“Este periódico puede parecerte interesante, triste o simplemente entretenido, pero para nosotras es lo más valioso que tenemos ahora mismo”. Así empieza el editorial de Migratory Birds (Pájaros Migratorios), una publicación elaborada por un grupo de jóvenes afganos refugiados en Grecia.
El equipo editorial del periódico, que hoy publica su segundo número, se conforma de jóvenes entre 14 y 24 años de Afganistán y residentes en el campo de refugiados de Sjistó, a unos 15 kilómetros al oeste de Atenas.
Como su publicación, ellos mismos son pájaros migratorios: jóvenes, en su mayoría hijos de migrantes afganos en Irán, que ahora intentan establecer sus raíces en Europa.
Así lo expresa la joven Mahdie Hossaini en un artículo del diario: “Nací en Irán y me crié ahí, pero ellos me siguen llamando «afgana», y cuando voy a mi propio país me llaman «iran?»...Soy una extraterrestre en ambos países y odio que me traten como si no tuviera identidad”.
“La idea es que ellos se expresen por sí mismos, mostrar esta realidad a través de sus ojos”, cuenta a Efe Aristea Protonotaríu, redactora jefe de la publicación, que se distribuye por otros campos, centros y organizaciones de refugiados del país.
“Solíamos hablar con chicas del campo sobre cosas que estaban pasando, problemas a los que nos enfrentamos como mujeres en el campo...Les conté la idea del proyecto, les encantó y empezamos a crear textos”, recuerda Protonotaríu, miembro de la ONG Network for Children Rights, que desarrolla diferentes programas en Sjistó.
Por el camino, los jóvenes del equipo recibieron clases sobre libertad de expresión o periodismo y recibieron ayuda del periódico griego Efimerida ton Syntakton (EfSyn) para la publicación, en abril de 2017, del primer número de este particular periódico editado en formato sábana con artículos en griego, farsi e inglés.
El número inaugural, que ha sido parcialmente traducido al español por la Asociación de Ayuda al Refugiado (AYRE) y Tareas Solidarias, fue elaborado por un grupo de 15 jóvenes afganas, a las que se han unido dos chicos para el segundo número.
“Muchas personas mostraron su alegría por el hecho de que se hiciera el periódico y por que lo hicieran chicas afganas, pero al mismo tiempo manifestaron su tristeza por la pena que se traduce de muchos de los textos”, explica Protonotaríu.
Artículos como “Una mujer musulmana en Europa”, en el que la joven Mahdie Hossaini cuenta experiencias de discriminación, pero también actos de respeto a su cultura que ha vivido en Grecia, o “Nuestros sueños”, de Najmiah Hossaini, en el que residentes del campo de Sjistó expresan sus deseos de futuro.
“Que nada malo le pase a mi familia en nuestro camino a Serbia”, “Salir pronto de esta situación”, “Ser lo suficientemente rica para no necesitar a nadie”, “Que mis hijos tengan éxito en la vida” o “Que la seguridad vuelva a mi país para poder regresar” son algunos.
Además de un vehículo de expresión para los jóvenes de Sjistó, donde según ACNUR viven alrededor de 800 personas -el 95 % de ellas afganas-, el pequeño periódico “permite a toda la comunidad estar informada de qué ocurre dentro del campo”, explica la periodista.
En algunos casos la participación va unida a la vocación de ser periodistas en el futuro, en otros se basa en la necesidad de expresarse, cuenta Protonotaríu.
“Hubo una chica que se presentó al día siguiente de saber del proyecto con una lista de 25 temas”, recuerda, “y quería escribirlos todos”.
La publicación parte del programa Contact Points de la organización Network for Children Rights, ha contado con fondos de Save The Children para sus dos primeros números y recibe desde julio fondos de Unicef.
Para su tercer número, en el que ya están trabajando, planean incorporar a jóvenes sirios al equipo y, por tanto, una nueva lengua a la publicación: el árabe.
Irene Gómez Iglesias