Entrevista Alcalde de Valladolid y candidato del PSOE a la reelección

Óscar Puente: “Hoy la alternativa al gobierno de coalición no es el conservadurismo, sino la regresión”

1 de abril de 2023 22:30 h

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No es Óscar Puente (Valladolid, 1968) de esos políticos que piensa mucho las respuestas. Dispara sin detenerse. Al instante. Sin temores, sin argumentarios, sin pensar si puede gustar o desagradar lo que dice dentro o fuera del PSOE. Socialista, sí, aunque dice jugar en su forma de ejercer la política local a izquierda y a derecha. Con ustedes, un regidor que se considera transversal y cuya ciudad acaba de ser la elegida por la Academia de Cine para albergar la XXXVIII edición de los Premios Goya. Una oportunidad y un desafío que lleva a gala a pocos días de que arranque la campaña de las elecciones municipales y autonómicas que hoy se convocan oficialmente.

Tiene una seguridad en sí mismo sólo comparable con la de Pedro Sánchez. Será porque las encuestas le garantizan un tercer mandato. ¿Después? Habrá sido ya suficiente. Defiende que el presidente no es un lastre para los candidatos del PSOE que se presentan a los comicios y que en todo caso su resultado en mayo no dependerá de Sánchez, sino de su trabajo de ocho años. Cree que “Feijóo es un señor que más o menos dice las mismas tonterías que Casado, pero que además es mucho más aburrido”. Duda de si Pablo Iglesias se ha ido sin irse y le recomienda que haga “un esfuerzo de contención” porque según Puente ya no se sabe “en ese espacio si los que realmente mandan son los que están en el gobierno y al frente del partido o si  lo hace alguien desde un medio de comunicación”. Pese a todo defiende la continuidad del gobierno hasta el final de la legislatura, por tentador que pueda resultar, admite, romper y dar un golpe sobre la mesa. “Gobernar en coalición y los peajes que hay que pagar es lo que más daño le hace al Gobierno”, reconoce, pero a renglón seguido avisa: “Hay elecciones en diciembre y no es momento de romper, sino de apostar por la coexistencia de fuerzas políticas que al fin y al cabo, responden al deseo de la ciudadanía”.

Enhorabuena, su ciudad acaba de ser elegida por la Academia de Cine, para acoger en 2024 la XXXVIII edición de los premios Goya. ¿Qué tiene Valladolid  que no tengan otras ciudades españolas?

Una vinculación histórica con el cine, uno de los festivales de cine más antiguos de Europa. Somos Ciudad Creativa de la UNESCO en materia de cine. Y esa vinculación con el cine y con la cultura en general ha sido una baza decisiva. Y luego, no sé lo que tendrán otras, pero un alcalde tan pesado como yo, seguramente no. He sido muy pesado y muy insistente. Tres veces consecutivas presentamos la candidatura, la hemos ido madurando y finalmente ha caído de este lado.

¿Qué supone para la ciudad?

Se habla mucho de la repercusión económica. Venía en el tren, precisamente leyendo un informe del Ayuntamiento de Sevilla, que hablaba de 57 millones de euros de retorno. Pero más allá de eso, es un reconocimiento a la historia de Valladolid y a su vinculación con el cine. Y por otro, un desafío. Valladolid tiene la oportunidad de demostrarle a España y al mundo que es capaz de organizar un evento de estas características y no solo hacerlo bien, sino que yo estoy seguro, y así lo he dicho, que haremos la mejor gala de la historia.

Sin duda es la mejor noticia con la que arrancar su campaña electoral para las elecciones del 28M

Soy de los que piensa que las elecciones al final no son otra cosa que un examen. Entonces lo que hagas los últimos días tiene importancia, pero tiene mucho más lo que has hecho durante el curso. Yo he trabajado todos los días. Me sé bien la lección. Ahora voy a repasar. La gala de los Goya no es más que la consecuencia del trabajo de ocho años.

¿Ocho años son muchos, son pocos o suficientes para ir explorando una salida cuando acabe el próximo mandato?

