Podemos intenta mantener la “nave nodriza” de la izquierda alternativa con el cartel electoral de Yolanda Díaz en el aire
“El espacio existe y la nave nodriza la ocupará sin duda Podemos”. El augurio es de Juan Carlos Monedero, fundador de la formación morada que el próximo fin de semana celebrará su IV Asamblea Ciudadana para elegir al relevo orgánico de Pablo Iglesias. El cartel electoral está por decidir y no está claro que Yolanda Díaz vaya a aceptar el reto que le propuso Iglesias al señalarla como candidata a las próximas generales, pese a que la vicepresidenta tercera no milita en la formación morada.
El líder del partido que nació del 15M se ha marchado dejando tras de sí un “notable vacío” entre los cuadros de Podemos y un “hueco insustituible” en la agenda mediática, reconocen en el partido, donde Ione Belarra, aspirante a la secretaría general, no genera la expectación que despertaba Iglesias, y tampoco tiene su ambición desmedida. Monedero la define como persona “prudente, muy sensible, pero dura en las formas aunque no una killer” y asegura que tiene “capacidad suficiente” para hacerse con las riendas de una formación en la que la sustitución de Iglesias, “tiene que implicar cierta fase de transición”. Una mutación que, en su opinión, se caracterizará “más por las políticas que por las personas”.
Con Belarra y con sus intervenciones públicas no vibran las masas, pero para quienes la acompañan en la aventura de dirigir Podemos, “se acaba la fase testosterónica y arranca otra feminista y feminizada” que pretende sobrevivir a la salida de Iglesias con un reparto de papeles entre el poder institucional, el orgánico y el electoral.
En el partido se empeñan en situar a Irene Montero en el núcleo de decisión, pero tampoco ocultan el considerable desgaste que le ha provocado ser la pareja de Iglesias y haber sido continuamente golpeada por esta circunstancia. “La acumulación de ira le ha llevado a cometer demasiados errores”, según fuentes del partido, lo que para algunos la invalidan para cualquier proyecto futuro. Sea como fuera, la pregunta que sobrevuela en la izquierda es si en España se vota a las personas o a los partidos. Dicho de otro modo: si Podemos tiene recorrido sin Iglesias.
La demoscopia no tiene dudas. El profesor de la Universidad Carlos III José Pablo Ferrándiz sostiene que los datos son contundentes en el caso de Unidas Podemos, incluso después de la salida del que fuera su líder porque tienen una base electoral sólida, que les sitúa en torno al 10% de los votos. “Los votantes que socializaron políticamente con el 15M no abandonan ese barco porque las otras opciones de la izquierda no terminan de convencerles”, asegura. Lo indican los datos cualitativos en el caso del PSOE, pese a que Pedro Sánchez no obtiene mala valoración, y en el de Iñigo Errejón, que tiene una mala valoración por las peleas internas entre él e Iglesias que acabaron con la salida del primero de la formación morada y la creación de Más País.
En un Parlamento fragmentado, ese 10% de apoyos sólidos con los que cuenta la formación morada puede dar juego a Unidas Podemos como partido diferenciado, en un contexto en el que el PP se beneficia de la descomposición de Ciudadanos y una ligera transferencia de voto de Vox, a quien necesitaría inexorablemente para alcanzar el Gobierno. Respecto a Yolanda Díaz, las encuestas valoran positivamente su no afiliación a Podemos, lo que le otorga hoy por hoy una buena calificación en un espacio transversal que incluye a la derecha ideológica pero que, según Ferrándiz, perdería en el mismo momento en que fuera candidata.
En Podemos creen, en todo caso, que la salida de Iglesias, que no asistirá la IV Asamblea del partido, clarifica ese espacio hoy fragmentado a la izquierda del PSOE, y ayudará al funcionamiento de órganos confederales de deliberación que antes con la omnipresencia del saliente secretario general y su verticalización del poder no funcionaban. No es casual que la lista que encabeza Ione Belarra para la secretaría general vaya seguida de otras cinco mujeres: la ministra de Igualdad, Irene Montero; la secretaria de Estado Noelia Vera; la portavoz del partido, Isa Serra; la eurodiputada Idoia Villanueva y la diputada madrileña Alejandra Jacinto. Una candidatura que muchos consideran, pese a la feminización, claramente continuista.
Aún así Yolanda Díaz recela de encabezar la candidatura de Unidas Podemos que le puso en bandeja Iglesias cuando se despidió de la política activa. Quienes la conocen bien saben que la vicepresidenta y ministra de Trabajo tiene enormes dificultades con la formación morada y que es completamente ajena y renuente a las estructuras de un partido que no conoce por dentro. En ocasiones, ella misma ha dicho que Iglesias era una especie de icono de “personalidad insustituible”, pero que el verdadero problema, en su opinión, es haber construido una organización extremadamente vertical, donde todas las decisiones se tomaban desde la secretaría general. Desde su entorno más cercano tampoco creen que hacer ahora una dirección exclusivamente feminizada sea muy creíble después de la construcción de un partido notablemente masculinizado y que ante un final de etapa como el que ha puesto Iglesias necesita, en lugar de marcar territorio con una lista continuista, parar y repensar el proyecto.
Díaz no tiene ningún vínculo con los morados, en estado de shock desde la marcha de Iglesias, ni comparte muchos de sus excesos, pero sí cree en un proyecto político transversal e intergeneracional para el actual momento de país que defina el futuro de los próximos años y que trabaje en opciones concretas de transformación para el primer tercio del actual siglo. La ministra ha dicho ya en varias ocasiones que cree mucho más en los liderazgos y proyectos colectivos que en los confrontativos aunque ello vaya en contra de la actual concepción de poder y de la política disruptiva.
Dos años, que es lo que resta aún hasta las próximas generales, es tiempo suficiente “para proyectar en 3D el país que queremos”, aseguran quienes saben de los planes de Díaz. La vicepresidenta, al parecer, ya diseña una estrategia para la reagrupación de un conglomerado plural que no se conforma con quedarse en ese 10% que otorgan las encuestas a Podemos y cree, además, que el actual desgaste del PSOE no es algo coyuntural sino mucho más profundo, que tiene que ver con la sectarización de la política y con la concepción de los partidos como un fin en sí mismos. Los contactos han comenzado en Andalucía, en Catalunya y en Valencia y no se descarta que en breve sigan en Madrid con una interlocución directa con Mónica García, a quien se le otorga plena independencia de Iñigo Errejón. Díaz parece decidida a ello, al margen de Belarra y al margen de Podemos. Lo que salga, ya se verá, porque, aunque todo el mundo político habla de ello –incluidos los socialistas–, aún está en mantillas.
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