- El periodista Antonio Baños publica La Rebelión catalana (eldiario.es Libros), un libro en el que retrata el proceso independentista “contra un régimen irreformable en el que las élites de perpetúan, con la Constitución y el rey a la cabeza”
- El autor presenta el libro este martes a las 19.30 en la librería La CentralLa Central de Madrid, en la calle Postigo de San Martín, 8, con el escritor Isaac Rosa, autor del prólogo, el director de eldiario.es, Ignacio Escolar, y la directora de Roca Editorial, Blanca Rosa Roca
- Es el quinto título de eldiario.es Libros tras ¿Quiénes mandan de verdad en España?, de Carlos Elordi; Las 10 mareas del cambio, de Juan Luis Sánchez; ¿Y tú qué miras?, de Mariola Cubells; y el colectivo El relaxing café con leche y otros hitos de la marca España
El proceso independentista catalán da para muchas grandilocuencias. Pero también para mucha ironía y sentido del humor, como el que emplea el periodista Antonio Baños en La Rebelión catalana (eldiario.es Libros, adaptación de La Rebel·lió catalana, editado por La Butxaca).
Baños habla del R78 (el régimen de 1978), de la Hispaconsti y de la Estrella de la Muerte (el Estado secuestrado por las élites tradicionales), como en otras obras anteriores hizo del señor deudal. “Nuestro enemigo, como el de las izquierdas españolas, es el mismo: un Estado irreformable, corrupto, oligárquico y monárquico, no el habitante de Astorga o Madrid”.
En su libro lanza el mensaje de que el independentismo, un tipo de independentismo, tiene mucho en común con aquellas izquierdas que denuncian la crisis del sistema de la Transición y reclaman un proceso constituyente.
El lema “no nos representan” también es el del independentismo catalán con el que me identifico, que no tiene nada que ver con el que puedan defender Convergència o Artur Mas. Como a tantos en España, no nos representa ni el rey, ni el Estado, ni la Constitución de 1978. Es un Estado irreformable, en el que las élites se perpetúan: el Círculo Ecuestre, La Caixa, el Foment del Treball, el Club de Campo...
Estamos de acuerdo en todo, salvo en el objetivo final, que nosotros apostamos por una república catalana. Pero hay que pensar que si España fuera federal, como defienden muchos en la izquierda, seríamos un estado federado catalán y se reconocería la soberanía y la plurinacionalidad. Me extraña mucho que no haya más coordinación entre independentistas y el resto de movimientos. Tenemos la misma agenda.
¿La ruptura?
Es que este régimen no se puede ir regenerando poco a poco. Es una democracia mala, que no chuta, con un crupier [la administración general del Estado] y 17 ludópatas [las autonomías]. Está todo mal montado. Y, encima, con el rey. ¿Qué hacemos con un rey? La ruptura es independentista, somos una marea más.
En el prólogo, Isaac Rosa reclama una rebel-lió espanyola inspirada en la catalana.rebel-lió espanyola
El prólogo de Isaac es fantástico, como es él, como aquel artículo que publicó en eldiario.es sobre esta España de la que muchos también se quieren ir. Lo que él escribe es la intención del libro. ¿Por qué no nos podemos poner de acuerdo para echar a los oligarcas y los Borbones? Si Francesc Macià y Eduardo Ortega y Gasset gestaron en 1930 el Pacto de San Sebastián, que propició la llegada de la Segunda República, ¿por qué no podemos ponernos de acuerdo para echar a los Borbones ahora?
Ya sé que hay muchos españoles que se sienten ofendidos porque no queremos ser españoles, pero es un malentendido. Hay una nube en todo esto que debería ser más tenue: este no es un proceso burgués y conservador, Artur Mas no es su mesías y es un movimiento transversal, autogestionado y asambleario. Pero falta la sensación vivida, estar aquí y ver que cada día se celebran numerosos actos, asambleas, conferencias...
Algo estaremos haciendo bien si la oligarquía catalana pide el pacto y si las grandes fortunas se quejan. Tenemos los mismos enemigos, estamos tocando un hueso que duele.
A menudo se les acusa de egoístas, insolidarios. ¿España roba? ¿Hay expolio?
Se habla de que Catalunya es una región rica. Pero aquí hay un 19% de la población en riesgo de exclusión y el Estado roba, pero roba a todos los españoles. Porque el dinero no va a la gente que lo necesita y tampoco se puede fiscalizar. No se sabe a dónde va ni qué se hace con él. Eso no es una democracia sana.
