Felipe González tuvo una victoria corta en 1993, preludio de la derrota “dulce”, según él, de 1996. Llevaba al frente del PSOE más de dos décadas, y sólo esa derrota ante José María Aznar le enseñó una puerta de salida que nunca ha cruzado del todo.
González terminó dejando la secretaría general del PSOE en 1997 en favor de uno de los suyos, Joaquín Almunia, a quien apoyó públicamente en las primarias de 1998 en las que se impuso Josep Borrell con el voto de la militancia.
Borrell ganó, contra pronóstico, y con el aparato y los pesos pesados del partido en contra. Pero la alegría le duró 13 meses. Y, de paso, el PSOE no volvió a convocar primarias hasta 2014, método por el cual Pedro Sánchez se impuso a Eduardo Madina como secretario general del partido.
Borrell se impuso en las primarias en abril de 1998 y puso en marcha una oficina del candidato a 15 kilómetros de la sede de la calle de Ferraz, en un edificio que tenía el PSOE en la calle de Gobelas, cerca de Pozuelo de Alarcón. En mayo de 1999 tuvo que echar el cierre.
“El mejor Borrell fue el de su despedida como candidato”, afirmaba el diario El País, que había destapado el caso cinco semanas antes, en un editorial del 15 de mayo de 1999: “Aunque no ha habido nada ilegal en su comportamiento, su proximidad personal a Aguiar y Huguet extiende una sombra de duda que podría perjudicar la imagen del PSOE o las expectativas de sus candidatos en las elecciones inmediatas. Por lo que se sabe, Borrell tiene razón en ambas cosas. No hay en su actuación nada reprochable desde un punto de vista penal, civil o ético. Pero el hecho de que su ex mujer participase en un fondo de inversiones junto a uno de esos antiguos colaboradores, convertidos hoy en símbolo máximo de la desvergüenza, refuerza la impresión de que no se trataba sólo de funcionarios desleales, sino de personas de su entera confianza personal. Por ello, su decisión de renunciar es prudente, y seguramente sabia. Aunque se haya visto favorecida por otros factores”.
Almunia, el hombre de González, heredó la cabeza de cartel y cosechó en 2000 el peor resultado hasta el momento del PSOE, con 125 escaños, y Aznar logró su mayoría absoluta de 183 diputados.
¿Qué era el escándalo de Aguiar y Huguet que acabó con la candidatura de Borrell en favor de Almunia, el hombre de González que perdió ante él? Un fraude fiscal que salpicó a ex colaboradores de Borrell cuando éste fue secretario de Estado de Hacienda (1984-1991), una corrupción que él no había cometido y que le estallaba de lleno sin apenas capacidad para defenderse dado que él no era el acusado.
Huguet acabó entrando en prisión y Aguiar terminó exculpado durante la instrucción.
Sobornos
Huguet ingresó en la cárcel en marzo de 2014 para cumplir la pena de seis años y diez meses de prisión impuesta por el Tribunal Supremo (TS) por aceptar sobornos de empresarios.
Considerado máximo responsable de la trama corrupta en la cúpula de Hacienda en Catalunya destapada en los años noventa, fue condenado en 2011 por la Audiencia de Barcelona a 13 años de cárcel pero recurrió ante el Supremo, que enero de 2014 le rebajó la condena a seis años y diez meses en una sentencia firme.
Huguet fue condenado a seis años y diez meses de prisión por haber aceptado dádivas millonarias de empresarios catalanes a cambio de hacer la vista gorda en las inspecciones a sus sociedades. En una cuenta en Suiza, Josep Maria Huguet recibió 1,5 millones de euros y 800.000 dólares del abogado y asesor fiscal del grupo Torras Juan José Folchi –condenado a siete años y medio de cárcel también por el caso Hacienda–, a cambio del trato a favor en las inspecciones a sus empresas.
Concretamente, Huguet dictaba la liquidación de las propuestas contenidas en las actas de inspecciones que le remitían sus subalternos, sin efectuar ninguna rectificación o modificación, pese a tener conocimiento de las irregularidades contenidas en las actas de inspección.
La trama de corrupción en la Hacienda de Cataluña, forjada en plena época del pelotazo, se destapó a finales de los años 90 y sentó en el banquillo a lo más granado del empresariado catalán, desde José Luis Núñez al financiero Javier de la Rosa, que finalmente fue absuelto.
Este caso, además, forzó que el exsecretario de Estado de Hacienda Josep Borrell renunciara en 1999 a ser candidato del PSOE a las elecciones generales, por su amistad con el propio Huguet y el exinspector Ernesto Aguiar, inicialmente imputado aunque fue exculpado durante la instrucción.