La sentencia del caso Gürtel culmina la investigación de una trama de corrupción que actuaba como una simbiosis perfecta, entre un empresario, Francisco Correa, y un grupo de políticos del Partido Popular. La red de corrupción pasará a la historia no solo por su actividad delictiva sino por haber sido el hilo del que la justicia tiró para descubrir uno de los episodios más graves de la democracia: la financiación irregular del partido en el Gobierno durante más de veinte años.
La caja B del PP, advierten los jueces, queda acreditada, pero fuera de los hechos a juzgar. Así las cosas, el tribunal explica cómo Correa y su grupo de empresas, por un lado, e “influyentes militantes del partido”, por otro, crearon “un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de la manipulación de la contratación pública central, autonómica y local”. “Un auténtico sistema de defraudación del erario público”, añaden.
Correa, un empresario hecho a sí mismo, consiguió que el entonces gerente del PP, Luis Bárcenas, comenzara a darle trabajo a mediados de los años noventa. “Yo me pasaba el día en Génova, estaba más tiempo en Génova que en mi despacho. Acababa una campaña y empezaba otra. Era mi casa, vamos”, dijo Correa durante el juicio.
Fue el medio por el que el empresario empezó a confraternizar con cargos del PP en Madrid, algunos de ellos alcaldes. Nada podían sospechar entonces aquellos protagonistas del poder omnímodo del partido en la Comunidad que acabarían condenados a decenas de años de cárcel. Guillermo Ortega era alcalde de Majadahonda y ha sido sentenciado a 38 años. Jesús Sepúlveda fue el regidor de Pozuelo y tendrá que cumplir 14.
Las localidades que gobernaban eran, y siguen siendo, de las más ricas de España. Sus abultados presupuestos favorecían las adjudicaciones millonarias. Unos presupuestos de los que políticos y empresarios esquilmaban sus mordidas. “Inflaban precios que se cobraban en las distintas administraciones públicas afectadas con la finalidad buscada de la obtención ilícita de importantes beneficios a costa del erario público”, recoge el fallo.
El exconsejero autonómico Alberto López Viejo, estrecho colaborador de Esperanza Aguirre, ha sido condenado a 31 años de cárcel. Obtuvo 282.302 euros de mordidas por los 348 actos que encargó a Correa desde el Ejecutivo autonómico.
Según la sentencia, no solo se enriquecían políticos y empresarios. El PP se lucró de 245.000 euros con los que Correa impulsó las campañas electorales de Ortega y Sepúlveda. En Génova, Luis Bárcenas se sitúa en el epicentro de toda la trama y ha sido condenado a 51 años de cárcel.
El extesorero y antiguo gerente se llevaba el dinero a Suiza. Y no solo obtenía beneficios de intermediar en las adjudicaciones con mordidas. La sentencia afirma que también metió la mano en la caja B del PP. Esa financiación irregular del PP, que no entra a juzgar el caso, es el auténtico nubarrón que se cierne sobre el futuro de la formación de Mariano Rajoy.
En 2008, un concejal de Majadahonda, el procesado José Luis Peñas, acudió a la Fiscalía con decenas de horas de grabaciones que evidenciaban la connivencia de destacados dirigentes del PP madrileño con su antiguo amigo Francisco Correa para amañar contratos y repartirse las ganancias. “Hay muchos pacos correas”, ha declarado el cabecilla de Gürtel, el mismo que fracasó en su misión valenciana porque, según él, el PP local tenía su propia trama.