Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que participaron este sábado en el dispositivo de seguridad de la final de la Copa del Rey no actuaron bajo “una instrucción especial ni orden extraordinaria”. Según aseguran fuentes del Ministerio del Interior, no hubo orden específica de retirar camisetas amarillas, banderas esteladas o y otra simbología independentista sino que, como es habitual, “se intervinieron pancartas o camisetas cuya simbología y contenido pudieran aumentar el riesgo de que se produjeran alteración del orden público o violencia en el recinto deportivo y sus alrededores”.
Las imágenes difundidas durante la previa al partido entre el Barcelona FC y el Sevilla FC en el estadio Wanda Metropolitano muestran a agentes de Policía pidiendo a varios aficionados que tiren al contenedor las camisetas amarillas y bufandas que llevan. En otros vídeos se observa cómo los agentes obligan a aficionados a quitarse incluso camisetas amarillas interiores que llevan bajo otra blaugrana.
Los policías, aseguran las mismas fuentes oficiales, actuaron de acuerdo a cómo lo hacen siempre cuando un partido es declarado previamente de alto riesgo y “en aplicación de la Ley vigente para tratar de evitar cualquier tipo de enfrentamiento o disturbio entre los miles de aficionados de ambos equipos” desplazados para presenciar el partido en el estadio Metropolitano.
El departamento de Juan Ignacio Zoido se remite en todo momento a la Ley 9/2007 contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. En este sentido señalan que un grupo de aficionados, que no identifica, intentaron acceder a la zona donde se encontraba el público del equipo contrario con simbología que, al parecer, no fue retirada en los controles de acceso al estadio.
La Policía Nacional requisó 'esteladas', camisetas amarillas y pancartas con lemas a favor de la independencia a los aficionados en la entrada del estadio Metropolitano. Varios colectivos habían emplazado a llevar símbolos para solidarizarse con los políticos independentistas presos en un encuentro marcado por las consecuencias del 1-O y cuyo palco estuvo presidido por el rey Felipe VI y varios ministros.