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Los lazos entre Abascal y Orbán se estrechan con la financiación húngara de Vox

Imagen de archivo de Viktor Orban junto a Santiago Abascal.

Carmen Moraga

Madrid —
1 de octubre de 2024 22:14 h

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La aceptación por parte de la cúpula de Vox de que el partido financió su campaña electoral de las municipales y generales de 2023 con préstamos de un banco húngaro, Magyar Bankholding (MBH) –una entidad financiera creada a partir de la fusión de otros tres bancos– ha evidenciado los estrechos vínculos que mantienen el primer ministro de ese país, Viktor Orbán, y Santiago Abascal. Uno de los mayores accionistas de MBH es el magnate Lörinc Mészáros, amigo de la infancia del mandatario húngaro que en el pasado también financió la campaña de Marine Le Pen, la líder de la Agrupación Nacional francesa.

Orbán y Abascal se profesan mutua admiración y han aprovechado los numerosos encuentros en los que han coincidido a lo largo de estos últimos años para proclamar su amistad. Su relación se ha visto reforzada a raíz de la celebración de las elecciones europeas tras la repentina decisión de Vox de abandonar el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), que lidera la primera ministra italiana Giorgia Meloni –en el que incluso ya se había adjudicado a Vox una vicepresidencia– para formar el nuevo grupo Patriotas por Europa, promovido por Orbán, al que también se ha unido la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, la Liga del italiano Mateo Salvini, la ultraderecha portuguesa Chega, y el FPÖ, Partido de la Libertad austriaco –que el pasado domingo fue la ganadora de las elecciones en ese país–, entre otros, convirtiéndose en la tercera fuerza por número de diputados (84) del Parlamento Europeo.

La decisión de crear un nuevo grupo en Bruselas evidenció y ratificó las tensiones que hay dentro de la “familia patriótica” de la extrema derecha europea, a la que Abascal y su amigo Orbán ha intentado unificar para reforzar sus ideas y expandirlas por todo el continente, aunque sin éxito. En cualquier caso, ese cambio de bando de Abascal causó cierta extrañeza ya que el primer ministro húngaro nunca ha ocultado su apoyo al presidente ruso, Vladímir Putin, al que Vox hasta ahora siempre ha denostado.

El pasado mes de julio Orbán inició la presidencia rotatoria del Consejo de la UE con un viaje a Kiev en el que planteó a Zelenski que considerara un alto el fuego para “acelerar” la paz. Su gesto generó un gran malestar en Bruselas y las capitales. Pero eso no ha empañado la amistad entre Abascal y Orbán, que goza de excelente salud.

En abril, el dirigente de Vox acudía a Budapest para participar en la CPAC, una de las cumbres políticas conservadoras a las que Abascal no suele faltar. Allí hizo grandes elogios de Hungría definiéndola como “la aldea gala de Astérix y Obélix” y poniéndola como “ejemplo y paradigma” para todos los demás países de la UE mientras cargaba contra el socialismo y “el comunismo” por “mentir, robar, traicionar al pueblo, pisotear las leyes y perseguir las libertades”. Allí también presumió de la relación que le une a Orbán. “Es una amistad que [Pedro Sánchez] me reprocha cada vez que puede, cosa que me llena de orgullo”, resaltó.

Poco tiempo después Abascal volvió a reunirse con él en la capital húngara dentro de una gira que hizo para buscar apoyos entre sus homólogos de Europa contra la inmigración, un discurso que todos comparten. El líder de Vox mostró su “preocupación por la invasión migratoria en Ceuta” y alertó de ello en su cuenta de X.

Los lazos entre ambos dirigentes políticos vienen de lejos. De hecho, el húngaro ha sido uno de los principales invitados de Vox en los actos centrales o de cierre de campaña, bien presencialmente o por videoconferencia. Orbán tampoco faltó a la gran fiesta patriótica que Vox celebró en Vistalegre (Madrid), 'Europa Viva24', en la que la estrella principal fue el presidente argentino, Javier Milei, que acusó de “corrupta” a Begoña Gómez, desatando una crisis diplomática con aquel país. Tanto la francesa Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional, como Orbán fueron dos de los oradores más celebrados, mientras la presidenta de Italia, Giorgia Meloni, optó por intervenir por videoconferencia.         

