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Omar Barghouti afirma que el boicot acabará cuando los palestinos alcancen sus derechos

EFE

Jerusalén —

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Omar Barghouti, cofundador del movimiento Boicot Desinversión y Sanciones contra Israel (BDS), afirma que ese país comienza a sentirse “inusualmente vulnerable” gracias a esta iniciativa no violenta, que sólo cesará cuando “los palestinos alcancen sus derechos básicos”.

Considerado uno de los adalides de una polémica campaña que día a día comienza hacer mella en Israel, Barghouti (Catar, 1964) es un hombre apresurado, con la mesa plagada de propuestas y el teléfono saturado.

Días atrás, su acción ha recuperado, además, la primera página de la actualidad internacional después de que Oxfan criticara la participación de Scarlett Johansson en un anuncio de una empresa de soda israelí con sede en una colonia judía y la actriz optara por abandonar su relación con la ONG.

Visiblemente preocupados, funcionarios israelíes han comenzado, asimismo, a quejarse de que cualquier campaña pro-boicot se atribuye automáticamente a la marca de este grupo, todo un logro para un movimiento que lleva años intentado equiparar a Israel con el régimen del Apartheid en Sudáfrica.

Su impulsores persiguen el fin de la ocupación israelí de los territorios capturados en 1967 y de lo que consideran la discriminación racial contra sus ciudadanos palestinos, y defienden el derecho al retorno de los refugiados expulsados de sus hogares en las sucesivas guerras.

“Sólo cuando el pueblo palestino como un todo vea cumplidos sus derechos básicos de acuerdo al derecho internacional, el BDS acabará”, explicó a Efe Barghouti en un cuestionario.

Cualquier solución pacífica que no se cimente “en la justicia y los derechos humanos será una institucionalización de la esclavitud y no la aceptaremos”, señala .

El BDS arrancó en 2005, un año después del dictamen del Tribunal Internacional de Justicia que declaró ilegal el muro de separación israelí, al albor de diversas iniciativas de resistencia no violenta que supusieron un cambio de tendencia tras años de Intifada (levantamiento).

Hoy en día, se ha convertido en un movimiento global que aglutina a decenas de partidos, sindicatos, ONG, y diferentes asociaciones y su Comité Nacional se atribuye “la representación más amplia de la sociedad civil palestina”.

En los últimos dos años ha experimentado un “salto cualitativo” y en su haber se apunta varios tantos, como el creciente apoyo al boicot académico a Israel en EEUU e Irlanda o el cada vez mayor número de artistas y marcas occidentales que rechazan su presencia en el Estado judío.

A esta corriente se han sumado en las últimas semanas entidades europeas, como el segundo banco de fondos de pensiones de Holanda y el más importante de Dinamarca, que han anunciado la retirada de sus inversiones en bancos israelíes que operan en suelo ocupado palestino.

Alemania, por su parte, ha decidido excluir de los acuerdos de investigación a compañías y entidades israelíes “cómplices de la ocupación”.

“La posición de Israel en la opinión pública mundial se viene erosionado debido a dos factores: El poder moral del movimiento global BDS y el viraje político israelí hacia la extrema derecha”, sostiene Barghouti.

El ruido causado ha desatado el nerviosismo en Israel, cuyo gobierno tiene previsto analizar en breve la cuestión, en medio de informaciones que apuntan a que estudia contratar una agencia de relaciones públicas para contrarrestar la mala imagen del país.

“Israel se está sintiendo especialmente vulnerable por el BDS, un movimiento no violento aferrado al derecho internacional”, afirma orgulloso.

Y pone como ejemplo que el primer ministro israelí, Benjamín Netnayahu, los calificara como “amenaza estratégica” y encomendara al Ministerio de Asuntos Estratégicos hacerles frente.

Muchos críticos opinan que la Cancillería israelí ha subestimado estas campañas, tildándolas de “antisemitas” e intentos de deslegitimar a Israel y obviándolas pensado que desaparecerían o serían silenciadas.

Otros creen, no obstante, que Israel tiene la batalla de la propaganda perdida de antemano.

Interpelado sobre por qué no centrar la lucha solo en el boicot económico a los productos de los asentamientos o compañías con sedes en el territorio ocupado, como de hecho apoyan países comunitarios y la propia Autoridad Nacional Palestina (ANP), Barghouti reconoce que existe debate interno sobre las estrategias.

“Nuestro objetivo es hacer responsable a Israel por la ocupación y la violación de derechos”, arguye, antes de admitir que los fines para lograrlo son variados y sensibles al contexto.

“Israel utiliza a artistas y escritores para mostrar al mundo su cara bonita”, concluye y justifica así las aristas académicas, artísticas, culturales y deportivas de sus campañas de boicot, que poco a poco comienzan a erosionar el envoltorio israelí.