Son pocos para alcanzar todos los objetivos que te propones porque la administración es demasiado lenta y la cabeza a mí me va mucho más rápido en objetivos de lo que somos capaces de avanzar. Pero sí creo, y además lo he dicho y no es ningún misterio, mi compromiso va hasta 2027. Después, veremos. Tendré que valorar y habrá que poner en la balanza muchas cosas. Ver también qué quiere el partido que haga. Pero mi compromiso con Valladolid, se inició en 2015, cuando fui elegido y dije que hasta 2027. A partir de ahí, ya no.

¿2027 será el momento de escrutar los caminos de la política autonómica, la política nacional? ¿Siente añoranza de su tiempo en la arena nacional?

Ninguna. Sinceramente, no me veo en política nacional. Nunca me he visto. Fue una etapa para mí muy bonita y que me permitió, sobre todo, ayudar a mi partido. Pero yo siempre he tenido una vocación muy local. Tampoco soy un político con vocación autonómica. Quién sabe. A lo mejor mi futuro no está dentro de la política.

Nos queda Europa.

Europa no es un ámbito que me disguste, la verdad. Soy miembro del Consejo de las Regiones y Europa tiene una cosa muy buena que yo echo en falta en este momento y es un poquito de distancia. Ahora mismo soy una persona con una exposición enorme, con mucho, mucho foco… Me tira de la chaqueta la gente cuando voy por la calle y eso es un desgaste muy grande.

¿Qué le apartó del vuelo nacional: su exceso de sinceridad, su verbo rápido?

Siempre estuve fuera de sitio y es algo que incluso se lo dije a Pedro [Sánchez]. Se enfadaba cuando leía las entrevistas en las que yo decía que no me veía de portavoz. Se lo dije cuando me lo propuso. Soy un cuerpo extraño para la política nacional. Encajo más en la figura del alcalde, que siempre es más un verso suelto y que va un poco más por libre. Soy poco de argumentario. Me cuesta mucho decir cosas en las que no creo lo suficiente, entonces estoy un poco fuera del agua. Retorné a mi hábitat, que es donde realmente disfruto y me encuentro a gusto.

¿Alguna vez tuvo que decir algo que no pensara?

No, pero sí me tocó entrar en temas en los que a lo mejor mi posición personal no era la correcta o la que interesaba difundir. Y eso me producía un choque interno que es difícil de gestionar. Pero en líneas generales, he estado muy identificado y estoy muy identificado con el proyecto, sigo muy identificado con él y eso para mí nunca ha sido un problema.

Usted suele tener criterio propio y siempre dice lo que piensa. ¿Esto es un demérito en el funcionamiento actual del PSOE?

No, yo creo que es un déficit general de la política. Hay demasiado miedo. Se hace mucha política con miedo. Miedo a meter la pata, miedo a que lo que digas no guste. Así no se puede vivir. Yo meto la pata muchas veces. Soy humano. Pero también creo que decir lo que uno piensa proporciona credibilidad. Gustarás más, gustarás menos, pero la gente sabe que cuando hablas,  lo haces desde la sinceridad. Y yo creo que eso es un valor.

¿Su relación con el presidente del Gobierno ha cambiado desde que no forma parte de la dirección nacional del partido?

No, tenemos exactamente la misma relación que hemos tenido siempre. Hablamos con mucho cariño y mucho respeto. Él sabe como soy. Sabe que no me corto ni media a la hora de decir lo que pienso. Ahí está nuestro WhatsApp para la historia, con algunas barbaridades que acabo poniendo. Pero, tengo una relación muy buena con él. Le tengo muchísimo afecto y mucha admiración. Creo que cada día le veo mejor: un político más cuajado, más hecho y haciendo una labor extraordinaria para este país.

¿Alguna vez le ha dicho que se haya equivocado en algo?

Sí, claro. Uno siempre tiene una visión subjetiva de las cosas y siempre puedo decir que, a mi juicio, esto no se ha hecho bien o, a mi juicio, esto se debería hacer de otra manera. También digo que he anticipado cosas que creí que se debían hacer de una manera y se han hecho de otra, y han acertado. Es decir, no siempre acierto, simplemente uno da su visión, su opinión y yo creo que él al final recoge de mí lo que sabe que soy. Yo le doy mi opinión a calzón quitado y luego tiene que administrar mi opinión y la de muchísima gente.

