La Historia es una ciencia social. Social, pero ciencia, porque aplica los métodos científicos. Es decir: acude a los hechos y a las fuentes. Y si hay un hecho histórico establecido y asumido es que la construcción europea fue una obra colectiva, de las sociedades europeas y de las principales familias políticas –socialdemócratas, democristianos, liberales, federalistas marxistas–. No de cuatro personas conservadoras.
Una alianza política transversal que perdura hasta el presente, como se acaba de ver en el Ejecutivo comunitario diseñado por la presidenta electa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con diez socialdemócratas, nueve populares, seis liberales, un verde y un ultraconservador.
La construcción europea se levanta sobre las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, en un momento geopolítico en el que pesan varios elementos fundamentales. Uno es la lucha contra el fascismo, tanto la liberación de países centrales –Francia e Italia, por ejemplo–, como la derrota de la Alemania nazi. Y otro es la articulación de un bloque alternativo al soviético en plena Guerra Fría que corrija los excesos liberales del capitalismo estadounidense y desincentive los anhelos revolucionarios en Europa.
Pero Pablo Casado tiene su propio manual de Historia: “[Pedro Sánchez] Viene a hablar de la Unión Europea y de lo que han hecho los socialistas, olvidando que los padres fundadores, los cuatro, eran demócrata cristianos y conservadores: Monnet, Schuman, Adenauer, De Gasperi”.
Así, Casado intenta establecer un hilo azul de continuidad con unos referentes políticos que no tenían correspondencia en España. Porque cuando Robert Schuman alumbra el 9 de mayo de 1950 la CECA –germen de la UE–, a España le queda más de un cuarto de siglo de dictadura, el mismo tiempo que queda para que uno de los exministros de Franco, Manuel Fraga, funde el partido que ahora preside Casado.
El presidente del Partido Popular ha ventilado la construcción europea con cuatro conservadores, y eso que a menudo se ha simplificado la lista de padres de la UE –siempre padres; nunca madres–, pero la lista asumida tradicionalmente por la UE oscila entre los 8 y los 11, multiplicando los enumerados por Casado, e incluye a algún conservador más, pero también socialdemócratas y políticos de tradición comunista, como Altiero Spinelli, como le ha recordado a Casado el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.
El italiano Spinelli, que da nombre al principal edificio del Parlamento Europeo en Bruselas, fue el principal responsable de la propuesta de la Eurocámara de un Tratado sobre una Unión Europea federal, el llamado Plan Spinelli.
La propuesta de Spinelli fue aprobada en 1984 en el Parlamento por amplia mayoría y fue una importante fuente de inspiración para la consolidación de los Tratados de la UE en los años ochenta y noventa. Spinelli comenzó a militar en el PCI con 17 años, en 1924, y su antifascismo le llevó a la cárcel en 1927: pasó 10 años en prisión y seis más en confinamiento. Con el tiempo dejó las filas del PCI, pero mantuvo su afinidad y concurrió en sus listas en varias elecciones.
Además de Spinelli, los nombres mencionados tradicionalmente en Bruselas son: Konrad Adenauer, Jean Monnet, Winston Churchill, Robert Schuman, Alcide de Gasperi, Paul-Henri Spaak, Walter Hallstein, Joseph Bech, Johan Willem Beyen y Sicco Mansholt.
A estos, además, se añaden otras pioneras: Nicole Fontaine, Ursula Hirschmann, Marga Klompé, Melina Mercouri, Simone Veil y Louise Weiss.
Adenauer (CDU) fue el primer Canciller de la República Federal de Alemania –1949 a 1963– y fue clave en el devenir de la historia alemana y europea de la posguerra, sobre todo lo que tiene que ver con la reconciliación con la Francia de Charles de Gaulle.
Winston Churchill –conservador– corresponsal de guerra y primer ministro británico (de 1940 a 1945 y de 1951 a 1955), fue uno de los primeros en propugnar la creación de unos Estados Unidos de Europa, si bien Reino Unido no se unió a la UE hasta 1973.
Alcide de Gasperi (DC), de 1945 a 1953, fue primer ministro italiano y ministro de Asuntos Exteriores, y promovió iniciativas para la fusión de Europa Occidental, colaborando en la realización del Plan Marshall y creando lazos económicos con Francia.
