“No es política. Es San Sebastián”, se puede leer en los cientos de carteles electorales del candidato del Partido Popular a la Alcaldía de la capital guipuzcoana, Borja Sémper, que cuelgan por toda la ciudad. En ellos no hay ni rastro del logo del PP ni ninguna referencia al partido más allá del color azul en el que está escrito el mensaje del alcaldable donostiarra. Ni siquiera aparece la marca en sus vídeos electorales.
Tampoco se ven las siglas de los populares en los carteles del candidato a la Alcaldía de Badalona (Barcelona), Xavier García Albiol –su mensaje es “Albiol, alcalde de todos”–, o en los del de Málaga, Francisco de la Torre –“Sigamos cambiando Málaga”–, al igual que en las candidaturas de otras ciudades más pequeñas como Boadilla del Monte (Madrid) o Castelldefels (Barcelona), donde el aspirante a la Alcaldía, Manu Reyes, incluso pide el voto al electorado de izquierdas o al nacionalista: “Soy de izquierdas pero en Castelldefels, voy con Manu”, reza uno de los carteles. “Soy independentista y en Castelldefels, yo con Manu”, dice otro.
En plena caída en picado del PP, después de que en las elecciones generales del pasado 28 de abril lograra el peor resultado de su historia y cuando las encuestas auguran también una debacle para los comicios autonómicos, municipales y europeos del 26 de mayo, algunos de los principales candidatos populares tratan de desligar así su campaña de la marca para evitar ser arrollados por la ola de la derrota que ha perseguido al partido en las últimas citas electorales.
“En las elecciones municipales tradicionalmente el candidato siempre tiene una mayor importancia que el partido. Todas las formaciones intentan potenciar la figura del alcaldable porque los comicios tienen un componente más presidencialista y menos parlamentario”, explica José Pablo Ferrándiz, investigador principal de la empresa demoscópica Metroscopia.
La ocultación de las siglas ha sido, sin embargo, un fenómeno que se ha repetido en los últimos años sobre todo en los dos grandes partidos, PSOE y PP, cuando, coincidiendo con el declive del bipartidismo y el surgimiento de nuevas fuerzas políticas, candidatos de ambas formaciones han tratado de sortear así las crisis de credibilidad y confianza que afectaban a sus marcas electorales.
Como “ejemplo más llamativo” de este fenómeno Ferrándiz cita el caso de la campaña de 2004 del entonces secretario general del PSOE y futuro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que sustituyó el logo del partido por las siglas ZP. También en las municipales de 2011, cuando “en todos los sondeos se auguraba una victoria del PP”, los socialistas intentaron que la marca desgastada tras los gobiernos de Zapatero “no perjudicara a los candidatos”, retirándola de sus carteles electorales o sustituyendo las siglas por el nombre 'Socialistas'.
“Tanto los candidatos regionales como los municipales del PSOE tenían entonces muy buena evaluación por parte de los ciudadanos, pero las siglas a nivel estatal estaban dañadas, y cuando la marca nacional está dañada cala a las instancias inferiores”, reconoce Ferrándiz. “Es lo que están haciendo en el PP ahora, tienen candidatos muy buenos, pero la marca PP está dañada. Tiene todo el sentido ocultar las siglas, igual que a la inversa el PSOE es una marca al alza y los candidatos de toda España la aprovechan”.
Carmen Lumbierres, profesora de Ciencia Política de la UNED, recuerda que cuando viven procesos convulsos y acusan problemas de confianza los partidos intentan realizar “una reconversión de la marca”, como en la campaña de las generales en la que el PP primó el nombre Populares al de sus siglas. “Como el intento del cambio de marca ha sido negativo, tal y como se ha visto en las generales, lo que les queda a los candidatos es despegarse”, asegura, justificando así que Sémper, Albiol o De la Torre hayan decidido retirar el logo de sus carteles electorales.
La politóloga también vincula este fenómeno “con el movimiento de la vuelta a lo pequeño, bien sea al nacionalismo autonómico, provincial o local. Ante todo el territorio y luego el partido. Primero San Sebastián, o Badalona”, explica que dicen ahora los candidatos populares.
Una tendencia de los críticos
Como un ejemplo cercano Lumbierres cita también la campaña de la expresidenta de la Junta de Andalucía Susana Díaz para las últimas elecciones autonómicas, tras las que finalmente no pudo revalidar el gobierno por la suma de las tres derechas (PP, Ciudadanos y Vox). “Desapareció el logo y el color rojo, todo era verde y en todas partes se podía leer la palabra Andalucía”, recuerda.
En ese caso, apunta, Díaz trataba de marcar distancias con la dirección estatal del PSOE de Pedro Sánchez, cuya vinculación consideró que podía perjudicarle por, entre otras políticas, el diálogo iniciado con la Generalitat catalana y las fuerzas independentistas.
“La de ocultar las siglas es la manera lógica de actuar sobre todo cuando hay discrepancias fuertes con la dirección del partido”, señala Lumbierres, poniendo como ejemplo el caso de Díaz pero también el de Borja Sémper, crítico con el giro a la derecha y el acercamiento a Vox emprendido por Casado en el PP desde su triunfo en las primarias, o de Paco de la Torre, que en el proceso de sucesión al frente de su partido se manifestó a favor de la rival del hoy líder popular, la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
Dirigentes de la cúpula nacional del PP restan importancia a los gestos de algunos de sus aspirantes escondiendo las siglas del partido. El equipo de Casado cree que “es el momento de los candidatos” más que de la marca nacional y pone en valor la presencia de candidaturas populares “en prácticamente todos los pueblos de España”.
Casado defiende la marca
Un barón crítico explicaba tras la debacle de las generales que “el foco” de la campaña del 26M debía centrarse “en los candidatos a alcaldes y presidentes autonómicos” y no tanto en Casado, el gran derrotado el 28A al que los sectores menos afines tienen previsto exigir explicaciones y responsabilidades –no descartan incluso pedir su dimisión– si en las autonómicas y municipales vuelve a repetirse la debacle de hace menos de un mes en las urnas.
El líder del PP, en cambio, no ha cambiado un ápice su estrategia de hiperactividad e hiperpresencia en campaña que tan malos resultados le dio en las generales. A diferencia de algunos de sus candidatos que ocultan las siglas, Casado está centrado en reivindicar la marca PP frente a las otras derechas representadas por Ciudadanos y Vox.
“Pido el voto para el PP, que lleva muchos años sudando la camiseta, haciendo juego limpio y es un partido al que solo le interesa la portería rival”, resumía el presidente popular este viernes en un acto en Melilla.