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Negocio y caída de 'Ojos de Loco', guardia civil y ojeador de agentes para los narcos

Pedro Águeda

5 de octubre de 2021 22:05 h

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Diciembre arrancó inmejorable para los hermanos Al Moudi. El día 2, uno de sus máximos colaboradores, Jacinto F. D, acaba de cobrar por una importante partida de cocaína y llama a su jefe, Moustafá. El segundo de los Al Moudi está en Marbella y también tiene buenas noticias para su lugarteniente: “Vas a flipar. He llegado aquí y me llama un guardia civil… El amigo mío que curró con nosotros hace años. Mañana voy a ir a verle”. 'Jacin' anticipa el negocio que se les presenta y lo celebra: “¡Buah, qué puntazo, tío”. Lo que no saben ni él ni Moustafá Al Moudi es que la Brigada Central de Estupefacientes escucha la conversación a través de un micro oculto en el interior del Audi A3 de 'Jacin'. 

Los investigadores de la Policía Nacional llevan desde agosto de 2020 detrás de una de las organizaciones más importantes de tráfico de hachís y cocaína de España, la de los hermanos Al Moudi. Han bautizado las pesquisas como 'Operación Toga', por la implicación de un abogado en la trama, pero lo que acaban de escuchar abre una nueva línea de investigación. Los siete meses que siguen a la conversación intervenida serán los últimos en activo del guardia civil Antonio Jesús P. Ll., apodado por los narcos 'El Fuerte' y 'Ojos de Loco'. Destinado en la sección Fiscal de Tarifa, en Cádiz, 'Ojos de Loco' es quien busca a los Al Moudi para ofertar sus servicios y el de otros guardias civiles. 

Junto a Antonio Jesús fue detenido finalmente el 13 de junio Vicente José O. R., también guardia civil, así como un presunto narcotraficante hijo de un agente del instituto armado que dejó hace años el Cuerpo y que en su momento también fue detenido por tráfico de drogas. Las detenciones pasarán a engrosar las estadísticas de miembros de la Guardia Civil que son arrestados por colaborar con organizaciones de narcotraficantes, una docena de media al año en España, según los datos del Ministerio del Interior. Los policías de Estupefacientes y el Servicio de Asuntos Internos de la Guardia Civil plasman en un atestado conjunto que existen sospechas de la implicación de otros miembros de las Fuerzas de Seguridad a los cuales ha sido imposible identificar. 

16 de diciembre de 2020. Han pasado catorce días desde que el guardia civil Antonio Jesús se pusiera en contacto con Moustafá. Este y Jacinto viajan al sur para entrevistarse con el agente. Van a bordo del BMW Serie 1 de Al Moudi. Los presuntos narcos habían bromeado sobre la posible existencia de micros en sus coches. Los agentes escuchan las chanzas desde el dispositivo que también han instalado en este segundo vehículo: “Está limpio como una patena”.

Moustafá y 'Jacin' comentan que son los guardias civiles quienes les presionan para que traigan droga de Marruecos, colaborar en su entrada en España, y cobrar por ello. “Los guardias quieren que curremos ya, pero no hay curro…”, asegura Moustafá. Su lugarteniente le propone que ponga como excusa la proximidad de “las putas fiestas”. Moustafá Al Moudi da una pista del trazado delincuencial de los guardias: “Si los que no han podido currar en mucho tiempo han sido ellos… No pueden venir con prisas”.

Al encuentro, en el término municipal de Palmones, en el Campo de Gibraltar, acude solo Moustafá Al Moudi. Jacinto espera en el coche. Al regresar, pregunta al jefe: “¿Qué tal con los manoles?”. “Mañana tendré que traerles algo de leña”, responde Moustafá. “Sí, porque el de los perros que tienen… el de perros que es el que tiene todo, se ha divorciado, tiene problemas, les están dando la brasa… independientemente aunque sea mentira y sea para ellos, ¿vale?”. 