¿Qué no ha hecho bien Pedro Sánchez en estos tres años?

Bueno, no, no voy a entrar en… No es mi papel. Yo no soy la oposición, pero sí creo que ha hecho muchas cosas muy bien y en el balance me quedo con una sensación muy positiva. Creo que es un hombre al que le ha tocado lidiar con una situación muy difícil desde un punto de vista político, porque parte de un Parlamento muy fragmentado. Y desde el punto de vista de lo exógeno, porque le ha tocado gestionar una pandemia que no había habido en 100 años. No voy a hablar ya del volcán, la guerra de Ucrania… Con todo eso y con una presión que creo que está sobrepasando los límites de todo lo conocido en este país, que haya sido capaz de tener a España en la situación que está, con los buenos números conseguidos, con el empleo y el prestigio internacional… No se le pueden poner grandes pegas, sinceramente.

¿Qué cree que le ha desgastado más al Gobierno la reforma de los delitos de malversación y sedición o la ley del ‘solo sí es sí’?

Desgasta más lo segundo porque lo primero, al final, yo creo que el común del ciudadano español no es vengativo, es decir, asume que los protagonistas del procés han pagado un precio por ello y que ya hay que pasar página. La ciudadanía en general está en esa posición. El otro tema es distinto porque además tiene otro recorrido y eso probablemente haya hecho más daño. También le digo que, en líneas generales, los aciertos compensan ese tipo de situaciones.

¿Qué decisión hubiera tomado usted cuando se empezaron a rebajar condenas y excarcelar a abusadores sexuales….

Es que realmente tiene poco efecto sobre las condenas ya impuestas. Es decir, que al final la ley penal…

Le hablo de las  responsabilidades políticas…

Bueno, me preguntabas qué es lo que más coste le supone al Gobierno. Yo creo que el mayor coste para el gobierno es que vivimos en un país en el que la cultura de la coalición no está todavía suficientemente asimilada por el ciudadano. Entonces, el hecho de gobernar en coalición y los peajes que hay que pagar por eso es lo que más daño le hace al Gobierno. Mucha gente no entiende que el presidente no pueda tomar determinadas decisiones en relación con la parte del gobierno que le corresponde a Podemos, porque eso supondría dinamitar un gobierno, y hay que poner los intereses generales por encima. Lo importante es seguir adelante con la labor que se está haciendo para mejorar la calidad de vida de los españoles y, sobre todo, la calidad de vida de las personas que más necesitan de la política, las que cobran el SMI, las que cobran las pensiones, las mujeres… En fin, eso es lo que en este momento hay que poner por encima de diferencias, que a lo mejor en otro tipo de gobierno hubieran desembocado en ruptura.

En efecto, las encuestas revelan que los ciudadanos valoran positivamente la gestión del gobierno, pero no las alianzas parlamentarias y el ruido interno que se genera en la coalición. ¿Es un acierto o  un error que Pedro Sánchez intente dar continuidad a la coalición, a pesar de que las relaciones están cada día más deterioradas entre los socios?

Yo creo que es bueno en determinados momentos mantener la calma y no ceder ante lo que puedan parecer cuestiones coyunturales. Lo que el presidente está haciendo es mirar hacia adelante, mantener la calma. Hay elecciones en diciembre, no es momento de romper, es momento de apostar por la coexistencia de fuerzas políticas que al fin y al cabo, responden al deseo de la ciudadanía. Son los ciudadanos los que han puesto a los partidos en el Parlamento. No los hemos elegido nosotros. ¡Ojalá hubiéramos tenido una mayoría más amplia! Pero tenemos que jugar con estas cartas y yo creo que es una decisión inteligente. Es muy tentador dar un golpe encima de la mesa, pero hay que mirar también los costes que eso puede tener.

¿Cuando el  presidente escenificó durante la moción de censura el tándem electoral con la vicepresidenta tercera, estaba diciendo: con Yolanda Díaz, sí; con Podemos, no?

