“Si usted es el candidato más votado, me voy a abstener. Si lo soy yo, ¿se va a abstener?”. Fue la oferta que Alberto Núñez Feijóo hizo a Pedro Sánchez en el momento del 'cara a cara' que estaba previsto para hablar de violencia machista. Se trata de una oferta trampa que el PP ha incumplido sistemáticamente pese a su tradicional oposición a los “pactos de perdedores”, que fue como bautizó los acuerdos autonómicos y municipales con los que la izquierda le arrebató buena parte del poder institucional en 2015, cuando comenzó la quiebra del bipartidismo.
Prácticamente todo el poder que los conservadores retuvieron en 2019 fue gracias a pactos con Ciudadanos y la extrema derecha a pesar de no haber ganado las elecciones. Ocurrió, por ejemplo, en Madrid con Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida, o en Castilla y León. Pero la jugada se ha repetido tras los comicios del pasado 28 de mayo con Feijóo al frente del PP.
Apenas una semana después de las elecciones municipales y autonómicas, el PP comenzaba a firmar acuerdos para gobernar en municipios, ciudades y comunidades en los que los socialistas fueron la primera fuerza. Molina de Segura (Murcia) fue la primera rúbrica y, con ella, el primer incumplimiento que de la promesa que el líder del PP había hecho medio año antes con todo el boato en el Oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz, donde en 1812 se firmó la primera constitución española (‘La Pepa’). Primero la circunscribió a los ayuntamientos y, después, a las comunidades.
El PP llegó a un acuerdo con Coalición Canaria para apartar a Ángel Víctor Torres, que ganó las elecciones con el 27% de los votos. Los conservadores, que fueron terceros, formarán parte del gobierno presidido por la fuerza nacionalista, que quedó en segunda posición. Pero no es el único caso.
“Dígaselo a Guillermo Fernández Vara”, repitió Sánchez cada vez que a lo largo del debate Feijóo le invitaba a firmar un acuerdo en el que se comprometiera a dejarle gobernar si es la fuerza más votada. En Extremadura, el PSOE ha quedado en primera posición y, tras varios bandazos, la popular María Guardiola será la presidenta de un ejecutivo de coalición con la extrema derecha. La baronesa llegó a decir que se apartaría antes que gobernar con Vox: “Yo no puedo dejar entrar en Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes deshumanizan a los inmigrantes, ni a los que tiran a una papelera la bandera LGTBI”. “Pongo mi palabra por detrás del interés de los extremeños”, dijo días después, para justificar el acuerdo con la formación de Santiago Abascal.
El apoyo de la extrema derecha
El PP ha llegado a acuerdos para gobernar con la extrema derecha en importantes ciudades en las que los alcaldes socialistas habían quedado en primera posición, como Valladolid, Burgos, Toledo o Guadalajara. La maniobra se repitió en decenas de los 140 municipios en los que el PP se hizo con el poder gracias al apoyo de Vox, como Calvià (Balears), Xirivella (Valencia) o Níjar (Almería).
Feijóo ha avalado así la estrategia que el PP inició con Pablo Casado en 2018. Juanma Moreno Bonilla se hizo con el poder en Andalucía tras 37 años ininterrumpidos de gobiernos socialistas con los peores resultados de la historia del partido. Así, llegó a la Junta con sus 26 escaños y los 21 de Ciudadanos gracias al aval de la extrema derecha.
Meses después, en las autonómicas y municipales de mayo de 2019 gran parte del poder institucional que logró el PP fue gracias a ese tipo de “pactos de perdedores”. Isabel Díaz Ayuso llegó a la Puerta del Sol con el peor resultado de los conservadores. Ángel Gabilondo le sacaba cinco puntos y siete escaños, pero Ciudadanos optó entonces por mantener el gobierno del PP con el apoyo de Vox. Lo mismo sucedió en el ayuntamiento de la capital, donde Begoña Villacís se hizo con la vicealcaldía a cambio de apoyar a Almeida, a pesar de que Manuela Carmena y los socialistas sumaban más votos. La extrema derecha inclinó la balanza a su favor.
Los tránsfugas de Murcia
En Castilla y León el pacto de Alfonso Fernández Mañueco con Francisco Igea (Ciudadanos) dejó sin opciones al socialista Luis Tudanca, que tras muchos años del PSOE en la oposición ganó las elecciones. Siguiendo la estela de Ayuso, que en 2021 machacó electoralmente a los que habían sido sus socios, Mañueco adelantó las elecciones. Pese a quedar en primera posición por la mínima necesitó pactar y permitió por primera vez la entrada de la ultraderecha en un gobierno regional.
En la Región de Murcia, Fernando López Miras se hizo con la presidencia pese a que los socialistas habían ganado los comicios. A mitad de legislatura, conservó el poder gracias a varios tránsfugas de Ciudadanos que, tras comprometerse a secundar una moción de censura, cambiaron de opinión.
La misma fórmula para hacerse con el poder la siguieron en numerosos municipios tras los comicios municipales de 2019. En Zaragoza, Jorge Azcón se hizo con el bastón de mando a pesar de que la hoy ministra Pilar Alegría había cosechado el 26% de los votos. En Badajoz, fue reelegido como alcalde Francisco Javier Fragoso, del PP, aunque fue el PSOE quien ganó con el 37% de los votos. PP y Ciudadanos se repartieron la alcaldía, dos años cada uno. En Granada, PP y Vox permitieron gobernar a Luis Salvador con tan solo cuatro de los 27 concejales con tal de no permitir gobernar a los socialistas, que ganaron con el 32,5% de los sufragios. La situación cambió en 2021 y se hizo con las riendas el socialista Francisco Cuenca.