Hablan de entregar a los guardias “diez billetes” (10.000 euros). Antonio Jesús P. Ll. 'Ojos de Loco', ha expuesto a Al Moudi que uno de sus colaboradores es un guardia de guías caninos que acaba de divorciarse y tiene urgencia por conseguir el dinero. El traficante no termina de creérselo, pero es consciente de lo importante que es para su negocios contar con colaboradores uniformados. 

Reclutador de agentes corruptos

Asuntos Internos de la Guardia Civil y la UDYCO, a la que pertenece la Brigada de Estupefacientes, describen así a Antonio Jesús P. Ll. en su atestado: “Este agente no solo busca a otros agentes en puestos claves para realizar las operaciones de introducción de droga. Además tiene capacidad de conseguir todo tipo de infraestructura que la organización pueda necesitar. Antonio Jesús presenta a la organización a los guardias civiles que van a facilitar el paso del camión cargado con el hachís por el puesto fronterizo de Algeciras, y a otros empresarios y narcotraficantes dispuestos a participar en la operación, bien con sus empresas o invirtiendo directamente en la operación”.

Los investigadores han escuchado como Moustafá describe sus relación con el guardia: “Llevo muchos años con él, nos conocemos, 'Jacin'. Yo tengo que darle diez billetes a fondo perdido. Este hombre me ha conseguido más cosas. ¿Me entiendes? Gracias a uno de ellos trabajamos las latas. Es porque me hizo un contacto con uno”. “Cómo son los hijos de puta, ¿eh?”, tercia su interlocutor. 

La referencia a “las latas” aumenta la preocupación entre los investigadores, que reflejan en su informe a qué se refiere Al Moudi: el guardia civil Antonio Jesús P. Ll. “no solo les ha proporcionado infraestructura y contactos para la realización de operaciones de tráfico de hachís, también para trabajar latas, apodo que utilizan para referirse a los contenedores cargados con la cocaína”. 

Los policías siguen escuchando lo que dice a Al Moudi sin saberse intervenido: “Yo les doy diez billetes, que son a fondo perdido e intento recuperarlos cuando se curre. Y ya está. Que no curro, bueno, pues igual no curro ahora, curro en tres años. O en dos”. “Es un hombre que lleva conmigo más de diez años”, dice el presunto narcotraficante en referencia a Antonio Jesús.

El guardia civil sabe protegerse. Asuntos Internos destaca que su cometido en Tarifa está alejado de la lucha contra el narcotráfico, por lo que “resulta prácticamente imposible vincularle con esa actividad”. “Cabe destacar el modus vivendi de este individuo, valorando las reformas observadas en su vivienda, de un valor económico considerable, respecto a los ingresos que debería obtener como funcionario policial”, añade el atestado. 

Narco e hijo de un guardia detenido por corrupción

El hilo hacia el pasado de la relación entre narcos y guardias civiles habla el tercer detenido en la operación. Sergio D. S. está tan vinculado al narcotráfico como “al ámbito de la corrupción policial”, explican los investigadores. Sergio es hijo de un guardia civil que fue detenido por tráfico de drogas mientras estaba en activo. Tanto los guardias como el narco hijo de guardia civil se han criado en el Campo de Gibraltar, pero con el tiempo han tomado caminos diferentes que desembocan en el mismo lugar. 

Lo explica Moustafá Al Moudi en una conversación con su mano derecha que está incorporada al sumario: “La autoridad, porque me lo ha presentado este de la autoridad, lo conoce y conoce a toda su familia, no es uno que se me va a desaparecer... es hijo de esta zona, las autoridades lo conocen desde que era pequeño. Las autoridades se han convertidos en autoridades y él se ha convertido en mafia, ¿entiendes?”.

En la conversación aparecen también las consecuencias que ha tenido la pandemia para el tráfico de drogas procedente de Marruecos. Ante la urgencia de los guardias “por trabajar” y la escasez de droga que importar en ese momento, Al Moudi dice: “Es más, están sobreavisados de que, nada más abran la frontera, van a venir todos los marroquíes desesperados, con droga en el coche, todos, pero ya están hablando de gente de familia, que no va a venir mafia. Que va a venir gente desesperada”.