No, yo creo que lo que estaba es apostando por una línea de entendimiento. Diciendo: yo gobierno en coalición y llevo ocho años haciéndolo, y ese es el tono que ha habido en mi coalición. Es decir, nosotros mantenemos obviamente diferencias porque somos fuerzas políticas distintas, porque vemos las cosas en algunos aspectos de manera distinta, pero lo que nunca hacemos es poner las diferencias por encima de las cosas que tenemos en común. Yo un día le oí a Errejón hablar de “la competencia virtuosa”, y creo que eso es por lo que hay que apostar, no por el enfrentamiento, no por diferenciarse a toda costa. Lo que el presidente hace escenificando esa doble vía es decir que hay ciudadanos -y es muy respetable- que se sienten de otra manera distinta al PSOE en cuanto a su forma de entender el ser de izquierdas, que merecen todo el respeto y que nosotros podemos trabajar con ellos. Y ese es un mensaje que a mí me parece muy interesante, colaborar de manera leal desde nuestras diferencias y apostar por una competencia virtuosa, no por una competencia que se base en la aniquilación del otro o en la agresión o la competencia basada en el ataque. Que cada uno exponga su proyecto y después con lo que surja de las urnas, componer un gobierno.

¿Ve posibilidades de entendimiento entre Yolanda Díaz y Podemos?

Sería deseable. Lo contrario sería un suicidio y, sobre todo, una pésima noticia para la gente que más necesita de la política. Por tanto, hay que invitarles al entendimiento. Creo que deberían dejar a un lado temas que son menores. No digo que no sean importantes. He oído decir a Pablo Iglesias que las listas son importantes. Es verdad, claro que son importantes, pero no perdamos de vista el objetivo final, que es garantizar que este país siga avanzando en materia de derechos y que siga avanzando en materia de igualdad. Yo creo que al final esa es la lucha más importante que tiene que afrontar la izquierda. Y los riesgos son muy grandes. La alternativa es la regresión, no es ni siquiera el conservadurismo. Ahora la alternativa es dar pasos hacia atrás y eso no nos lo podemos permitir.

Ahora que menciona a Pablo Iglesias, ¿que le sugiere su nuevo papel de tuitero/opinador/tertuliano?

Es una forma de irse sin irse. Si uno se va, se va. Lo que no puede es seguir marcándole la pauta al partido desde fuera, porque uno ya no sabe en ese espacio si los que realmente mandan son los que están en el gobierno y al frente del partido o si lo hace alguien desde un medio de comunicación. Creo que eso no es bueno para Podemos y creo que debería hacer un esfuerzo de contención. No es fácil porque él es un animal político, es muy intervencionista, le gusta opinar y le gusta influir, pero no sé si le está haciendo el mejor favor a Podemos. 

¿Usted cree que dirige el partido desde fuera?

A veces da esa sensación. Da la sensación de que desde la tertulia del lunes por la noche [el Agora de Hora 25 en la cadena Ser] está marcando un poco la pauta de lo que debe ser Podemos y no parece que sea la mejor fórmula.

¿Qué les suma y qué les resta Pedro Sánchez a los candidatos a las elecciones del 28M?

Yo puedo hablar por mí. Me suma más que me resta. No creo que el presidente del Gobierno de España, elegido democráticamente, sea un lastre, ni siquiera en las circunstancias actuales en las que le machacan constantemente a cada cosa que haga. Sigo pensando que para mí es bueno tener a alguien que defiende la subida del SMI, la subida de las pensiones y que tiene una voz propia en Europa y  en el contexto mundial. En todo caso, yo no me la voy a jugar en mayo en función de cómo esté Pedro Sánchez, me la voy a jugar en función de mi trabajo de ocho años y eso es lo que los ciudadanos van a examinar. Yo no me planteo la influencia externa, me planteo exclusivamente qué he hecho o qué hemos hecho estos ocho años y qué valoración van a hacer de ello los ciudadanos.

¿No cree entonces que el peso de la política nacional vaya a influir en estas elecciones?

Bueno, la política nacional en función del tamaño de las ciudades tiene su influencia. No digo que no, pero también creo que en este caso es muy neutra. Es lo suficientemente neutra como para que la ciudadanía el 28 de mayo, cuando vaya a votar, piense en su ciudad y en el futuro que tiene su ciudad a cuatro años vista. Para las generales quedan seis meses y habrá tiempo de tomar las decisiones que sean oportunas. 