Tras conocerse el “crédito” millonario del banco húngaro NBH a Vox para financiar sus campañas, muchos han atado cabos y han entendido la inesperada espantada de Abascal de ECR y su paso a Patriotas por Europa. Dicha entidad tiene como mayor accionista a Corvinus International Investment, una firma de inversión controlada al 100% por el Estado magiar presidido por Orbán. Se trata, además, de una de las empresas que estuvieron detrás de la oferta pública de adquisición (OPA) lanzada por Magyar Vagon sobre el fabricante de trenes Talgo, que el Gobierno español vetó por razones de “seguridad nacional”. El Ejecutivo de Pedro Sánchez se basó en informes del CNI que confirmarían la vinculación con Rusia de una oferta que, según los principales accionistas del fabricante de trenes, garantizaba su “españolidad” y el empleo.

Sin embargo, las informaciones del Gobierno apuntaban a que detrás de la operación húngara en España estaba el empresario András Tombor, asesor de Defensa del primer gobierno de Orbán entre 1998 y 2002. Tombor no ha negado esas relaciones con Rusia desde que presentó la opa. Pero ha asegurado que se cortaron casi en su totalidad tras la invasión a Ucrania y solo se mantuvieron para completar determinadas entregas. La víspera de que se hiciera oficial la opa, el ministro de Transportes, Óscar Puente, ya avanzó que haría “todo lo posible” para hacerla descarrilar.   

Tras destaparse este flujo de millones para ayudar a Vox en sus campañas por parte del banco húngaro, la cúpula de la formación de extrema derecha, sin poder negarlo, se justificó señalando que se vieron obligados a buscar financiación en entidades extranjeras porque las españolas les rechazan. 

A esa teoría se abonó este martes la portavoz parlamentaria de Vox, Pepa Millán. Pero, según aclaró, ese dinero húngaro fue un “crédito” no “una aportación”, que es lo que en su partido interpretan que prohíbe la Ley de Financiación de Partidos, por lo que dijo que no ve que haya ilegalidad alguna en ello. Además, matizó que “no se trata de 9 millones, sino de 6,5 millones” como “aparece reflejado” en la “información que Vox ha colgado en su página web” y que además “tiene el Tribunal de Cuentas”.

Millán añadió que ese crédito “ya ha sido devuelto con sus intereses” por su partido mientras lamentaba que ningún banco español haya accedido a negociar con ellos “para que Vox pudiera afrontar las elecciones generales de 2023”. “Lo que nos preguntamos es por qué no quieren financiar a Vox que es la tercera fuerza política de España”, aseguró. En su opinión, esos bancos españoles “tendrán que explicar a sus accionistas” porqué sí prestan “al PP y al PSOE 15 o 20 millones” y no a Vox. “A nosotros nos encantaría que ese dinero y sus intereses se quedaran en España”, zanjó.

Las declaraciones de Millán, que coinciden con las explicaciones que han dado otros dirigentes de la dirección de Vox sobre el mismo asunto, no se ajustan a la verdad ya que en las cuentas que ha publicado Vox en su web relativas a 2023 no se desvela el origen de ese dinero, como obliga la ley. Además, esos “créditos” no son de 6,5 millones, sino que asciende a un total de 9,2 millones. El portavoz nacional del partido, José Antonio Fúster, salió la semana pasada al paso para señalar que el origen de ese dinero “lo sabe quién lo tiene que saber”, en alusión al tribunal fiscalizador. En la sede nacional no han contestado a las preguntas de esta redacción.

Hay que recordar que Vox ha sido sancionado hace escasas semanas por el Tribunal de Cuentas por financiación ilegal con una multa de 233.000 euros.

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