Los investigadores dudan al principio de quién puede ser “el de los perros” al que aluden los presuntos narcos, el mismo guardia que ha vivido un reciente divorcio. Finalmente concluyen que es Vicente José O. R. El hecho de que no esté destinado en la sección de Guías Caninos hace sospechar a Asuntos Internos de la Guardia Civil que Vicente puede controlar o corromper a otros guardias de dicha unidad, lo que finalmente no logran constatar.

Un mando conocedor de la actividad de los narcos y de su poder corruptor de agentes ratifica la dificultad que existe para dar con los garbanzos negros: “Es casi imposible saber si han dejado pasar un cargamento adrede, si simplemente no lo han localizado, o si el contenedor donde va la droga no fue de los registrados. Hay que tener conocimiento de lo que están haciendo por otras vías”. Y eso ocurre en la presente investigación: los policías están siguiendo a unos narcos y se encuentran con que contactan con guardias civiles. Informan entonces al instituto armado y entra en las pesquisas su Servicio de Asuntos Internos. 

La fuente consultada añade: “Aún así es complicado. Hay que tener en cuenta que son guardias, saben qué precauciones tomar”. La investigación del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional así lo atestigua. En los domicilios de Antonio Jesús y de Vicente José, el Servicio de Asuntos Internos encontró tres kits de teléfonos de seguridad, “de los que habitualmente utilizan las organizaciones criminales”. 

“Estos terminales –escriben los agentes– cuentan con aplicaciones de cifrado de las conversaciones mantenidas, los cuales imposibilitan la intervención telefónica al uso, además de coartar la capacidad para ser extraídos sus datos y con el añadido de estar diseñados para autoeliminar los mensajes”. Se refieren a los sistemas Sky y Encrochat.

17 de diciembre de 2020. Los guardias civiles también toman medidas de seguridad en las citas presenciales. Al Moudi y Jacinto acuden a la cita para entregar el dinero a los agentes al día siguiente. Antes de llegar, avisan para cambiar el lugar de encuentro. De regreso al coche, Moustafá habla con alguien por teléfono. “Acabo de terminar de comer con los verdes. Estoy de vuelta… el dueño del perro se ha divorciado… le quitaron el coche y la vivienda”, explica a su interlocutor. 

Al Moudi añade que les ha entregado 12.000 euros “para que pasen unas buenas Navidades”, e incluso cuál debe ser la forma de reparto: “Iba a darles 10.000, pero finalmente les di 12.000. Vendrán a verme los dos, el del escáner y el fuerte…”. 8.000 serán para Antonio Jesús, 2.000 para Vicente José y otros dos mil para un guardia civil del “escáner”. Los investigadores no han podido establecer la identidad de este último. 

14 de enero de 2021. Nueva cita de Al Moudi, escoltado por Jacinto, y los dos guardias civiles que serán detenidos en junio. El Servicio de Asuntos Internos logra fotografiarles pese a que han vuelto a cambiar el lugar inicial de la cita y acaban encontrándose en un restaurante que está cerrado. Pasan 45 minutos fuera, pero no se percatan de la presencia de los investigadores. 

El encuentro sirve para que los guardias pongan a los narcos al tanto de sus turnos y cuadrantes. “Si dios quiere, cuando queramos trabajar me darán su agenda”, cuenta Al Moudi tras la reunión. Vicente José se hace pasar por guía canino cuando en realidad está destinado en la Sección de Aduanas del puerto de Algeciras. Los guardias de Asuntos Internos escriben sobre él: “Tiene un amplio conocimiento del funcionamiento y de las funciones que cada guardia ejerce en el puerto. De esta forma puede hablar con criterio ante las organizaciones delictivas convenciéndolas de ser capaz de llevar a cabo cualquier tipo de modus operandi que le propongan”.

