13:34 horas del viernes. La Generalitat recibe el ultimátum del Gobierno, la última oferta de Pedro Sánchez para mantener la negociación en Catalunya. Dos folios y un párrafo que en el Govern se leen con decepción. Un texto que los dirigentes independentistas interpretan que “no avanza nada” sobre el acuerdo previo, que ya contemplaba la celebración de una mesa de partidos con la figura de un “relator”, como bautizó la vicepresidenta, Carmen Calvo, a ese intermediario que exigía el independentismo. Por eso se responde a Madrid que no es suficiente y se pide volver a las concreciones en las que habían trabajado los días anteriores. El último mensaje del grupo de WhatsApp en el que se han comunicado estas semanas la número dos del Gobierno, Carmen Calvo, el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, y la consellera de Presidencia, Elsa Artadi, es de las 13:55.
Veinte minutos después, la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros comienza inusualmente tarde. La vicepresidenta, Carmen Calvo, justifica el retraso en la cantidad de temas que ha abordado en el gabinete. En Moncloa durante las últimas horas se han volcado fundamentalmente en uno: el relato para poner fin a las negociaciones con la Generalitat y los partidos independentistas.
Nada más comenzar su intervención, Calvo da por rotas esas conversaciones sobre la mesa de partidos con la que pretendían buscar una solución al conflicto catalán y de la que dependen los Presupuestos Generales del Estado y también que el Gobierno de Sánchez obtenga oxígeno para agotar la legislatura. La vicepresidenta explica que todo está roto por el “rechazo” de sus interlocutores a una propuesta definitiva que Moncloa les había hecho llegar esa misma mañana.
Ahí comienza la guerra de relatos. Fuentes del Gobierno de Pedro Sánchez sostienen que fue la enmienda a la totalidad a los Presupuestos registrada por el PDeCAT el viernes a mediodía la que precipitó la ruptura. El anuncio de que iban a registrar esa iniciativa oponiéndose a las cuentas de 2019 se había escenificado en Catalunya la tarde del jueves, pero aún después del anuncio las conversaciones siguieron hasta la noche. Fuentes de Moncloa aseguran que para ese momento las posiciones estaban ya bastante enquistadas porque la Generalitat se mantenía en la exigencia del derecho a la autodeterminación que para el Gobierno de Sánchez es inaceptable.
Moncloa viró tras decir que lo iba a intentar
En cualquier caso, ambas partes se conjuraban para avanzar con el diálogo pese a la presión ambiental y el ruido, alimentado no solo por la derecha que ha acusado de “alta traición” al presidente del Gobierno y ha convocado una manifestación para pedir elecciones en Madrid a la que acudirán PP, Ciudadanos y Vox. También destacados dirigentes del PSOE habían lanzado durísimas diatribas contra la negociación abierta en Catalunya.
Según fuentes conocedoras de las conversaciones, la consellera Elsa Artadi pidió la noche del jueves celebrar al día siguiente una videoconferencia con la vicepresidenta, que ya no tuvo lugar. El Gobierno había recibido un documento de la Generalitat “inaceptable” y se planteó hacer una última oferta a la Generalitat. A mediodía del viernes, un asistente del grupo parlamentario del PDeCAT registró en el Congreso la enmienda a la totalidad de los presupuestos, tal y como habían adelantado la víspera. Sin convocar a la prensa, sin cámaras ni micrófonos. El PDeCAT, acostumbrado a buscar altavoces para cada uno de sus movimientos, presentó en el Congreso su rechazo a las cuentas de Sánchez lejos de los focos, como si se tratase de un trámite burocrático más.
Algunas fuentes apuntan que a esa hora, por la parte del Gobierno ya había “tomado el control” el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, para lanzar un ultimátum al PDeCAT, que llegó tras la reunión del Consejo de Ministros. Dirigentes que han participado en el proceso minimizan el papel de Redondo, con el que los interlocutores independentistas no llegaron a tratar en ningún momento. Otras fuentes gubernamentales sostienen que la negociación con la Generalitat la ha “pilotado” en todo momento Calvo.
La decisión, en todo caso, se tomó a primera hora del viernes. Pedro Sánchez, a la vista del ambiente general, decidió que no habría más cesiones. “Las decisiones de este Gobierno, sobre todo las que son importantes de toda la agenda y la arquitectura, las toma el presidente, como es lógico y normal”, resumió la vicepresidenta en la rueda de prensa lo que había pasado, cuando se le preguntó directamente sobre quién había tomado la decisión, teniendo en cuenta que la noche anterior todo parecía seguir adelante, incluso tras el anuncio del PDeCAT de que presentaría la enmienda a la totalidad contra las cuentas.
