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Opinión - Ni liderazgo ni autoridad. Por Esther Palomera

Mariano Rajoy consigue reforzar su liderazgo para continuar en Moncloa

Mariano Rajoy celebra el triunfo desde el balcón de Génova 13.

Gonzalo Cortizo

Rajoy ha conseguido darse el sorpasso a sí mismo y elevar la presencia del Partido Popular en el Congreso en más de 14 escaños, con respecto a los resultados de diciembre. Como en las grandes ocasiones, la cúpula del PP se ha subido al balcón de Génova 13 para festejar un triunfo con escenografía de mayoría absoluta. Rajoy sabe que nadie le va a discutir esta vez la presidencia. Las sumas de posibles acuerdos en el lado de la izquierda hacen improbable intentos de aventura con equilibrios alternativos.

El Partido Popular ha ganado en uno de sus peores momentos. Atenazado por la corrupción y tras una legislatura marcada por los recortes sociales, la marca de la gaviota ha conseguido levantar sus expectativas muy por encima de lo que nadie había pronosticado. Un eufórico Rajoy ha clamado con rabia: “Este partido se merece un respeto”. Al cierre de esta crónica nadie explica en Génova a quién iban dirigidas las palabras del candidato a la presidencia del Gobierno.

La victoria de Rajoy es la herida de Ciudadanos. El voto se ha comportado con criterios conservadores y ha buscado el valor refugio en torno al PP. A Albert Rivera no le ha funcionado la estrategia de negar en campaña su aprobación a un Gobierno encabezado por el candidato popular. Tampoco ha debido de ayudar a la formación naranja la idea de mendigar un 1% de apoyos en los últimos días de mítines.

Podemos, Ciudadanos y, en menor medida, el PSOE repiten la misma frase a la hora de los análisis: “No es el resultado que queríamos”. Rajoy, sin embargo, ha obtenido frutos por encima de lo soñado. Ninguna encuesta se ha acercado a los 137 escaños que finalmente han obtenido en las urnas.

Albert Rivera ha culpado de sus resultados a la ley electoral. En su comparecencia para valorar las elecciones, Rivera ha intentado mantener el orgullo de su electorado recordándoles que son más de tres millones. Sin embargo, el discurso de Ciudadanos ya ha empezado a girar en la parte que dibujaba a Rajoy como una línea roja. Fernando de Páramo, dirigente de la formación, respondía en un canal de televisión a la posibilidad de apoyar al PP para seguir en La Moncloa: “Dependerá del señor Rajoy. Estará en sus manos. Estaremos encantados de sentarnos con el Partido Popular”, aseguró.

A partir del lunes, las formaciones empezarán a trenzar la búsqueda de acuerdos para nombrar al presidente. Pese al brillo de su éxito, Rajoy no puede por sí mismo garantizarse la permanencia en el poder. Sin embargo, está extendida la idea de que la opinión pública no entendería posturas de bloqueo que forzasen otras elecciones. Excepto Rajoy, todos han perdido. Los derrotados piensan ya en qué papel desempeñar en su nuevo destino: la oposición.

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