Jean Monnet (independiente), consejero político y económico francés, dedicó su labor a la integración europea. Fue inspirador del Plan Schuman, que preconizaba la fusión de la industria pesada de Europa Occidental.
El estadista Robert Schuman (conservador), fue ministro de Asuntos Exteriores francés entre 1948 y 1952, y considerado uno de los fundadores de la unidad europea. En cooperación con Jean Monnet, elaboró el célebre Plan Schuman, anunciado el 9 de mayo de 1950, fecha que hoy se considera el día de nacimiento de la Unión Europea. Propuso el control conjunto de la producción de carbón y acero, las materias primas más importantes de la industria de armamentos. La idea de partida era que, sin el pleno control sobre la producción de carbón y acero, no es posible librar una guerra.
Paul-Henri Spaak –socialista– fue una de las personalidades que redactaron el Tratado de Roma. En la Conferencia de Mesina (1955), los seis Gobiernos participantes le nombraron presidente del comité de trabajo encargado de hacerlo.
El diplomático alemán Walter Hallstein (CDU) fue el primer presidente de la Comisión Europea, de 1958 a 1967.
Joseph Bech (conservador) fue el político luxemburgués que impulsó la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero a principios de los años 50 del siglo XX y uno de los principales arquitectos de la integración europea a finales de esa década.
El empresario y banquero internacional Johan Willem Beyen (liberal) fue un político neerlandés que, con su Plan Beyen, dio un nuevo impulso al proceso de integración europea a mediados de la década de 1950.
Nicole Fontaine (conservadora) fue la segunda mujer presidenta del Parlamento Europeo, entre 1999 y 2002. Trabajó por reformar los métodos de trabajo del Parlamento Europeo para acercarlo a los ciudadanos de Europa.
Nacida en Berlín en 1932, en el seno de una familia judía de clase media, Ursula Hirschmann –socialista– ingresó en la organización juvenil del Partido Socialdemócrata como forma de resistencia al auge del nazismo.
Marga Klompé –democristiana– fue una científica y profesora que desempeñó un papel activo en la resistencia de los Países Bajos durante la Segunda Guerra Mundial. Se convirtió en miembro del Parlamento neerlandés en 1948 y fue una de los negociadores de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. En 1952, Klompé se convirtió en la primera mujer miembro de la Asamblea Común de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, precursora del Parlamento Europeo. Allí contribuyó a la labor que dio lugar a los Tratados de Roma. En 1956 se convirtió en la primera mujer ministra del Gobierno de los Países Bajos, y uno de sus logros fue la primera ley del país sobre la protección social universal.
Sicco Mansholt –socialista– fue agricultor, miembro de la resistencia neerlandesa durante la Segunda Guerra Mundial, político nacional y primer Comisario Europeo de Agricultura. Las ideas de Mansholt sentaron las bases de la Política Agrícola Común de la Unión Europea, una de las políticas más importantes desde su fundación.
La actriz y política griega Melina Mercouri –PASOK– fue opositora a la dictadura fascista que se impuso en Grecia en 1967 y posteriormente se empleó en la protección y promoción de la cultura.
Abogada, política y feminista, Simone Veil –centroderecha– fue ministra de Sanidad de Francia entre 1974 y 1979. Ese mismo año se convirtió en diputada del Parlamento Europeo y fue elegida presidenta, cargo que ocupó hasta 1982. Presidió el primer Parlamento elegido por sufragio directo y fue la primera mujer que ejerció esa función.
La periodista y política Louise Weiss –centroderecha– fue una voz influyente en los asuntos franceses e internacionales desde la década de los años veinte hasta su muerte, en 1983. Dedicó su vida a la búsqueda de la paz, primero a través de su labor en varios periódicos y posteriormente con su dedicación a la causa del sufragio femenino, al estar convencida de que el voto de las mujeres contribuiría a prevenir la amenaza inminente de una Segunda Guerra Mundial. Durante esta guerra ayudó a salvar a miles de niños judíos de los nazis y se unió a la Resistencia francesa. Tras la guerra, promovió la idea de Europa como contrapeso a las superpotencias en la Guerra Fría. Fue elegida diputada al Parlamento Europeo en 1979, a la edad de 86 años, y pronunció el discurso inaugural en su sesión de apertura. Tras su fallecimiento, el Parlamento Europeo dio su nombre a su edificio principal en Estrasburgo en reconocimiento al apoyo prestado durante toda su vida a los valores europeos.