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Maia Sandu, la alternativa europeísta
Moscú, 15 nov (EFE).- La líder opositora de Moldavia, Maia Sandu, representa a los moldavos que apoyan la integración europea, a los jóvenes que han dado la espalda a la nostalgia soviética y a los cientos de miles de inmigrantes del país más pobre del continente que trabajan en la Unión Europea (UE).
“Garantizo que sacaré a Moldavia de su actual aislamiento y la acercaré a la UE”, promete.
Sandu apuesta por mejorar las relaciones con los países vecinos, Ucrania y Rumanía, dejar de centrar todos los esfuerzos en restablecer las relaciones políticas y comerciales con Rusia, y convencer a Bruselas de que Moldavia es un socio fiable y un futuro candidato a ingresar en la Unión.
“Las elecciones presidenciales no solucionarán todos los problemas. Pero pueden poner a Moldavia en el buen camino”, asegura.
COSMOPOLITA Y POLÍGLOTA
Frente a la Moldavia rural, agrícola y rusoparlante, Sandu es la imagen de la modernidad. Habla varios idiomas, entre ellos inglés, rumano y español. Y trabajó en el Banco Mundial entre 2010 y 2012.
Ostentó cargos de responsabilidad durante 20 años, sea en el Gobierno moldavo o en la institución financiera internacional, hasta que decidió dar el salto a la política en 2014.
Al año siguiente fundó el Partido de Acción y Solidaridad y participó en las elecciones presidenciales, en las que perdió por escaso margen en la segunda vuelta ante el actual presidente, Ígor Dodon.
Sandu ha logrado en estos cuatro años mejorar la imagen de los liberales, muy golpeada por los casos de corrupción.
Precisamente, según los analistas, uno de los mayores aciertos fue su campaña contra la oligarquía, en particular contra su máximo representante, Vladímir Plahotniuk, exiliado y perseguido por la Justicia estadounidense.
Llegó a convertirse en primera ministra, aunque sólo durante unos meses en 2019, en medio de la enésima crisis política en el país. Su mandato terminó cuando los socialistas de Dodon rompieron la coalición que había sido apoyada por Occidente.
UNIÓN EUROPEA Y RUMANÍA
Sandu nunca ha escondido que su aspiración es que su país se integre en la UE. Aunque sabe que, en estos momentos, eso es una utopía. Por eso, se conforma con granjearse la confianza de la Comisión Europea (CE) y, si es elegida presidenta, recibir garantías de asistencia financiera.
El ejemplo de la autoritaria Bielorrusia está a la vista. Moldavia debe demostrar que es un país democrático que está decidido a combatir con firmeza la corrupción. De lo contrario, los créditos nunca llegarán.
Debido a la corrupción, muchos inversores europeos abandonaron el país. Sandu ha prometido sanear las cuentas, erradicar la corrupción en la administración pública y reorientar la política exterior de Moscú a Bruselas.
La opositora acusa a Dodon de condenar a Moldavia al aislamiento internacional para no enfadar al Kremlin, obsesionado con la injerencia occidental en su patio trasero.
Para ello, cuenta con unos influyentes patrocinadores. Bruselas se encuentra mucho más cómoda negociando con ella, que con el prorruso Dodon, que es recibido varias veces al año por el presidente ruso, Vladímir Putin.
Sin llegar a abogar abiertamente por la unificación con Rumanía, a lo que Dodon se opone, sí ha manifestado que dicho asunto debe ser discutido por los moldavos por medio de un referéndum vinculante.
REVOLUCIÓN, EEUU Y SOROS
Sandu nunca ha hecho ascos a la posibilidad de sacar a la gente a la calle en caso de fraude electoral. Durante la campaña electoral recordó que los moldavos ya salieron a protestar en 2016 y 2019.
Uno de los lugares donde las autoridades estarían orquestando el pucherazo, según la política, sería en la república separatista prorrusa de Transnistria, donde varias decenas de miles de personas tienen derecho al voto.
Eso ha llevado al principal aliado de Dodon, el Kremlin, a denunciar supuestos planes revolucionarios de EEUU en Moldavia, a imagen y semejanza de los ocurridos en los últimos meses en otras dos antiguas repúblicas soviéticas: Bielorrusia y Kirguistán.
Según esas acusaciones, Occidente no quiere que Dodon siga en el poder, ya que aboga por reforzar las relaciones con el vecino del norte. Por eso, se propone patrocinar protestas poselectorales. La mano negra de George Soros estaría también detrás de esos planes y del apoyo a Sandu.
Ignacio Ortega
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