Quienes basan este movimiento en las balanzas fiscales son otros, los convergentes, quienes jugaban a modular las reivindicaciones nacionales en función de ciertos privilegios, a cambio de competencias. Es un chalaneo que ha durado hasta ahora. Esa especie de negociación entre cotas de poder a cambio de dinero es lo que denunciamos ahora, mientras otros hablan, a consecuencia de la crisis, de expolio.
El expolio no es contra Catalunya, es del régimen, de los oligarcas, contra todos los demás: el Estado roba a todos los españoles. ¿Acaso en Andalucía y Extremadura el dinero va a quien realmente lo necesita? No va a la gente a la que debería ir. Son robados. ¿En Madrid el dinero llega a quien debería ir, a los barrios más necesitados? No es así. Es un robo extractivo. ¿Qué ocurre con Catalunya? ¿Si ahora estamos en un 8% de déficit fiscal, somos independentistas; y, si llega al 4%, federalistas; y al 2%, patriotas españoles? Eso es el convergenato.
¿No es más de izquierdas defender el internacionalismo que el independentismo de una región rica?
En Catalunya ha habido independentistas de izquierdas desde el siglo XIX. Bebemos de esa herencia y tradición de izquierdas. No es un trasvase raro. El PSC y el PSUC defendían el derecho de autodeterminación en los setenta. Y lo que ha pasado aquí es que todo el proceso del Estatut se vivió como un shock.
El PP reunió 4 millones de firmas, montó una campaña de catalonofobia no contestada por la izquierda, y con Alfonso Guerra presumiendo de haber pasado el cepillo al Estatut en el Congreso [2006]. Fue votado por el 90% del Parlament y la sentencia [2010] ya fue demoledora, cerrando una agonía de cinco años, donde se produjo el referéndum multitudinario de Arenys de Munt [2009].
El Estatut fue una propuesta de encaje y todos sabemos cuál fue la respuesta. Y, además, se suma la crisis económica, donde ha evidenciado a un Estado español incapaz de resolver los problemas, con un rescate bancario y financiero que va para cinco años. No es un Estado eficaz ni moderno. Al revés, aparecen todo tipo de ladrones y corruptos y la justicia se muestra incapaz.
El Estado no funciona, es irreformable. Se vive mejor fuera de España; no hay nada contra los españoles, al revés, es contra el Estado corrupto, borbónico y oligarca. Sólo queremos intentarlo con otro Estado, el nuestro, más pequeño, nuevo y republicano. Yo no sé lo que es ser nacionalista, fui federalista antes que independentista, pero creo que la independencia es más razonable y viable que un Estado federal.
En esa construcción de un Estado nuevo van de la mano de la derecha catalana de toda la vida, Convergència, muy ligada a los núcleos económicos y de poder del régimen que denuncia.
Sin concurso de las instituciones catalanas sería sólo un movimiento de protesta, no iría en serio, no nos tomarían en serio. Necesitamos que la institución esté, da repercusión internacional. De lo contrario, no seríamos más que un montón de gente con banderitas.
Que la Generalitat se lo crea da entidad. Pero tenemos prisa, porque mientras tanto Artur Mas sigue privatizando hospitales: no queremos que ellos gestionen esto, con ellos no se puede crear un país. Hay que hacer un proceso constituyente, tienen que salir nuevos gobiernos e instituciones. Hay que conseguir la hegemonía de la izquierda para desplazarles.
Y gobernando con unos presupuestos apoyados por ERCpresupuestos apoyados por ERC.
Y con el jefe de los Mossos en su puesto y privatizando la sanidad... La izquierda independentista queremos que todo esto vaya más rápido. Como decía el otro día nuestro amigo Javier Gallego, lo de CiU es mucho lirili y poco lerele [risas]. La Assemblea Nacional Catalana dice que hay que seguir movilizándose, y es verdad. Están vendiendo y privatizando.
Está prevista la consulta para el 9 de noviembre. Todo indica que no se va a producir; al menos legalmente.
Si no se hace será por culpa del Estado, no porque no se pueda hacer. También se hizo demoler el Estado franquista con leyes franquistas y procuradores franquistas. Se puede plantear que no sea vinculante, que sirva para negociar un nuevo estatus, un pacto de civilización. O que voten todos los españoles, como ellos dicen.
Si no se vota, se plantearán unas elecciones en las que el programa sea un solo punto, y veremos si ganan los soberanistas, y, con este mandato, convocar un referéndum de independencia o declarar la independencia. La UE debería meterse en el asunto y negociar, por lo que nosotros necesitamos hacer muchos actos, todos como hasta ahora, pacíficos. Negociar con el Gobierno del PP es imposible.