7 de febrero de 2021. Se produce la entrega de 50.000 euros de los narcos a los guardias. Los presuntos traficantes tendrán dos oportunidades, en otros tantos turnos, para pasar la mercancía. Si no lo consiguen, no recuperarán el dinero. Moustafá cuenta después por teléfono que no podía llevar el móvil encima, que los agentes les han impuesto todas las precauciones: “Han venido los fitipaldis, los más chungos del mundo mundial han venido a verme. Fuera todos los teléfonos de ahí”, cuenta a su interlocutor en referencia a los guardias. 

Por fin entra en escena Said Al Moudi, jefe de la organización familiar con residencia en la lujosa urbanización madrileña de La Finca. Es a quien reporta Moustafá. Este le cuenta que 'Ojos de Loco' le ha traído al “maricón de aduanas”, en referencia a Vicente José, y a “otro chaval buenísimo”. El descubrimiento para Moustafá es Sergio Jesús D. S., el presunto narco hijo de un guardia civil detenido en el pasado. “Es un chico de Algeciras que lleva toda la vida aquí: de gomas, de lanchas, de todo. Y ese chico tiene a un francés que puede salir de Nador, tiene la salida y todo”, cuenta el mediano de los Al Moudi. 

Asuntos Internos encontró una cuartilla en casa de Antonio Jesús con anotaciones de cantidades y nombres. “No es baladí que se haga referencias a escritos como '40.000 P. Cuadrante', pudiendo corresponder dicho escrito a la entrega de los agentes de la Previsión o Planificación del Cuadrante, modus operandi muy frecuentemente utilizado en el ámbito de la corrupción policial, o '40.000 Pas de vehi', pudiendo interpretarse como una cantidad que aglutinaría toda la operativa para el Paso de Vehículos, o ya cantidades desglosadas por cometidos específicos como por ejemplo la que figura como '5.000 perro', pudiendo referirse en este último caso a la connivencia por parte de miembros del Servicio Cinológico”. 

Desde junio, los guardias civiles Antonio Jesús y Vicente José ocupan un módulo destinado a funcionarios en prisión provisional por por pertenencia a organización criminal, delito contra la salud pública, cohecho y omisión del deber de perseguir delitos. Su colaborador, Sergio D.S., también ingresó en la cárcel.

“Esta vida de la mafia no es nada buena”

La Policía atribuye a los hermanos Al Moudi grandes capacidades en el mundo del narcotráfico. Con la marihuana compraban el producto de grandes plantaciones en España y luego lo vendían en Países Bajos y Centroeuropa en paquetes de 20 kilos que enviaban en camiones frigoríficos o a través de empresas de mensajería. Para el hachís contaban con importantes colaboradores en su país de origen, Marruecos. Allí se les valora, escriben los agentes, por su “seriedad y contactos internacionales”, como gallegos y latinoamericanos que utilizaban para su presunta dinámica delictiva: invertir las ganancias del hachís y la marihuana en comprar cocaína para su posterior reventa. En la explotación de la investigación fueron intervenidos 600 kilos de esta sustancia.

Said Al Moudi era el jefe y, a juicio de su hermano, un derrochador. En las conversaciones intervenidas, Moustafá critica su alto nivel de vida y los caprichos en forma de coches de alta gama. Fueron los vehículos que encontró el Grupo Especial de Operaciones al asaltar su casa en la lujosa urbanización de la Finca, en Pozuelo de Alarcón (Madrid). 

Por su parte, Moustafá se consideraba un hombre ajetreado. Al salir de una de sus reuniones con los guardias civiles, el mediano de los Al Moudi comenta por teléfono con un contacto en Marruecos que su teléfono acumula una gran cantidad de llamadas perdidas y mensajes sin atender porque tenía que acudir a la cita desprendiéndose antes del terminal por motivos de seguridad. “Esta vida de la mafia no es nada buena”, comenta entre risas.