Esa es la teoría. En la práctica, el PP y la derecha en su conjunto van a leer los resultado en clave de plebiscito sobre Sánchez

Bueno, ya lo dicen con la boca más pequeña.  Las últimas encuestas municipales que manejan no les deben convencer tanto y han bajado un poquito el pistón a la hora de hablar de plebiscito, de primarias o de primera vuelta. Ya empiezan a enfriar las expectativas. Si van a las elecciones en esa clave, a lo mejor es que tampoco confían mucho en los candidatos que tienen. Nosotros confiamos mucho en nuestros alcaldes, en nuestras alcaldesas y en nuestros candidatos, allá donde no gobernamos. Y sobre todo, confiamos en que los ciudadanos de España son lo suficientemente maduros como para saber discernir en qué ámbito se están moviendo. Y ahora lo que está en juego es el futuro de Valladolid, el futuro de Madrid, el futuro de Málaga. Eso es lo que está en juego. 

¿Los recientes cambios en el gobierno para sustituir a Maroto y Darias deberían haber sido de mayor alcance?

No lo creo. Menos, con el tiempo que queda hasta las elecciones generales. Creo que eran los cambios que había que hacer. Ha habido ya suficientes remodelaciones ministeriales, y esta era obligada por las circunstancias. Yo hubiera hecho exactamente lo mismo.

¿El regreso de Héctor Gómez a la primera línea después de haber sido destituido como portavoz en el Congreso llevando en el cargo apenas diez meses qué le sugiere?

A mí particularmente me da mucha alegría porque es mi amigo. Y tengo proyectos industriales en Valladolid en este momento en marcha, como una fábrica de autobuses y una fábrica de baterías, lo cual me viene de perlas. Yo he tenido la oportunidad de hablar con él esta semana unas cuantas veces. Estoy muy contento. Me sentaba a su lado en la Ejecutiva y somos buenos amigos, así que para mí es estupendo. Ahora mismo, en lo que pienso es en mi ciudad. Y cuando le nombró, toqué las castañuelas porque para Valladolid es fabuloso.

¿Ve posible el regreso de Adriana Lastra a esa primera línea?

No lo sé. Hace tiempo que no hablo con Adriana. No sé cómo está ni en que disposición está. Pero bueno, todo es posible. Que uno sea portavoz en un tiempo y luego deje de serlo no quiere decir que no tenga otras utilidades. Aquí hay un ejemplo: yo sigo siendo útil como alcalde.

Al principio de esta entrevista ha fijado usted su horizonte temporal en la alcaldía hasta 2027. ¿Hasta cuándo cree que tiene Pedro Sánchez fijado el suyo en el PSOE como secretario general y como candidato a la presidencia del Gobierno?

Pues no lo sé, porque nunca lo he hablado con él. En este aspecto es bastante hermético. Pero vamos, yo sé que en la cabeza tiene el próximo mandato. Y estoy convencido de que va a tener otro mandato más.

¿Y después de Pedro Sánchez, qué queda en el PSOE?

Puf. Eso queda muy lejos. Pero siempre habrá alguien. El PSOE es una factoría de talento político, es una organización con casi 150 años de historia y encontrará el camino sin ninguna duda.

¿Hay cantera?

Sí, yo creo que sí. Yo creo que el Partido Socialista siempre tiene argumentos y tiene líderes y tendrá un recambio cuando llegue el momento, que yo veo todavía muy lejano.

¿Su relación con el Partido Popular de Valladolid es tan inexistente como la que tiene el presidente del Gobierno con Alberto Núñez Feijóo?