En el seno del partido independentista se había planteado ese acto de rechazo a los presupuestos como un paso más dentro de la negociación, nunca como algo definitivo. ERC había presentado su enmienda a la totalidad y el PDeCAT no quería ceder tan pronto. Se buscó un giro de tuerca más. Nadie en el Gobierno había dado señales de que una enmienda a la totalidad fuese a romper la cuerda, porque todos sabían que había tiempo para retirarla hasta el último minuto antes de la votación, prevista para el miércoles en el Congreso.
Fuentes de la Generalitat admiten que la vicepresidenta Calvo propuso a sus interlocutores que retiraran la enmienda de ERC y se abstuvieran de presentar la del PDeCAT a cambio de la negociación del relator. En el gabinete del presidente ya se habían valorado algunas personalidades que pudieran hacer la función y le había. Trasladado a sus interlocutores al menos uno de los nombres que se planteó el equipo de Sánchez, el de Miquel Roca, uno de los padres de la Constitución. Los independentistas rechazaron la oferta y plantearon que solo se avendrían a permitir el trámite de los Presupuestos cuando el pacto sobre la mesa de partidos estuviera cerrado.
Según la Generalitat, el principal obstáculo de la negociación durante los últimos días había sido precisamente el relator, la figura a la que se aferraron el Partido Popular, Ciudadanos y Vox para culpar a Sánchez de “traición a España” y convocar una marcha este domingo en Madrid para “echar a Sánchez”. El jueves por la tarde, el PDeCAT seguía pidiendo más concreción sobre ese intermediario que el Gobierno ya había aceptado en el transcurso de las negociaciones.
En las “bases para el diálogo” que difundió este viernes a los medios el Ejecutivo socialista, ese documento enviado in extremis a la Generalitat antes de la rueda de prensa del Consejo de Ministros, se detalla que “al frente de esta mesa de partidos se propondrá de común acuerdo una persona que será quien facilite la coordinación de los trabajos, de las convocatorias, y fije el orden del día. Asimismo ayudará a crear las condiciones idóneas para el diálogo, dará fe de los acuerdos alcanzados y determinará el seguimiento de su aplicación”. Pero el papel –que también aceptaba formalmente por primera vez representación estatal en la mesa de partidos– evitaba poner nombre a esa figura.
Desde el independentismo siempre se había exigido la incorporación de un “mediador” y, aunque se veían avances, el PDeCAT reclamaba más concreción en la propuesta. En la rueda de prensa ofrecida por Aragonès y Artadi, después de que Calvo decretase que las conversaciones habían descarrilado, ambos han coincidido en rebajar la pretensión de que el coordinador fuese un mediador internacional pero admitieron que entre sus exigencias estaba seleccionar a una persona que ambas partes reconocieran como imparcial. Desde la primera reunión con Calvo, los responsables de la Generalitat habían convenido no hacer batalla política sobre la palabra con la que se designase a esa persona. Fue Calvo quien finalmente optó por llamarlo “relator”, después de que el líder del PSC, Miquel Iceta, hubiera aludido a la participación de un “notario”. El independentismo siempre había hablado de un “mediador”.
La mera palabra “relator” ya supuso un problema en el Gobierno. El entorno del presidente asegura ahora que Sánchez no había autorizado que el término se incorporara en la negociación.
La marcha atrás llegó días después de que Calvo, al hablar públicamente de un relator sin explicar muy bien sus funciones, hubiera incendiado el PSOE y causado pavor entre barones territoriales y candidatos, convencidos de que el debate territorial arruinaría sus posibilidades en las elecciones de mayo. Desde el presidente de Castilla la Mancha, Emiliano García Page, a la diputada crítica Soraya Rodríguez, pasando por el mismísimo Felipe González y Alfonso Guerra. Todos se mostraron inflexibles contra la negociación con los independentistas.
Medios de comunicación y periodistas con mucho predicamento en el PSOE habían sido también implacables con los planes de Sánchez. Alguno de ellos llegó a pedir la convocatoria de elecciones anticipadas, mientras la derecha planteaba una ofensiva total (en la calle, en las instituciones y en la prensa) contra el presidente, al que Casado y Vox acusan de ser un “traidor a España”. El ambiente se había vuelto irrespirable en el PSOE y su entorno. Y todavía estaba por venir la manifestación en la plaza de Colón, en pleno centro de Madrid, al estilo de las grandes marchas patrióticas de la derecha contra el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y que se preveía multitudinaria.
