Jesús Posada, el amigo de Mariano

“Mariano, a mí no me gusta dar consejos a nadie, pero solo te voy a dar uno para que lo tengas en cuenta. Pase lo que pase, ocurra lo que ocurra y te digan lo que te digan, tú tienes que aguantar hasta 2015”. La frase es del presidente del Congreso y fue pronunciada en la primavera de 2012 en el bar Manolo, mentidero oficial de la política madrileña y extensión imprescindible del Congreso de los Diputados.

Posada es de los pocos políticos que se pueden permitir esa sinceridad con Mariano Rajoy. El presidente del Congreso es de sus pocos amigos en los alfombrados despachos de la cosa pública. Posada es de Soria. Se define “de centro” y forma parte del ala más moderada del partido. Fue presidente de Castilla y León, ministro de Agricultura y de Administraciones Públicas. Hombre discreto y afable. Carece de estrecheces económicas gracias a la familia de su esposa, que ostenta el blasón del marquesado de Vargas y un sinfín de intereses económicos vinculados a la venta de bebidas alcohólicas de todo tipo.

Ingeniero de caminos de profesión, llegó a la presidencia del Congreso cubriendo un currículum siempre ligado a la administración, en la que ha ido encadenando puestos de responsabilidad con la naturalidad de quien parece no tener ambiciones. Tras conseguir sus primeros cargos con la UCD, se pasó a Alianza Popular, donde fue elegido diputado autonómico por Soria en 1983. Allí lo conoció Aznar, que tras alcanzar la presidencia de Castilla y León lo nombró consejero de Fomento en 1987. Cuando Aznar dio el salto al liderazgo del PP, Posada le sustituyó como presidente durante dos años, hasta que el verdadero delfín de Aznar para la Junta –Juan José Lucas– pudo presentarse a las elecciones.

Posada ya lleva dos décadas con escaño de diputado, desde 1993. Su mandato al frente del Congreso se anunciaba tranquilo, gracias a la absoluta mayoría del Partido Popular. Sin embargo, ha encontrado los problemas a las puertas del hemiciclo. Los movimientos sociales y las protestas frente al Parlamento le han generado tarea no prevista. Cuando se le habla de esas movilizaciones o de los temidos escraches, no duda en recuperar su pasado para advertir que “yo fui gobernador civil”. También lo fue su padre, con el franquismo: de Soria, de Burgos y de Valencia.

Político de mano firme y discreción absoluta, Posada no dudó en cortar las comunicaciones del Congreso cuando Mario Draghi compareció en la cámara a puerta cerrada y sin taquígrafos. Ese día, los periodistas recordaron cómo era su labor sin Internet, mientras al presidente del Congreso no se le aflojaba ni la mano, ni la sonrisa.

Parecida actitud enarboló para referirse a la fortuna de su mujer ante las preguntas de eldiario.es sobre el caso Eurocapital. “Estamos casados en separación de bienes”, advirtió el presidente como quien no sabe o no quiere saber los detalles de nada que no es suyo.

Acto seguido, Posada pagó cuatro cafés y un zumo de naranja con un billete de cincuenta euros. Vuelve a sonreír y le dice a los periodistas: “Podéis publicar lo que queráis”. Con sus casi dos metros de estatura, abandonó la cafetería para volver a su despacho en la carrera de San Jerónimo.