cuadro más preciado de todos los que tenían, el retrato de un antepasado familiar: Valentín Belvís de Moncada y Pizarro, marqués de Villanueva del Duero, teniente general del Ejército de Carlos IV y grande de España. O como lo llama la cuñada de Aguirre en su relato, “el Don Valentín”. Por entonces la familia solo sospechaba que tenía un importante valor económico, pero nada más.
La familia pidió una tasación oficial a la empresa de subastas Sotheby’s, que les dio la mejor noticia posible. Efectivamente, se trataba de un cuadro de Goya, uno inédito y pintado en los mejores años de la carrera del pintor aragonés. El retrato fue tasado por Sotheby’s entre 7 y 8 millones de euros. “Y Don Valentín pasa de valer unos cientos de miles de euros, en el mejor de los casos, a valer más de seis millones”, resume B. a sus dos sobrinos en la grabación.
Pero aquí arranca otro problema. El cuadro podría llegar a venderse por una millonada, suficiente para evitar la quiebra de Aguirre y su marido. Pero antes había que buscar la forma de atribuirle la propiedad para que pudiese ingresar ese dinero de forma legal. El Don Valentín figuraba en una lista de bienes pero nada más, no era suyo. Es entonces cuando se urdió el plan de la donación falsa que ahora ha acabado en los tribunales.
Una donación que jamás existió
La cuñada de Aguirre habla sin tapujos en el audio. “Ya teníamos el bien para afrontar la deuda, pero no era propiedad de vuestro padre”. B. explica que el abogado de la familia, José María Rodríguez Ponga, les advirtió de que el hecho de que el Goya figurase en una lista adjunta al testamento de su padre no implicaba que Fernando pudiese disponer de él a su antojo. En ningún sitio figuraba que se lo hubiese legado a él.
“Para que vuestro padre fuera propietario del cuadro tuvimos que inventar una donación que nunca ocurrió”. En el minuto cinco del audio la hermana mayor de los Ramírez de Haro relata el fraude. Reconoce que ella y Fernando llevaron a cabo una donación simulada que en realidad nunca se había producido. El abogado se lo recomendó, y ellos acudieron al albacea del fallecido Conde de Bornos, el notario Francisco Javier Cedrón, que validó la treta y elaboró el documento en su notaría en abril de 2012. Íñigo se encontraba entonces destinado en Nueva York como diplomático.
El relato también admite otra mentira que se denuncia en la querella: la fecha de la donación verbal. B. reconoce que el abogado de la familia propuso una fecha con cierto significado para dar apariencia de veracidad al engaño. Se escribió en el documento que la “donación verbal” se produjo el 30 de mayo de 2006, el día de San Fernando, el santo del hijo al que se iba a poner como supuesto heredero de esos bienes, sin ser cierto.
B. llega a contar que hubo que alterar esa lista de objetos metiendo algunos que no estaban inicialmente, e “inflar” el valor de otros para compensar al cuadro de Goya. “Incluso me cuenta tu padre que metió la escopeta de oro del tío P., que ya era suya desde que murió el tío P., porque la heredó directamente”. Es decir, que en la lista se incluyeron objetos que ya eran propiedad de Fernando y se modificó el valor real de otros.
Los hermanos fueron firmando ante el albacea el documento de la donación, que ya desveló hace unos meses elDiario.es. Para uno de ellos, G., “fue un verdadero problema de conciencia firmar una mentira. Tanto es así que se negó a firmar. Fue a firmar, se marchó y dijo que él no firmaba”. Al final se impuso la familia a la ética y G. regresó al día siguiente para firmar y “salvar a su hermano”. Cuando en 2020 el albacea entregó a Íñigo una copia del documento y leyó su contenido, este decidió dirigir la querella también contra él.
Según la cuñada de Aguirre, Fernando estaba “en shock” y apenas jugó un papel en este proceso. Sin embargo, poco antes había admitido su participación al relatar que colaboró en la alteración de la lista de la herencia al incluir, por ejemplo, una escopeta de oro.
Este medio ha contactado con todos los protagonistas de esta historia: Esperanza Aguirre, Fernando Ramírez de Haro, B. Ramírez de Haro, José María Rodríguez Ponga y Francisco Javier Cedrón. Ninguno ha querido contestar a las preguntas de elDiario.es.
El siguiente capítulo consta en el sumario del caso y es de dominio público. En la querella los actores centrales son el albacea y Aguirre, cuyo marido vendió el Goya al empresario Juan Miguel Villar Mir. El empresario y exvicepresidente del Gobierno aceptó el documento simulado y pagó dos millones de euros menos que el precio mínimo tasado por Sotheby’s. Ni la fiscal ni la jueza han ahondado tampoco en este asunto. La operación se hizo en secreto, para que nadie advirtiera que la pintura no se había protegido como Bien de Interés Cultural, lo que obligaba a informar del montante de la venta y por tanto, implicaba que hubiera más ojos sobre toda la operación. Algo que Aguirre y su marido evitaron a toda costa porque era “muy peligroso desde el punto de vista político y mediático”, como admitió la entonces presidenta de Madrid en un mail. Recibieron el dinero, en un cheque, el 27 de julio de 2012.
La cuñada de Aguirre relata en su audio que Fernando le dijo que renunciaría a la herencia que dejaría su madre cuando muriese, para compensar el dinero del cuadro. Íñigo sostiene en la querella que Fernando le engañó, diciendo que vendería el cuadro en nombre de todos los herederos, pero que a la muerte de su madre repartiría su precio por partes iguales, unos 850.000 euros a cada uno. La madre murió en 2019, pero ese reparto nunca llegó.
El audio de B. trataba de dejar constancia de ese episodio. Al final de la grabación, incluye lugar y fecha –16 de abril de 2019–, como si de un documento oficial se tratara. La Fiscalía tiene ese audio íntegro desde hace más de un año, cuando se abrió esta causa judicial. A pesar de que en esa grabación se reconoce abiertamente el fraude en la donación del Goya, todavía no ha pedido que se investigue nada, y por ahora se ha limitado a comprobar si hay un delito fiscal. Tampoco la jueza ha ahondado en este asunto.