Calvo atribuye el fin a la exigencia de la autodeterminación
Esa era el contexto la mañana del viernes cuando el presidente Sánchez mandó parar. Fuentes de Moncloa aseguran que ya el día anterior su jefe de gabinete, el omnipresente Iván Redondo, había irrumpido en las negociación y planteado dar un ultimátum al PDeCAT. Desde vicepresidencia aseguran que la decisión la toman Sánchez y Calvo. El equipo del presidente empezó a preparar la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros y, pese al malestar de Sánchez sobre cómo se había gestionado la negociación catalana encabezada por Carmen Calvo, se decidió que fuese ella, la vicepresidenta, la que compareciese ante los medios.
Sin ofrecer ningún detalle sobre la fecha en la que se había producido la última oferta, Calvo aseguró que los independentistas la habían rechazado y anunció que el Gobierno no se iba a mover más. “Llevábamos ya días cruzándonos textos –afirmó–. Cuando dos partes encuentran un punto en el que no hay ningún tipo de conciliación, hay que parar”. “Ayer yo advertí de que no podemos dar muchas más vueltas sobre una posición, el referéndum de autodeterminación, que para nosotros no es aceptable”. También Sánchez justificó después en la exigencia del derecho a decidir –que nunca ha desaparecido de las condiciones de los independentistas– el portazo a las conversaciones. Lo hizo a través de Twitter.
El portazo de Sánchez sorprendió en la Generalitat. Mientras Calvo aún hablaba en la sala de prensa de Moncloa, el Govern anunció una comparecencia de Pere Aragonès y Elsa Artadi. A pesar de que el documento del Ejecutivo iba un paso más allá de lo que había reconocido públicamente hasta ese momento (como la aceptación de representantes estatales de PSOE y Unidos Podemos en la mesa de partidos), la portavoz de la Generalitat aseguró que “no pasaba de la Declaración de Pedralbes”, firmada con motivo de la reunión de Sánchez y Quim Torra el 20 de diciembre en Barcelona. “No establecía plazos, ni calendario de trabajo, ni nombres de los relatores”, dijo la consellera y portavoz del PDeCAT, Elsa Artadi, quien, pese a todo, insistió en que su partido seguirá abierto al diálogo. Culpó al Gobierno español de haber cedido “a la presión de la derecha y la ultraderecha”.
Pesimismo en la Generalitat ante el viraje de Moncloa
Los negociadores de la Generalitat cuentan que percibieron un endurecimiento de la posición del Gobierno el jueves por la mañana. Coincide con la tesis de Moncloa de que esa mañana Iván Redondo tomó las riendas de las conversaciones para fijar líneas rojas a PDeCAT y Esquerra. Desde vicepresidencia del Gobierno sostienen que los independentistas hicieron llegar un plan “inaceptable” y que ahí empezó a descarrilar todo.
Según indican fuentes del Govern, el miércoles habían llegado a un documento que incluía una lista de temas propuestos por ambas partes que debían ser tratados en la mesa de partidos. Los independentistas sostienen que ese papel les permitía plantear la “autodeterminación” o el “fin de la represión”, tal como llevaban semanas exigiendo, aunque reconocen que se trataba de meras propuestas de debate. Ese documento previo quedó invalidado por una nueva oferta, mucho más escueta, que les hicieron llegar el jueves, donde ya se eliminaban los temas y el esquema de trabajo.
En la Generalitat cunde la idea de que el Gobierno ha dejado en vía muerta la negociación para desactivar la manifestación del domingo en Madrid, pero que aún hay opciones de que se vuelva a negociar entre el lunes y el miércoles. Artadi atribuyó el fracaso de las conversaciones a las presiones del nacionalismo español. Aún, si eso fuese así, en el Govern son pesimistas respecto a que puedan pactar en dos días lo que no se ha avanzado en varios meses. Los independentistas alegan también que Calvo ha sido deliberadamente confusa durante los últimos días a la hora de explicar qué se estaba negociando, tratando de contentar a todas las partes. Fuentes socialistas admiten que esa ambigüedad fue premeditada porque la posición definitiva no estaba decidida.
Los independentistas concluyen que la vicepresidenta del Gobierno siempre fue consciente de que la Generalitat quería la mesa de partidos para hablar sobre su propuesta de autodeterminación, al mismo nivel que las propuestas que pudiera hacer la parte estatal. Sin embargo, Calvo ha sido tajante este viernes a la hora de rechazar cualquier negociación sobre este asunto. “No podemos dar muchas más vueltas sobre una posición, el referéndum de autodeterminación, que para nosotros no es aceptable”. Y ahí se acabó todo. Aunque los dirigentes independentistas aseguran que mantienen la puerta abierta al diálogo, Calvo ha dejado claro que a partir de ahora el Gobierno se centrará en defender los beneficios de los Presupuestos.