El problema del PP, cuando está en la oposición, es universal. Se puede decir lo mismo en casi cualquier lugar en el que el PP está en la oposición. Una actitud obstruccionista, negativa. No hay prácticamente interlocución, no hay capacidad de diálogo. Es muy complicado entenderse con el PP cuando el PP no gobierna. El PP tiene un concepto muy patrimonialista del poder. Cuando no lo tiene, piensa que el que lo hace es un usurpador. Y con ese punto de partida entenderse es muy difícil. Yo he estado en la oposición ocho años, llevo ocho años en el gobierno y, cuando estaba en la oposición, asumía que el que estaba gobernando lo hacía porque había obtenido el respaldo democrático de los ciudadanos y porque hacía algunas mal, pero otras bien. El PP nunca reconoce absolutamente nada en el que está gobernando. Yo llevo una racha ahora de logros para mi ciudad espectaculares. Les llamo el comité de todo mal. Mal si traes un sistema de alquiler de bicis que desde mi punto de vista es el mejor de Europa y las cifras lo están demostrando, y más en contraste con BiciMAD. Mal si traes los mejores autobuses eléctricos porque dicen que son caros. Si siempre todo está mal, no hay posibilidad alguna de entendimiento con quien parte de la base de que todo lo haces mal y de que estás ahí poco menos que de okupa. A Pedro Sánchez no le han reconocido la legitimidad democrática que le han concedido las urnas. Siguen en la moción de censura, que es también un mecanismo absolutamente legítimo desde el punto de vista democrático. Entonces, así es muy difícil.

¿Hay alguna diferencia entre el Partido Popular que dirigía Casado y el que está dirigiendo Alberto Núñez Feijóo? 

Bueno, la deslealtad del Partido Popular en relación a la política exterior del Gobierno cuando han estado en la oposición no es nueva. Cuando Felipe González trajo los fondos de cohesión, a este país se le llamó pedigüeño. Ahí queda para la historia que era un pedigüeño. Hoy incluso leo algunos comentarios de alguna gente de derechas que dice que es que los fondos llegan porque estamos muy mal. Los fondos son una oportunidad de transformación. Por eso se llaman de transformación y de resiliencia. Nos van a permitir transformar nuestro modelo productivo y adaptarnos a lo que el mundo quiere ser en los próximos 20 años. Cuando tú vas a Europa a torpedear la llegada de esos fondos a España, no estás fastidiando al gobierno, estás fastidiando a tu país. Entonces, ese patriotismo del que tanto presumen es una de sus grandes carencias. Pero hablando de las diferencias, no veo diferencias. En el caso de Feijóo, lo que sí veo es un gran problema porque las expectativas eran otras. En Casado yo creo que nadie tenía grandes expectativas. Más o menos hizo lo que se esperaba, pero en Feijóo había muchas expectativas. Es decir, pensábamos que era un hombre serio. Pensábamos que era un hombre solvente. Pensábamos que era un hombre moderado. Y lo que vemos es un hombre completamente desorientado. Hay una desorientación en sus apariciones que realmente yo creo que nos tiene a todos muy sorprendidos. La expectativa era que venía la gran esperanza blanca de la derecha y es un señor que más o menos dice las mismas tonterías que Casado, pero además es mucho más aburrido. Con Casado a veces hasta nos reíamos. Sus fotos en el lavabo poniendo caras, las ovejitas detrás… Feijóo además de aburrido es un desastre.

¿Vox es un problema, pero también una solución para Alberto Núñez Feijóo de la misma forma que Podemos lo fue en su día para el Partido Socialista,?

No quiero ejercer de defensor de Podemos, pero la comparación no la puedo aceptar. La extrema derecha nunca puede ser una solución. Y no es equiparable en términos políticos por el hecho de que juegan a uno u otro extremo del tablero político. Podemos es un partido que tiene vocación democrática, que no viene a dinamitar las instituciones, que no cuestiona elementos esenciales de nuestra democracia y que no dice barbaridades como que este es el peor gobierno en los últimos 80 años.

¿Tiene alguna duda de que si Vox y PP suman en Valladolid usted saldrá de la alcaldía?

Ninguna. No tengo ninguna. Pero tampoco tengo ninguna duda de que no van a sumar.

¿Y tiene alguna duda de si va a alcanzar usted o no la mayoría absoluta?

Creo que voy a estar muy cerca. Veremos si lo consigo o no. Tengo la convicción de que es posible y de que  no voy a estar muy lejos.

¿Cómo es su relación con Podemos en Valladolid?

