El exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva comenzará este lunes una nueva gira de cinco días por los estados de Espírito Santo y Río de Janeiro, en un momento en el que las encuestas electorales refuerzan su liderazgo como primera opción para ser el próximo presidente del país.
Esta será la tercera expedición de Lula por Brasil en 2017, después de recorrer en agosto la empobrecida región nordeste del país y en octubre Minas Gerais, el segundo estado en número de electores.
El expresidente (2003-2010) iniciará el nuevo viaje, que también será en autobús, en la capital de Espírito Santo, Vitória, y un día después llegará al estado de Río de Janeiro, que vive una grave crisis económica y de violencia que ha obligado a enviar a ese estado a 10.000 miembros de las Fuerzas Armadas.
Como en las anteriores giras, marcadas por un tono de precampaña electoral, Lula mostrará los avances que hubo durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), que él mismo lidera, y “los retrocesos que ha sufrido” el país desde que Michel Temer llegó al poder el año pasado.
La gira concluirá el viernes con un acto en defensa de la educación que se celebrará en la capital fluminense.
El dirigente de izquierdas, que encabeza con una amplia ventaja todas las encuestas de intención de voto para las elecciones presidenciales de octubre de 2018, ha manifestado en repetidas ocasiones su intención de presentarse a esos comicios.
Un sondeo divulgado en la víspera y elaborado por la firma Datafolha otorga a Lula el 34 % de los votos en la primera vuelta y una victoria aplastante, con el 50 % de los sufragios, ante cualquier adversario en el segundo turno.
Ni el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin (30 %), ni la líder ecologista Marina Silva (35 %), ni el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro (33 %) podrían con él en segunda vuelta, donde incluso suma más apoyos que en la anterior consulta de finales de septiembre.
Sin embargo, su eventual candidatura está en manos de un tribunal de segunda instancia, que se encargará de ratificar o no la condena de nueve años y medio de prisión que recibió por supuesta corrupción pasiva y lavado de dinero en el marco de un caso relacionado con la red corrupta destapada en la petrolera estatal Petrobras.
De ratificarse la sentencia, lo que podría ocurrir a mediados del próximo año, la candidatura de Lula sería impedida.
El líder más popular del país, pero al mismo tiempo el más rechazado, acumula otros seis procesos penales más con la Justicia, la mayoría de ellos vinculados al caso Petrobras.
Ajeno a su difícil situación jurídica, Lula ultima la estrategia a seguir para volver al Palacio de Planalto -sede del Gobierno- y uno de los puntos será la publicación de una nueva carta de intenciones, como ya hizo en las elecciones de 2002, pero con un destinatario diferente.
“Ahora pretendo hacer una carta diferente a la de 2002. En 2002 hice una carta al pueblo brasileño dirigida al mercado, asumiendo compromisos sobre la seriedad de mi Gobierno”, manifestó en una entrevista reciente a Efe.
En esa ocasión, Lula afirmó que, una vez probada su “responsabilidad fiscal”, ahora quiere “hacer una carta al pueblo brasileño para el pueblo”.
La intención de Lula sería acercarse a esa clase media que achaca al PT la crisis económica que ha sufrido el país en los dos últimos años y de paso alejarse de la etiqueta de populista, tan temida por el mercado.
Según una encuesta entre inversores divulgada la semana pasada y elaborada por la empresa XP Investimentos, la victoria de Lula en las elecciones de 2018 podría derrumbar la Bolsa de Sao Paulo y provocar una fuerte depreciación del real.
En un encuentro con el PT en Sao Paulo celebrado el pasado viernes, Lula dijo que algunos sectores financieros promueven “terrorismo” de mercado contra su candidatura.
“Ahora hablan que el mercado está con miedo de Lula. Soy yo el que está con miedo de ellos. Están vendiendo todo. Quién gane las elecciones de 2018 va a encontrar a este país pelado”, sentenció en la reunión.