Somos una coalición bien avenida desde todos los puntos de vista, el personal y el político. Hemos trabajado muy a gusto juntos y en ese sentido estoy tranquilo. Ojalá consiga la mayoría absoluta porque creo sinceramente que nos la hemos ganado, pero también digo que no tengo ningún problema ante la perspectiva de seguir gobernando con quienes han sido mis socios ocho años y con los que tengo una relación casi de amistad.

¿Qué le aporta el ex portavoz de Ciudadanos, al que acaba de fichar para su candidatura?

Pues lo dije cuando lo presenté: es una gran persona y un hombre muy preparado. Antes de que yo le ofreciera la candidatura, renunció a ser candidato de Ciudadanos. Gano una gran persona, a un hombre muy preparado, muy culto y que fue rector de una universidad. Creo que además envío un mensaje político muy potente, y es que soy capaz de jugar a izquierda y a derecha, que yo represento realmente la centralidad.

¿Se considera un alcalde transversal?

Sí, soy un alcalde transversal en mis políticas. A lo mejor no tanto en mis mensajes. Soy un hombre bastante encasillado en una forma de entender la vida y la política, pero sí creo que juego a izquierda y a derecha y que puedo aglutinar votos de centro. Y yo sé que el PP está preocupado porque lo normal es que la fuga de talentos de Ciudadanos sea hacia el Partido Popular. 

¿Quedan talentos en Ciudadanos?.

Yo creo que Martín Fernández Antolín era uno de ellos, sin duda. De hecho, creo que era de lo mejorcito que tiene Ciudadanos en España. Cómo será que Francisco Igea, que es el representante que queda de Ciudadanos en las Cortes, cuando le preguntaron dijo dos cosas: una, no puedo decir nada malo de él porque es un tipo muy bueno y dos, le entiendo su decisión.

¿Ve a Igea en el PSOE?

No, no, no, no. Yo creo que tiene un problema, que pesará en su historial para los restos. Él tuvo la oportunidad de dar un cambio a Castilla y León. Entiendo que no hubiera sido fácil, sobre todo cuando Rivera estaba tan empecinado en suicidarse y en suicidar con él a toda su organización, pero creo que es una mácula que le pesa a él, me consta, y que le pesará políticamente el resto de su carrera. Él tuvo la oportunidad de dar a Castilla y León un gobierno diferente, y tenemos el peor gobierno de la historia. Y parte de la responsabilidad, para su desgracia es suya.

¿Tiene alguna duda de que Ciudadanos es un partido de derechas, no?

Ciudadanos es un partido que se ha derechizado. Cuando Martín Fernández Antolín se marchó y dijo que renunciaba a ser el candidato, dijo una cosa que para mí es muy importante:  “Yo no me afilié a un partido para militar en una sucursal del Partido Popular”. Y eso, lamentablemente, es en lo que de una manera muy cegata desde el punto de vista político han convertido algunos de los dirigentes de Ciudadanos a su partido. Era un partido que se proclamaba liberal, con todo lo que ello implica, un partido que tenía que haber jugado a izquierda y a derecha. Algún día se estudiará la decisión tan torpe de Rivera de no tomar el camino lógico cuando se vio con la posibilidad de gobernar en varias autonomías y de ser el vicepresidente del Gobierno de España. 

¿Ha imaginado alguna vez cuán distinta sería la España hoy si Albert Rivera no hubiera cometido aquel error?

Pues sería muy diferente.Claro que sería muy distinta, pues probablemente sería un país con mucha menos tensión de la que tiene hoy. Menos polarizado, sin duda alguna.

¿Se atreve con una porra sobre el PSOE para el 28M?

El PSOE ganará las elecciones en votos.

¿Y en concejales?

Sin duda. No  tengo ninguna. En votos y en concejales.

¿Su pronóstico para Valladolid?

13, PSOE; 10, PP; 2, Vox; 2, Valladolid toma la palabra. Esa es mi porra.

Lo veremos el 28M.

Hace cuatro años hice una y saqué dos concejales más de lo que pronostiqué. No sé, esta vez creo que voy a andar ahí.

Entrevista completa a Óscar Puente

Vídeo: Nando Ochando y Clara Rodríguez